Por Alberto Ramos Garbiras (*)
Ricardo Sánchez Ángel, para el desarrollo de su
investigación titulada “Universidad y Política”, tomó dos ejes: el movimiento
estudiantil de Córdoba-Argentina (1918), y la insurrección universitaria en
Nanterre/ París (1968). Ambos momentos históricos signados por la búsqueda de
una mayor autonomía universitaria y de Co-gobernabilidad. Claro, estos hechos
en cada país son inescindibles de los acontecimientos precedentes en cada uno
de esos Estados-Nación, y de la conexión con los hechos internacionales que
repercutían en la formación, conceptualización y planes de estudio, dentro de
cada ámbito universitario: pero fueron estos sitios los claves para marcar la
evolución de los estudios universitarios y del papel de la universidad en la
sociedad.
Se trata
de una crónica histórica que no pretende ser totalizadora, ni abordar a fondo
el desenvolvimiento del embrión universitario (las bibliotecas) en la
antigüedad, hasta hoy. Tampoco la explicación detallada del aparecimiento de las
universidades desde la baja edad media. La saga referente a la formación de
centros educativos y sus antecedentes está reseñada de manera apretada, para no
ser diletante, desde la mención de los libros de arcilla en la antiquísima
Mesopotamia, pasando por la biblioteca de Hammurabi en Babilonia; para relievar
en Grecia la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles, llegando a la
construcción de la biblioteca de Alejandría, obra de Ptolomeo, condiscípulo de
Alejandro Magno y su emprendimiento en Egipto. También reseña el aparecimiento
de las universidades medievales en Bolonia (1088), la Universidad de París a
mediados del siglo XII, y las del siglo XIII: Montpellier, Salamanca, Colonia y
Cracovia.
La obra de Ricardo Sánchez es una investigación
valiosa sobre las repercusiones de la insurgencia universitaria en el siglo XX
y lo que está por hacerse en el siglo XXI, porque sin esos centros de formación
e investigación (las universidades), la sociedad no tendría rumbo. Por ello,
todo lo que está por corregirse en el plano de la educación debe ser acometido
en Colombia para reconducir a la sociedad y al Estado.
Otro momento importante del recorrido del
pensamiento libre hasta hoy fue el de la ilustración, se abrieron paso: el
enciclopedismo, el contractualismo y el constitucionalismo, tres corrientes
intelectuales en la Francia ochocentista (finales del siglo XVIII), donde la
razón afloró para que subsiguientemente a la Declaración de los Derechos del
Hombre y del Ciudadano (1789), se pudiera enarbolar la libertad de pensamiento,
de cátedra, de opinión, apoyados en el crecimiento de la imprenta, en la
secularización de la sociedad y la formación del Estado- laico. El
distanciamiento del dogmatismo permitió unas opiniones razonables, fue el
período de las sociedades teocéntricas a las antropocéntricas.
Si no hubiese sido por el aparecimiento de la
imprenta la difusión de las obras habría continuado en la clandestinidad de los
monasterios como lo describe Umberto Eco en su obra “El nombre de la Rosa”, y
el acceso a los textos solo en manos de las élites medioevales. Gracias al
invento de Johannes Gutenberg (1459), fue superado en parte el clericalismo y
el oscurantismo, aunque quedaba un largo trecho por recorrer para vencer la
horrible cacería de brujas, la tortura como forma de confesión judicial y todo
el aparataje de la inquisición; entonces, sobrevino el despegue de la lectura
porque facilitó la reproducción de textos; la imprenta fue un instrumento vital
durante el renacimiento, se propaló la reforma luterana, y las universidades
ampliaron su radio de difusión. Se puede afirmar que la imprenta y la edición
ciclópea de la Enciclopedia orientada por Diderot, permitieron el crecimiento y
la funcionalidad de las universidades.
La autonomía universitaria es sin dudarlo la
principal conquista de los estudiantes para lograr un mejor desenvolvimiento.
La tradición autonómica colombiana puede encontrarse en apreciación de Ricardo
Sánchez, en el cimarronismo de los africanos esclavos, en el movimiento
comunero de 1781 con la reacción santandereana contra las imposiciones del
Virrey Manuel Antonio Flórez; en la
guerra de independencia y su embrión, las juntas de Gobierno y los gritos desde
los cabildos que llevaron al constitucionalismo pre-Republicano; se observa
también en las proclamas y disputas dentro de la controversia entre Federalismo
y Centralismo, luego las confrontaciones entre los artesanos a mediados del
Siglo XIX, al surgir las Sociedades
Democráticas, abril de 1854, aparece una especie de República de artesanos.
El equivalente de la autonomía universitaria es
la autonomía personal, y a nivel macro es la soberanía estatal. El Estado que
decide con quien se relaciona, el Estado que ejerce sus relaciones
internacionales en el contexto de la globalización y su comercio
transfronterizo, lo hace en ejercicio de su soberanía, o sea su autonomía
estatal; el ser humano igual hace con su voluntad y libre arbitrio al decidir
cómo se forma, como actúa, desempeña, etc.: y los estudiantes integrados como
comunidad lo hacen pronunciándose, reclamando, exigiendo para mejorar las
condiciones internas del claustro y del campus: buscan orientar la conducción
de la universidad.
