El anuncio y concreción de la conversión de
Cali en Distrito -Especial contenido en la Ley 1933 del año 2018 volvió a
activar las opiniones sobre si este es el molde de orden territorial que
necesita la ciudad para resolver una serie de
nudos de planeación y desarrollo que tiene. Como Distrito-Especial dejaría el modelo
de las 22 comunas y se reagruparían los
barrios transformándose en 5 localidades con alcaldes menores; cada localidad
tendría un plan de desarrollo según sus especificidades; además el Plan de
Desarrollo Municipal vigente tendría que reajustarse, los miembros de las JAL
pasarían como ediles a devengar sueldos; el 10 % del presupuesto municipal se
distribuiría en las alcaldías menores; algunos recursos de participación podría
aplicarse a los institutos de cultura como Incolballet y Bellas Artes; los
dineros correspondientes a las regalías se manejarían directamente, la sobre
tasa ambiental se afirma, podría manejarse con autonomía; y otras “ventajas”,
argumentan los defensores de la conversión.
El asunto central a resolver es como llevar a
Cali hacia un modelo o molde territorial apropiado sin que los municipios de la
vecindad ya anexos de hecho por la conexión con sus límites territoriales en
todos los extremos, por el crecimiento de sus perímetros urbanos, por la
interrelación diaria a través de sus vías, puestos de trabajo, comercio, banca
y la prestación de los mismos servicios públicos, agrave y acogote a la
administración central de la ciudad eje del área: Cali. Conurbada por Jamundí,
Yumbo, Vijes, Palmira, Candelaria. Y con sobrecargas desde Pradera, Florida, La Cumbre,
Dagua; y el peso sin planeación de ciudades caucanas circunvecinas: Miranda,
Puerto Tejada, Villa Rica, Guachené, Santander de Quilichao, Caloto y Corinto,
que giran alrededor de Cali. Cuál es ese modelo territorial, el Área
Metropolitana (Ley 1625 del año 2013), el Distrito Especial, la Ciudad –Región,
las provincias nucleadas de la LOOT (Ley 1454 del año 2011), o qué tipo de
entidad administrativa. Podría intentarse una forma híbrida entre el área
metropolitana con el distrito especial empalmando aspectos normativos de las
dos leyes que no son excluyentes. Cali,
sin una unidad de planeación intermunicipal establecida, crece a un ritmo
desorbitado que la convertirá en Megalópolis, y esto agravará todo el manejo.
Desde otra óptica, los observadores agudos
consideran que se presentaran inconvenientes con esta forma de ente territorial
denominado Distrito Especial que, es un copy/page de la Ley 1617 del año 2013
para extenderlo a varias ciudades con generalidades, sometiendo a
implementación por acuerdo municipal lo que será el Distrito-Especial con
precisión para el caso de Cali. Una situación traumática de entrada para
comenzar a operar. El Distrito especial sirve para reorganizar la ciudad hacia
dentro pero no resuelve los problemas de la región que la bordea.
Cali no ha sido área metropolitana y debió
haberlo hecho desde hace 20 años al menos, así no hubiese tenido que soportar
el peso de la prestación de servicios públicos sin la concurrencia de los otros
entes territoriales (agua, basuras, mataderos municipales, telefonía
distribución de energía…), habría tenido un organismo de Planeación conjunto
con las ciudades circunvecinas, ampliado sus vías de comunicación para la
interconexión con la concurrencias de los otros municipios( Jamundí, Yumbo,
Palmira, Candelaria, incluso Puerto Tejada que no es de este Departamento);
Cali ya se acerca a ser una Megalópolis lo cual le exige que primero se
convierta en Ciudad-Región donde se puedan manejar con curia y dedicación los
ecosistemas que la soportan.
El río Cauca sigue siendo una cloaca al que le
han declarado la partida de defunción, el mismo Director de la CVC, Rubén Darío
Materón, “busca soluciones” sin tener en la cuenta al río Cauca al
descalificarlo tácitamente por contener aguas intratables, por eso ha anunciado
como solución traer aguas de La Salvajina a través de un inmenso tubo paralelo
al río Timba y construir un acueducto en Jamundí, para reconducirlas; la CVC,
en otros momentos, ha presentado la opción del trasvase de los ríos del
Pacífico para construir un embalse en Pichindé; y celebran la idea de filtrar
el lecho del rio para extraer agua a profundidad, en vez de intentar salvar el
lecho del río Cauca.
Al dejar pasar casi 20 años sin convertirse
Cali en Área Metropolitana se creció la problemática sin resolver lo más
gravoso: el manejo ambiental de los ecosistemas del área. Las dos autoridades
ambientales más fuertes no han hecho SINA, ni la CVC, ni el DAGMA, por la
rapiña de los recursos de la sobretasa ambiental. Cali como epicentro de la
metrópolis de facto no es viable ni sostenible por el detrimento que ha sufrido
el río Cauca y los seis ríos que
descienden del Parque Natural Los Farallones. Y son las mismas autoridades
encargadas de preservar el agua las coautoras en gran parte de su destrucción.
