De cara a la segunda vuelta electoral
reaflorará el populismo en ambos candidatos, Duque con el populismo de derecha
y Petro con el populismo de izquierda. El populismo es multiforme. Y el que
expondrán será un populismo constitucional. Ya antes de la primera vuelta lo
fueron soltando en dosis, exponiendo cada uno lo que necesita Colombia y lo que
no se ha cumplido que está estipulado en la Constitución dentro del Estado
Social de Derecho.
En medio
de la segunda vuelta electoral Iván Duque y Gustavo Petro, afinaran y
aumentaran el tono populista de ambos discursos, un populismo nada deleznable y
creíble. El populismo constitucional (cercano al patriotismo constitucional).
Álvaro Uribe Vélez lo practicó en sus dos campañas presidenciales (2002 y
2006), y en sus dos gobiernos, el populismo de derecha que le ha dado tantos
réditos electorales, conservando una base de votantes que sobrepasa los 4
millones, con los beneficiados del asistencialismo envueltos en los programas,
familias en acción, familias guardabosques, y el SISBEN, entre otras ayudas.
Del otro
lado, Gustavo Petro para hacer avanzar su ideario, saliéndose del lenguaje
acartonado del populismo de izquierda latinoamericano del Siglo XXI, y
renovando contenidos del socialismo clásico, en esta etapa electoral de cara al
17 de junio continuará exponiendo su programa bajo el manto del populismo
constitucional, como ex Constituyente y ex legislador, argumentando todo lo que
falta por hacer y que se desprende de la Constitución; con este lenguaje,
además, le permite ahuyentar el miedo que han despertado contra él. Para dar
solo dos muestras miremos estos aspectos: A). El primero de junio Iván Duque
expuso ante la UNAD que ofrecerá educación universitaria gratuita a los
estratos sociales 1 y 2. Petro durante el tramo anterior a la primera vuelta ha
venido ofreciendo educación universitaria gratuita para todos. O sea, la
emulación es evidente, y le cercena o limita dos estratos: populismo
constitucional alrededor del inciso 4 del artículo 67 de la Constitución. B).
Duque propone mejorar las condiciones de los pensionados y adultos mayores.
Petro propone una pensión no contribuyente para las amas de casa como se
estableció en Ecuador y en Uruguay.
Duque lo
hace con los atractivos de la economía naranja y un asistencialismo gradual; y
Petro con la lucha contra el extractivismo y las formas para adecuar el país al
cambio climático y flexibilizando el alcance de logros para gozar los derechos
sociales, culturales y económicos. Otras propuestas se pueden citar. Duque
cambiaría el modelo de las EPS, impulsará una Ley que impondría un plazo a las
EPS para pagar en 90 días después de la prestación del servicio. Petro afirma
que las EPS dejaran de ser intermediarios entre el Estado y los usuarios, y
creará un fondo único que estará a cargo del recaudo, la administración, el
pago y el control. Duque afirma sobre el medio ambiente que extenderá la
concientización sobre la riqueza de la biodiversidad de Colombia con campañas
de cultura ambiental empresarial y familiar, con siembras anuales; y revisar lo
del fracking si afecta a los acuíferos y ecosistemas. Petro, hace hincapié en
el uso de tecnologías limpias para combatir el cambio climático, invertir en la
conservación de los bosques y reducir la deforestación.
Los dos discursos populistas utilizaran con esa
terminología, un lenguaje remozado pero que busca atraer pueblo como motor del
ascenso al poder. Y buscaran moderando el lenguaje conquistar los 5 millones de
electores flotantes hoy, pero reales que, votaron por Fajardo y de la Calle.
Buscaran llamar la atención sobre los electores del centro político, a los
inclinados por el voto de opinión que
aumentó en estas elecciones superando al voto amarrado o voto clientelar (si
sumamos los votos por Fajardo y el mismo Petro, más de 9 millones); a la
ciudadanía asustada por la polarización, y a los nuevos electores o votantes
jóvenes. Por esta razón ambos candidatos supérstites morigeraran y suavizaran
el lenguaje utilizado antes de la primera vuelta electoral, para seducir y
atraer. Moldeara cada uno de ellos un discurso que gane confianza.
La mejor forma o vía que tienen ambos
candidatos es orientar las propuestas a todo aquello que tenga una raíz
constitucional para hacerlo realidad desde la base de mínimos vitales con
desarrollo legislativo o con decretos desde el ejecutivo central: artículos de
la Constitución 13, y desde el 42 hasta el 77 para ampliar con mínimos vitales
el Estado Social de Derecho con la materialización de los derechos sociales,
culturales y económicos ; más el artículo 334 sobre la intervención del Estado
en la economía teniendo en cuenta la regla de la sostenibilidad fiscal, aquí
está la matriz del populismo constitucional posible porque la dirección general
de la economía está a cargo del Estado “… para racionalizar la economía con el
fin de conseguir en el plano nacional y territorial, en un marco de
sostenibilidad fiscal, el mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes,
la distribución equitativa de las oportunidades y los beneficios del desarrollo
y la preservación de un ambiente sano. Dicho marco de sostenibilidad fiscal
deberá fungir como instrumento para alcanzar de manera progresiva los objetivos
del Estado Social de Derecho. En cualquier caso, el gasto público social será
prioritario”.