Indudablemente los hechos registrados en la
ciudad de Córdoba (Argentina, 1918) fueron los que marcaron el nuevo rumbo de
las universidades para América Latina; el comienzo de la autonomía
universitaria destacó las causas y factores larvados y sirvió para las
repercusiones que se han dado en estos 100 años del devenir universitario. La
reforma planteada por el Rector José Nicolás Matienzo sirvió para impulsar las
reflexiones de los estudiantes y motivar la actitud radical reclamando
autonomía, impugnando la Ley Avellaneda, cuestionando los rezagos de la
educación colonial que se prolongó en el siglo XIX, y el lastre de la educación
clerical y confesional, detentada por congregaciones religiosas que fundaron
las universidades de los siglos XVI y XVI en las colonias españolas de América,
con enorme influencia sobre las autoridades estatales en el despuntar del siglo
XX.
El Frente Nacional, una reforma constitucional
concebida en Sitges y Benidron, dos balnearios españoles, por dos cerebros del
bipartidismo, Laureano Gómez y Alberto Lleras, para dizque acabar con la
violencia de los años 50, insuflada por las mismas élites de los partidos, se
hizo a través de un plebiscito (1957), aunque en el fondo fue un referéndum, y
en la práctica una contrarrevolución preventiva para monopolizar del aparato
del Estado, esta institucionalidad bipartidista diseñada para 16 años, conllevó
a la apropiación de las universidades
públicas con el mismo esquema, el de bipartidizar el profesorado y oficializar
la educación vigilada. Fueron personajes como José Félix Patiño, Fals Borda, Camilo
Torres, Leonardo Posada, Umaña Luna, y otros los que contribuyeron a expandir
la semilla de la autonomía Universitaria heredada del movimiento de Córdoba.
La década de los años 60s fue convulsa, el
hipismo como corriente contestataria juvenil fue calcado del movimiento
estudiantil norteamericano; la guerra de Vietnam fue repudiada por ser una
intromisión injusta en indochina después de la liberación del yugo francés; las
universidades en Europa y Colombia no fue ajena, realizaron serias protestas
antiguerra que alimentaron la conciencia nacional por la violencia que no
terminaba en lo interno; los hechos independentistas del Congo y Argelia dieron
claridad sobre los procesos de liberación; el movimiento feminista incorporó a
la población estudiantil de género; todos estos acontecimientos mundiales
repercutirán en la posturas del mayo del 68 parisino.
En Colombia, las terceras fuerzas anti
bipartidistas canalizaron el descontento contra las élites (el MRL, la ANAPO y
el Frente Unido); afortunadamente el
magisterio comenzó a organizarse nucleándose alrededor de FECODE; las
universidades privadas crecieron y alcanzaron en número a las universidades
públicas según datos recopilados por Marco Palacios; el libre comercio creció
en medio de la alianza de empresarios, sector financiero y burguesía cafetera;
los estudiantes presionaron por la libertad de cátedra y la democratización de
la sociedad; la revolución cubana influyo en la extensión del foquismo
guerrillero, surgieron las guerrillas de las FARC y el ELN que llevaron a cabo
la oposición armada y cooptaron dirigentes estudiantiles para guiar al
campesinado; la teología de la liberación fue la expresión de un catolicismo
social; las universidades privadas
crecieron y desbordaron a las pública, en 1985 de 127 universidades, 78 eran
públicas y solo 49 privadas, se utilizó la educación y disminuyó el presupuesto
para la educación pública en detrimento de la investigación y capacitación
profesoral. Se tomó más conciencia de la reclamación por una amplia autonomía
universitaria, la formación intelectual estuvo signada por las lecturas del
marxismo, de los textos de Lenin, de Ernest Mandel, de Sartre, Trotsky,
Gramsci, Bujarin, y la difusión de los contenidos de las ciencias sociales en
textos de varias editoriales.
Entre el
año 68 y el año 73, las universidades públicas en Colombia expresaron la
necesidad de cambios culturales, programáticos, de ruptura con la dirección
empresarial de los organismos de dirección en los claustros docentes, figuras
de los gremios venían coludiendo empotrados en los Consejos Superiores para
hacer negocios y millonarias contrataciones con los dineros públicos, bajo el
ropaje de la FES en el Valle dilapidaron cuantiosas sumas; los estudiantes
denunciaron estos negocios que se replicaban en otros departamentos, cuando
fueron descubiertos, se apartaron para fundar universidades privadas y hacer lo
mismo con los ingresos de las matrículas. Los acontecimientos de 1971 que
desafortunadamente tomaron a Luís Carlos Galán, de sorpresa, contenían esa
efervescencia larvada desde el año 68 y la acumulación de malestares.
(*) Magíster en Ciencia Política Universidad
Javeriana; PhD, Doctorado en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de
Madrid (UNED- España); profesor de derecho internacional en la Universidad
Libre, Cali.