La CVC y EMCALI convirtieron en una caño de aguas residuales a tres ríos
(Cañaveralejo, Meléndez y Lili), al entamborarlos en el colector CVC-Sur a
través de la carrera 50, pasando por la avenida Simón Bolívar, y hacerlos
drenar directamente al rio Cauca en el corregimiento de Navarro, volviéndolo
más putrefacto y agravando el tratamiento de la planta de suministro en Puerto
Mallarino.
Liberar estos tres ríos y recuperar sus rondas
hídricas en tarea pendiente, mientras tanto el delito ambiental sigue
impunemente en marcha. Ninguno de sus 6 ríos que discurren por la ciudad se han
recuperado las rondas hídricas, principal tarea de adecuación al cambio
climático: por lo tanto la ciudad no es viable. Las únicas aguas que se captan
antes de descender hacia ese caño institucional, son las del rio Meléndez, con
el acueducto de La Reforma; los otros dos, el Cañaveralejo y el Lili, sus aguas
son desperdiciadas, y los agresores por minería, agricultura inadecuada y asentamientos
ribereños, no son regulados, ni reordenado el territorio. Entretanto las aguas
del río Cauca llegan contaminadas desde el Departamento vecino, por residuos
tóxicos y detritus de la zona industrial Páez, aguas sanitarias de los
municipios sin PTAR, vestigios de minería ilegal en el departamento caucano,
empalizadas de los ríos Desbaratado y El Palo, vertimientos de porquerizas y
caballerizas clandestinas, lodo de las orillas por aflojamiento de los suelos
ante la tala incontrolada, etc. Así cómo se pretende erigir a Cali como ciudad
Distrito Especial sin la conservación de sus ecosistemas compartidos, con un
desorden urbano conurbado.
Existe una realidad innegable, Cali es ya una
ciudad macrocefálica que se extendió sin la planeación urbana adecuada. Grandes
zonas de la ciudad crecieron a golpe de invasiones, tugurización y hechos
violatorios del ordenamiento urbano; por laxitud de los Alcaldes; proselitismo
de la clase política para ganar adeptos; expansión en zonas de protección
ecológica; alteración de los cerros tutelares; contaminación de los ríos que la
atraviesan; desecamiento de humedales; conurbación tipo metrópolis sin ser área
Metropolitana, llevando la carga de las ciudades dormitorio; freno a los
procesos de arborización, encementamiento de áreas protegidas; alteración del
Parque Natural Los Farallones; crecimiento dado por las migraciones
voluntarias, el desplazamiento forzado de las varias guerras o violencias
cruzadas de los últimos 35 años y del conflicto interno desde 1964; por ser
polo de atracción de los habitantes del suroccidente colombiano en cuanto al
pretendido logro de movilidad social que pudiesen lograr, se convirtió en una
ciudad de colonias; centro de operaciones del narcotráfico y luego por la
atomización en minicarteles que tiñen de sangre
las calles .
Otto Francisco Quintero, en su tesis de grado
de la universidad Javeriana, titulada
“Ciudad región y el proyecto regional. Una mirada sobre la reconfiguración
territorial en Colombia”, Expresa con acierto que,” La
“ciudad-región” se refiere a territorios extendidos en los cuales es posible
identificar vínculos cercanos relacionados con su actividad económica, su
perfil histórico-cultural y sus condiciones físico-ambientales, y en donde
dichos vínculos se vienen convirtiendo en fuerzas socio políticas que rompen
con las delimitaciones administrativas vigentes. La ciudad expande sus límites
y abarca territorios en los que se ubican infraestructuras globales de tipo
aeroportuario, universidades, parques científicos y zonas francas”.
“Esta situación demanda nuevas formas de
gobernanza y administración y principalmente, dentro de nuestro interés
específico, la creación de nuevas formas de enfrentar el ordenamiento
territorial y el proyecto diseño regional integrado. Del planeamiento
territorial propio del siglo XX que se enfocaba sobre el manejo del crecimiento
poblacional y sus implicaciones en la ocupación del suelo, es necesario
trasladarse a principios del siglo XXI, hacia una visión estratégica que
permita determinar las mejores acciones, las menos costosas y las de mayor
repercusión ( en eco a los enunciados de Rem Koolhas), que se deben llevar a
cabo dentro de una región para lograr modificar las tendencias existentes y
reorientarla hacia la dirección que puede responder a las nuevas condiciones
locales y globales”.
Por | Alberto Ramos Garbiras: Magíster en
Ciencia Política Universidad Javeriana; PhD, Doctorado en Política
Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); profesor de
derecho internacional en la Universidad Libre, Cali; Ex Procurador Ambiental y
Agrario del Valle.