Cuando
el presidente Santos anunció su aspiración a la reelección, con más énfasis sus
adversarios se alistaron a oponerse y Oscar Iván Zuluaga ganó en la primera
vuelta, mayo de 2014, pero en junio apareció una coalición por la paz en la
segunda vuelta electoral. Los sectores de la derecha trataron de torpedear las
conversaciones realizadas en La Habana
(Cuba), y luego de firmada la paz en Cartagena y en el teatro Colón, siguieron
intentando volver añicos (trizas) el proceso de paz.
Los
partidarios de la guerra no querían que avanzaran los diálogos, reduciendo todo
a lo electoral y a venganzas encadenadas que no admiten perdón. Mientras tanto
la pobreza y las inequidades se han extendido en estas más 5 décadas. Como los
factores de exclusión no se regulan crece así la población que potencialmente
puede armarse, entonces se prolonga el conflicto interno con el otro actor, el
ELN, o la mano de obra que potencialmente pueda rearmarse o adscribirse a otras
formas de violencia para el rebusque, como en efecto está sucediendo.
Y
como quiera que están creciendo y ampliándose los movimientos sociales que se
mueven en las vías legales, estos presionan con protestas por soluciones a sus
carencias sectoriales. Por estas razones los espacios democráticos deben
ampliarse y los mecanismos de participación ser flexibilizados con el fin de
que operen, pero estamos en una democracia bloqueada. Se necesita de una forma
nueva y flexible de representatividad a los movimientos sociales que han
irrumpido en el panorama nacional que no quieren tener lazos de militancia con
los partidos políticos tradicionales, ni con los grupos armados.
Esas
nuevas fuerzas o sujetos políticos conforman el mosaico de la nueva realidad
colombiana. Pero sin brindarles esos espacios políticos iniciaron el exterminio
y han venido asesinando a los líderes sociales, similar al exterminio de la UP
a mediados de los años 80s; hoy se observa la persecución a líderes de la
base electoral (Colombia Humana), de la nueva realidad política que
resultó de la jornada electoral 2018, donde hubo consultas interpartidistas,
elección de un nuevo Congreso, resultando dos bloques electorales enfrentados
en la segunda vuelta de junio 2018 (los bloques encabezados por Duque y Petro),
y una consulta anticorrupción sin tramitarse en el Congreso, con aspectos
vitales de la implementación de lo pactado sin desarrollarse, como la reforma
agraria y la reforma política. Iván Márquez, explica que, sin la expedición de
la reforma política, “…No se puede hacer
el tránsito a la política electoral. Esta visión sin duda puede calar en los
excombatientes de las Farc, quienes se encuentran en un proceso complicado de
reincorporación”.
La
democracia representativa para los partidos políticos clientelizados y la
nominal democracia participativa sin efectividad, pueden encontrar en esta
coyuntura de una paz pactada pero atravesada por una resistencia cerrera a la
Paz que no la dejan entrar en una etapa de posconflcto visible porque la
jornada electoral 2018 se vivió con uno de los bloques atacando la Paz; así, la
implementación de los acuerdos quedó a medio camino, entre ellos el acuerdo
número 2 de la participación política. Una guerra interna de 52 años con la
guerrilla más fuerte fue desactivada en el año 2016 con la firma de la PAZ, se
creyó que la apertura a la democratización era inmediata, con un Presidente
laureado por el premio Nobel, pero gran parte de lo pactado sigue incierto
afectando no solo a los desmovilizados sino a toda la sociedad colombiana que
no ve claro el camino para la reconstrucción de la convivencia perdida desde
finales de los años 40s,en 1946 cuando empieza la masacre contra los líderes y
bases gaitanistas, 18 años antes de que nacieran las FARC.
Las FARC cometieron
el error garrafal de hacer la transición a la vida política partidista con la
misma sigla utilizada como organización guerrillera, de Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) a Fuerza Alternativa Revolucionaria del
Común(FARC), esto, pensaron los adalides de la conservación del nombre les
permitiría mantener la impronta símbolo de la lucha por una nueva sociedad,
pero los adversarios aprovecharon el error para macartizarlos como
terroristas y agentes de la destrucción con una campaña en redes sociales que
se tradujo en ataques al candidato Rodrigo Londoño(Timochenko) en las plazas
públicas impidiéndole hacer proselitismo electoral. Conservar el nombre se
pensó, de otro lado, los limitaría a sus bases de apoyo en el campo y
simpatizantes en las ciudades, tampoco fue así porque el resultado electoral
para el Congreso fue exiguo, 85.000 votos: La intolerancia y la polarización
que se vivía desde el plebiscito de octubre 2016, no ha cesado. En la revista
Cuadernos de Paz de la Universidad Libre (Cali), escribí en el año 2014, “Ofrecerle
a una guerrilla que haga política con votos, curules y accedan a los cargos
públicos es una forma de solucionar la guerra interna. La participación
política en la vida democrática se abre para que aparezca otro partido político
y concursen en las elecciones quedando a disposición del electorado. Si tienen
simpatías lograran ascenso en las zonas de influencia, si el desprestigio es
máximo no escalaran a otras curules por fuera de la especial y transitoria.
Negarse a la apertura de los espacios políticos es obturar parte de la solución
negociada”.
FARC
como partido político ha tenido que sortear varias clases de desplantes,
tropiezos y obstáculos, el asesinato de exguerrilleros, la desconfiguración de
la JEP; el enjuiciamiento a Jesús Santrich promovido por los EEUU, las
objeciones torticeras del Fiscal General , las disidencias de miembros de
algunos frentes, la desatención a desmovilizados en los campamentos, trabas en
la financiación estatal; poco acceso a los medios de comunicación, híspida
interlocución con otros parlamentarios por prevenciones sociales, poco
reconocimiento ante la sociedad, la atomización de sus correligionarios, las
sillas senatoriales sin Iván Márquez y Santrich; Las FARC ya insertos en la
“civilidad”, perdieron el mando sobre sus tropas insurrectas después de la
dejación de las armas.
