La
película del director César Acevedo obtuvo cuatro permios recientes en Europa,
el Cámara de Oro en el festival de Cannes, también el SACD (Sociedad de Autores), Visionary Award (premio revelación) y Le
Grand Rail D’Or (premio del público). Es un director joven, talentoso y con una
visión crítica sobre los problemas de la sociedad colombiana que, seguramente
le proporcionará al cine nacional obras para reflexionar sobre lo que nos falta
alcanzar para ampliar la democracia y poder gozar de los derechos sociales,
económicos y culturales.
Alfonso
(Haimer Leal ),el esposo de la campesina abandonada regresa a una casa rural en
un minifundio de Candelaria (Valle) después de 17 años de ausencia, en medio
cañaduzales(con cultivos de caña a lado y lado como muros), camina hacia su
antiguo hogar, una casa sin panorama rodeada de caña de azúcar y un árbol samán
que sobrevivió a la tala intensiva para extender el monocultivo, y recibe el
primer impacto ambiental: es envuelto por una nube de polvo que levanta uno de
los vehículos del ingenio. Su hijo Gerardo (interpretado por el actor Edison
Raigosa), está muy enfermo, fue cortero
de caña de azúcar cerca de 12 años y ha adquirido una enfermedad pulmonar que
no lo deja salir de la casa, se cuida del humo, el polvo, los incendios y la
pavesa de la caña: vive encerrado pero sin atención médica: El entorno lo está
matando.
Hay
una escena que lo dice todo: Alfonso recorre las áreas alrededor de la casa, no
encuentra nada de lo que había, los parajes diversos desaparecieron, los
árboles frutales no existen, las fincas cambiaron su vocación, el campo ahora
es uniforme, cierra los ojos para reaccionar, vuelve y mira: todo es como un
inmenso colchón verde. Ese monocultivo
de caña que transformó el panorama, acabó con las fincas, los árboles, la
avifauna y transformo el panorama en un colchón verde. La rutina de los
corteros de caña es retratada en esta película de César Acevedo, los
trabajadores están gran parte del día en medio del calor canicular y con una
indumentaria de protección solar, sombrero, un trapo en el cuello y guantes,
dotados de machetes. Los corteros viven una situación de esclavitud, sin
servicios de salud, sin protección laboral, comiendo de portacomidas,
asoleados, tiznados y en la tarde terminan fatigados, sin fuerzas y se mueven
como zombis. Llegan tiznados e irreconocibles a sus casas a bañarse, para
recuperar energías.
La
película tiene doble género: corresponde al género dramático, pero al mismo
tiempo se enmarca en el género ambiental. Para escribir sobre esta película uno
trata de evitar el comentario meramente contenidista y el enfoque
ecosocialista, pero el guion y el encadenamiento de los hechos lo conducen a
esa clase de escritura.
“La
Tierra y la Sombra” narra la agonía de un cortero de caña desatendido, sin
seguridad social. Fue utilizado cuando tenía salud, energías y el pago a
destajo no le permitió disponer de ahorros para protegerse Y una madre aferrada a la tierra, que no
concibe la transformación que la agroindustria con cañaverales le impuso y fue
cercada por los daños ambientales. César Acevedo, director de este film narra
la situación familiar angustiante de los corteros de caña cercados por los
impactos ambientales y las desiguales condiciones laborales. Es un drama
familiar Una familia desahuciada irremediablemente desprotegida por el Estado
que permitió la alteración de la huella ecológica y no reguló la producción al
permitir quemas, requemas y fumigaciones a los ingenios azucareros. Una
película que describe un intenso drama familiar por los efectos socioeconómicos
negativos de una agroindustria monoconcentradora del poder agrícola atentando
contra la seguridad alimentaria de la región.
Lo
único que le falta a esta película dentro de ese cuadro lúgubre que narra es
una secuencia donde aparezca una avioneta fumigando con glifosato, ese es el
otro factor que exterminó los cultivos de frutas y hortalizas de los pequeños
propietarios, minifundistas que no se pudieron sostener. En el Valle del Cauca
por fuera del glifosato se viene presentando
la inadecuada aplicación y aspersión aérea de pesticidas órganofosforados, en
el sector agrícola con vuelos ilegales desde aviones livianos que, de manera
anti técnica afectan cultivos vecinos y aledaños, madurándolos prematuramente,
o descomponiendo sus frutos. Las aplicaciones y aspersiones realizadas con esta
clase de aeronaves, han carecido de los permisos que deben expedir las
autoridades aeronáuticas, sanitarias y ambientales. La continuidad de esos
sobrevuelos de fumigación agrícola, no han sido controlados debidamente y no
cumplen los requisitos en lo tocante al manejo de residuos sólidos, de
líquidos; no hay control sobre las mezclas y la utilización de albercas,
equipos de aspersión, tanqueo de los agroquímicos, etc.
Lo
que le sucede a esta familia de “La tierra y la Sombra” es lo que le ha
sucedido a todos los minifundistas del Valle geográfico, fueron asfixiados y
liquidados económicamente. Un entorno infernal no solo por las llamas que los
rodean por la quema del follaje de caña, con lluvia de pavesas que asfixian.
Las pavesas con el viento son pulverizadas hasta en partículas submicrónicas
que se inhalan imperceptiblemente, esa seguramente es la enfermedad pulmonar
que hace agonizar al hijo de la pareja disuelta.