“El Estado, de manera especial, intervendrá
para dar pleno empleo a los recursos humanos y asegurar, de manera progresiva,
que todas las personas, en particular las de menores ingresos, tengan acceso
efectivo al conjunto de los bienes y servicios básicos. También para promover
la productividad y competitividad y el desarrollo armónico de las regiones”.
En la segunda vuelta también se pueden armar
nuevas coaliciones o alianzas, pero se darán más adhesiones individuales: Gente
del común, ciudadanos sin militancia en los partidos políticos, independientes
preocupados por el rumbo del país, llamando a la pluriculturalidad con
negritudes, indígenas y campesinos, los aherrojados de siempre... Los dos
candidatos van a edulcorar el discurso como señuelo, aunque luego quien llegue
al poder gire otra vez hacia el núcleo central de las propuestas originales del
programa de gobierno.
Para toda la clase política y todos los
partidos políticos el sustrato fundante es el pueblo, es decir todos buscan
atraer a la población votante. Aflora el populismo cuando las instituciones y
los partidos dejan de funcionar en medio de una crisis estatal, y entran a
competir con la clase política tradicional instalada en el poder. Se exacerban
los ánimos y esto motiva a algunos dirigentes a adoptar otras posiciones, por
el quiebre de la democracia representativa y participativa. El populismo
irrumpe más fácilmente en países donde la caída o desplomes de las
instituciones se está dando; el derecho es inane y disfuncional; la justicia se
hunde por inefectividad y lenidad, donde se cartelizan las sentencias con una
cúpula de togados; la burocracia central y las burocracias regionales de
corrompen, los organismos de control se desprestigian; los partidos políticos
no representan a las comunidades y se apoderan de ellos figuras avezadas a las
componendas, etc.
El populismo es una forma desesperada, o la
única que encuentra el líder que se autoproclama, para hacer política y
alcanzar el poder, lo hacen recorriendo la legalidad del Estado, cumpliendo las
reglas electorales, concurriendo a las urnas. Se enfrentan desde la oposición o
en solitario a la formalidad de los partidos tradicionales en coalición con el
Gobierno en ejercicio pero que está en crisis o debilitado, para reemplazarlos.
Podemos ver cómo han pasado a la segunda vuelta dos líderes populistas en sus
variantes, derecha e izquierda. Arman nuevas alianzas con afines ideológicos,
muchos se trasladan como mutantes, se adhieren con quienes se han enfrentado
los últimos años, no tienen más alternativa y se desideologizan totalmente para
compartir el poder. Luego vendrán las sorpresas y los incumplimientos entre personas,
partidos y fracciones.
El
aparecimiento de líderes populistas con eco o aceptación le plantea unas
exigencias a la Democracia que debe modernizarse o acoplarse a la crisis para
resolverla. El populismo no es un régimen ni un sistema, este encaja en la
Democracia, no es una perversión de ella, sirve para superar la crisis porque
es una forma de hacer política. Si el líder populista llega al poder se
instalará y fusionará el liderazgo mesiánico con las funciones de la rama
ejecutiva y tenderá a reducir los controles para hacer todo más expedito y
poder alargar su permanencia o hacerse reelegir. Esto explica la tendencia a
reformas para alcanzar la reelección, o disminución del Congreso a una sola
cámara, o a reducciones de la rama judicial a menos cortes. Y luego retornará
la “normalidad política” de la cual se apoderan nuevamente los partidos
formales a la manera de élites aristocráticas dentro de la Democracia.
Los populistas acuden lógico al pueblo como
actor político colectivo, lo convocan, lo movilizan, lo instrumentalizan y le
inyectan motivacionalmente los valores nacionales con significantes flotantes
como diría Ernesto Laclau: Democracia, ciudadanía, interés general, libertad,
justicia, bien común, convivencia y otros. Los líderes populistas se apoyan en
el pueblo, lo convocan, dicen representarlo, aunque no lo organicen ni lo
reivindiquen plenamente al final del proyecto (los políticos tradicionales
hacen lo mismo con otro lenguaje, mentiras, demagogia, embustes e incumplimientos).
La clase política tradicional en América Latina, siempre lo ha hecho, pero se
revisten de solemnidad; el clientelismo es una deriva del populismo. Los
neopopulistas de derecha e izquierda también, con otro lenguaje (Perón, Menen,
Fujimori, Chávez. Correa, Evo Morales, Lulla, Uribe…); instrumentalizan al
pueblo, lo usan, lo conducen, pero no mejoran la movilidad social real; si
alivian sus necesidades con el asistencialismo alimentario, en salud,
educación, recreación, etc. Asistencialismo paternalista que mantiene la
popularidad del líder como mesías. Este sostiene el lenguaje discursivo
emocional, lo traslada a las normas de ayuda; el líder desde el poder despierta
las actitudes motivacionales, maneja la opinión a través de los medios de
comunicación y propala un ambiente comunitario que da la sensación de
cumplimiento.
Por: Alberto Ramos Garbiras. Magíster en
Ciencia Política Universidad Javeriana, PhD, Doctorado en Política
Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); profesor de
derecho internacional en la Universidad Libre.