La oposición en ciencia política consiste en
debatir desde un cuerpo colegiado (Congreso, Asamblea Departamental o Concejo
Municipal), las medidas que se van a aprobar para ingresar al ordenamiento
jurídico, y las adoptadas por el mandatario de la Nación o del ente territorial
respectivo. La oposición, en estricto sentido, se puede hacer con la elección a
un escaño en esos cuerpos colegidos, para realizar el control político al
gobernante y evitar las arbitrariedades administrativas, los abusos de
autoridad, el autoritarismo, los errores que le harían daño a la población, o
los excesos en la contratación administrativa y el gasto público, o la
aprobación de normas lesivas, por ejemplo. Quienes hacen oposición representan
al pueblo que los eligió.
Giampaolo Zucchini, dentro del diccionario de
ciencia política compilado por Bobbio y Matteucci, escribió que, “Podemos
definir la oposición como la unión de personas o grupos que persiguen fines
contrapuestos a aquellos individualizados y perseguidos por el grupo o por los
grupos que detentan el poder económico o político o que institucionalmente se
reconocen como autoridades políticas, económicas y sociales respecto de las
cuales los grupos de oposición hacen resistencia sirviéndose de métodos y
medios constitucionales-legales o de otro tipo que pueden ser ilegales y
violentos”.(Zucchini, 1988).
Hacer
oposición a un Gobierno es ejercer la crítica constructiva para lograr hacer
corregir los excesos del gobernante. No es salir a gritar a las calles,
megáfono en mano, ni marchar o realizar un plantón, eso se llama protesta; y si
dura varios días la protesta con consignas de no acatar la decisión de un
mandatario porque se siente injusta la medida, se llama entonces, desobediencia
civil. Esta forma de expresión la realiza la población cuando los problemas
sociales crecen y no se observan inversiones o mejoras. La protesta no se puede
acallar con represión, se disuelve solucionando la esencia de los reclamos.
Colombia va a presenciar una mezcla de oposición y protesta popular acompasada
por la dinámica de los hechos. La democracia avanza si se corrigen los excesos,
por lo tanto, no hay que mirar la protesta como subversiva sino como expresión
de reclamo colectivo ante la inefectividad del reclamo individual, donde el
ciudadano se siente acogotado y desconocido.
Colombia
durante toda su vida republicana (196 años) no ha tenido una oposición
reglamentada con Ley Estatutaria, la oposición que ha habido se organiza por
los partidos perdedores de la elección; muchos de los perdedores se pasan a la
bancada oficial por intercambio de favores, y forman el partido de Gobierno, o
el partido de los contratistas, es decir rodean al Presidente para pedir y
extorsionar a cambio de votos aprobatorios de las leyes, así ocurre con el
“Control” a los Gobernadores y Alcaldes. Con esas transacciones torticeras se
ha declinado en Colombia el ejercicio de una oposición seria, a punta de
deslizamientos de los perdedores hacia el bloque de gobierno: son comprados o
granjeados.
En otras
épocas la oposición ha sido violenta como las 8 guerras civiles del siglo XIX;
o los períodos de violencia crónica y encadenada del siglo XX desde 1946. El
pretexto al construir el Frente Nacional fue aplacar la violencia bipartidista
que las mismas élites de los dos partidos habían insuflado, desde que se inició
el exterminio del movimiento gaitanista. La connivencia frentenacionalista
generó otras formas de violencia y no dejó desplegar la oposición
parlamentaria. Afloró la oposición extraparlamentaria, impulsada por las
guerrillas, ante el cierre de los espacios políticos formales. Terceras fuerzas
en la década del 60 trataron de jalonar la oposición, el MRL, La ANAPO y el
Frente Unido, camilista. La primera se disolvió por el retorno del jefe al
partido liberal; la segunda fue afectada por el fraude electoral de 1970; y la
tercera por un error estratégico, el padre Camilo es inmoló en la lucha armada.
Durante el post-frente nacional (1974 / 1990), la oposición fue caótica sin reglamentación
y se dio con chantajes desde la rama legislativa al presidente de turno, se
disolvieron las ideologías de los dos partidos tradicionales y la violencia se
practicó con la sicarización de los directorios políticos para eliminar al
oponente. La única excepción de oposición reglamentada se intentó durante el
gobierno Barco Vargas (1986/1990), pero la costumbre de pedir, chantajear y
volverse bloque de gobierno, alteró la propuesta del Ministro Cepeda.
Solo después de 27 años de expedida la Constitución
de 1991 empezará a regir el primer estatuto para ejercer la oposición en
Colombia, producto de una norma dictada el año pasado durante el trámite del
Fast Track o vía rápida, se trata de la Ley estatutaria 1909 sancionada el 9 de
julio de 2018, con 32 artículos, norma tramitada ante la necesidad de regular la relación de
los partidos con el Gobierno, de reconocerle derechos a las fuerzas políticas
minoritarias y de apuntalar la participación política del naciente partido de
las FARC .