Conformaron
las FARC un partido político con quien nadie quiso hacer coalición dentro del
calendario electoral vivido durante el año 2018 porque desde los otros partidos
se creen de mejor estirpe y los ven como a los que vienen de delinquir. La
verdad no la reconocen ni asumen estos partidos políticos tradicionales y
“nuevos” (el mismo bipartidismo disfrazado con fachadas (La U, cambio
radical…,) que operan en la formalidad democrática: han delinquido desde sus
cúpulas nacionales y élites regionales y se han robado durante muchos años el
aparato del Estado con las contrataciones infladas y todas las
artimañas que el país conoce (Reficar, el caso Lezo, Odbrecht…). Entonces, en
la práctica tenemos un Congreso conformado desde todos los ángulos
por delegados de partidos políticos transgresores del ordenamiento jurídico.
De hacer oposición
armada extraparlamentaria las FARC pasaron a la oposición democrática dentro
del Congreso en virtud a 10 escaños garantizados dentro del acuerdo de paz, sin
ir a elecciones 8 años, 5 en el Senado y 5 en la Cámara de Representantes, este
año 2018 no pudieron lograr escaños en las urnas. Del ejercicio en la guerra de
guerrillas, con guerra de movimientos y de posiciones, pasaron a redactores de
las leyes del Estado de Derecho;
y ese espejismo de participar dentro de la Democracia los tiene entrampados en
medio de la maraña de leyes vigentes , sentencias que conforman la
jurisprudencia y demás intersticios del ordenamiento jurídico; entrampados como
lo han comprobado por las cancamusas y artificios de la interpretación
normativa que les ha impedido una implementación de los acuerdos, sin
sobresaltos. Darío Villamizar, anotó equilibradamente, “Esta no era la
hora de la Farc, pero sí era hora para poner fin al conflicto armado que los
enfrentó al Estado. El proceso de reincorporación política para el nuevo
partido apenas comienza y tienen tiempo para replantear ideas y crear
estrategias para el próximo ciclo electoral”.
La
cerrera oposición de la ultraderecha contra el proceso de paz tendría que ser
contrarrestada por los partidos políticos moderados, por los que
hicieron la Unidad Nacional, por la Red de Universidades pro-paz, y por los
columnistas demócratas, difundiendo una pedagogía sobre los beneficios de la
paz y la viabilidad de este proceso, antes de que se reincendie el país como en
la década de los años 50s. Pero los partidos que fueron de la Unidad
Nacional (2010 / 2018) y apoyaron la Paz, hoy están de indecisos jugando a ser
independientes para colincharse al poder y recibir canonjías, muestras del
coqueteo es el apoyo en votos al Ministro Carrasquilla para que permanezca en
el cargo y en discursos y silencio cómplice al Fiscal Martínez Neira, enredado
en la trama Odebrecht /Grupo Aval.
El
punto dos de los acuerdos tiene 22 subtemas según lo expresó Humberto De la
Calle. Mucha literatura politológica se desprendió de ese documento, y aún hay
aspectos sin definir. La aspiración era no solo acceder a curules en el Senado
y en la Cámara de Representantes, también ingresar a los Concejos Municipales,
Asambleas Departamentales, a los Consejos territoriales de Planeación para
incidir en el desarrollo local y el desarrollo regional; esas instancias de
decisión son desdeñadas por los mismos directores de planeación y los
alcaldes que, a los miembros de los sectores sociales los miran con
displicencia, o como rellenos dentro de estos consejos territoriales.
La
aspiración a las curules de circunscripción especial tenía unos límites pues no
podrán aspirar a ellas quienes estén incursos en delitos de lesa humanidad. Y
tampoco se trata de curules en la Cámara de Representantes entregadas a dedo,
no, deben concurrir a las urnas para competir con movimientos sociales de la
zona. “Serán a la manera de círculos electorales dentro de los departamentos
para que se elijan representantes adicionales” así lo expuso De La
Calle en el 2013, pero en dos ocasiones del trámite legislativo de
implementación hundieron la representación para los líderes sociales de las
regiones donde el teatro de la guerra fue despiadado.
Dentro
de la reforma política se incluyó la necesidad de redactar un estatuto para
ejercer la oposición en Colombia, contemplado en el artículo 112 de la
Constitución, sin reglamentar durante 27 años. Si bien es cierto que las
últimas tres reformas políticas habían tocado aspectos del comportamiento de
los partidos políticos, la disciplina de bancadas, el transfuguismo, el umbral,
la cifra repartidora, etc., aún estos no se comportan como partidos serios
porque a través de coaliciones o arreglos multipartidistas se deslizan para
coquetear, pedir y cogobernar, abandonando el control político. Así lo acaban
de hacer en la segunda vuelta electoral, buscando los favores de Iván Duque e
ingenuamente del Centro Democrático que, busca convertirse en un partido
hegemónico, por eso no van a cogobernar con otros partidos políticos, solo
reconocerán espacios colaterales.
El
punto dos de los acuerdos de La Habana buscaba también propiciar que el
aparecimiento del partido político formado al sellarse los acuerdos de la
agenda temática, para obtener las garantías de participación y funcionamiento
sin obstáculos jurídicos, y prever cómo operará la seguridad de los miembros,
esto no ha ocurrido plenamente.
Por: Alberto Ramos
Garbiras | Con
especialización en derecho Constitucional, Universidad libre; Magíster en
Ciencia Política Universidad Javeriana; PhD, Doctorado en Política
Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); profesor de
derecho internacional en la Universidad Libre.