Gustavo Petro, disidente del Polo Democrático,
exguerrillero convertido en Constituyente, legislador y alcalde de la capital,
casi en solitario, empezó la campaña presidencial 2018 y logró motivar
multitudes de indignados que lo llevaron a la segunda vuelta electoral, donde
mostró con su programa de gobierno un populismo constitucional, realizable. Con
más de 8 millones de votos se convirtió por el hecho político en jefe de la
oposición del nuevo gobierno que empezará el 7 de agosto de 2018. El
interrogante es: cómo podrá desenvolverse esa oposición? Por los anuncios que
circulan en redes sociales y por las declaraciones del mismo Petro se hará en
una combinación de oposición parlamentaria (dentro del Congreso), sobre lo que
sea necesario cuestionar, y combinada con el respaldo popular en las plazas
públicas como mecanismo de participación popular en vivo, sin formalismos de
trámite normativo, aprovechando la inmediatez de las redes sociales para
convocar, o sea activando la política digital.
Para que
una oposición en cualquier país sea fuerte, consistente y efectiva, es
conveniente que este unida, conglomerada bajo unas guías, parámetros y
liderazgos, los que corresponden a las fuerzas políticas que la componen. La
oposición desperdigada o fragmentada en igual número de partidos políticos y
movimientos políticos que no llegaron al poder se torna débil e inconsistente,
porque si bien es cierto que cada uno cuestionará al ejecutivo central (en
otros casos los poderes ejecutivos locales); sus errores o desaciertos,
fraccionados no lograran la votación homogénea o grupal para obstaculizar los
desafueros o abusos del derecho.
La oposición indisciplinada o fraccionista no
obtiene resultados efectivos porque la suma de voceros políticos no está solo
para lucirse individualmente con discursos emotivos, sino para interconsultarse
a fin de encontrar coincidencias que les permita votar en bloque una decisión
que logre impedir la aprobación de una ley injusta o contraria al interés
general. O adelantar una moción de censura que de resultado.
Dentro de una Democracia funcional, la
oposición debe ser reconocida y respetada; y a su vez, la oposición bien
conducida y racional puede contribuir a ganar en cultura política y civilidad.
No reconocer a la oposición es querer no ser controlado o vigilado, es
pretender gobernar sin observadores con voz, y afianzarse con los cómplices. En
las democracias la oposición es la contraparte de quien gobierna. El triunfo lo
da la mayoría en las urnas, pero esas mayorías de votantes no tienen como
controlar a sus elegidos, lo deben hacer los perdedores que si compitieron en
las urnas y que pretenden ser alternativa de poder para el próximo período.
Con una oposición en funcionamiento gana la
Democracia porque habrá un control al gasto de la hacienda pública; gana el
pueblo burlado en otras horas y no representado debidamente; gana el buen
gobierno porque el desempeño deberá ser transparente. Por todo esto la
oposición debe ser racional y actuar con ponderación, no se trata de negar,
criticar y atravesarse sin fundamento porque la gente capta si lo denunciado es
real o mera espuma de escándalos, así los mismos opositores pierden
credibilidad.
El Exministro Rudolf Hommes, sugiere un esquema
de gobierno y oposición moderado, refiriéndose al ejercicio del gobierno que
empezará el 7 de agosto, manifestando que ojalá fuere un poder blando; y a la
oposición desde el Congreso aspira sea moderada para renunciar a posiciones
intransigentes. Este anhelo expuesto en una columna de prensa publicada el 16
de julio, lo condensa en la siguiente frase: “Este panorama lo puede introducir
el nuevo presidente y sería radicalmente diferente del que se ha agitado
durante el debate electoral que pondría a la oposición a vociferar
permanentemente en el Congreso, a hacer política en los juzgados penales y a
organizar manifestaciones en las calles
y las plazas públicas mientras la administración se ocupa de destruir
los avances alcanzados en el proceso de paz y descuida la economía, el progreso
social y el buen gobierno”. (Hommes, 2018)
El anhelo del exministro Hommes, bien expresado
y ponderado no se va a dar, al menos en la primera fase del gobierno porque loa
ánimos aún están caldeados, producto de la polarización de las partes desde el
año 2016 con tres justas electorales que resumieron esas posiciones hirsutas.
Así el nuevo Presidente, Iván Duque, quisiera guardar el equilibrio, los
debates e imputaciones fuertes marcaran la primera fase de la relación
Gobierno/Oposición, por temas sensibles como lo que falta para la implementación
de la paz, el aniquilamiento de líderes sociales, la corrupción extendida en
todos los entes territoriales y Corporaciones Autónomas Regionales, la justicia
ordinaria disfuncional, la JEP desconfigurada por los ataques desde diferentes
flancos, la sociedad expuesta al detrimento económico por la falta de movilidad
social, y el descontento con el gabinete ministerial anunciado que tiene un
énfasis gremial, alteró hasta a los “socios “ de la segunda vuelta electoral
que ya anuncian oposición legislativa de centro, aunque son marcadamente de
derecha.
Citas:
Zucchini Giampaolo. Concepto de oposición.
Diccionario de ciencia política. Compilación de Norberto Bobbio y Nicola
Matteucci. Siglo XXI Editores. Quinta edición en español, página 1132, Madrid,
España, 1988.
Hommes Rudolf.
“Gobierno y Oposición”. Columna publicada en el periódico El País de
Cali,Página A-8, julio 16 de 2018.
Por: Alberto Ramos Garbiras | Magíster en Ciencia Política Universidad
Javeriana; PhD, Doctorado en Política
Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); profesor de
derecho internacional en la Universidad Libre.