La mezcla de la religión con la política nunca
ha sido satisfactoria, se entrecruzan además las ambiciones de poder y las
finanzas. Muchos ciudadanos se trastean de iglesia buscando liberarse de la
opresión, mejorar la situación económica, resolver problemas de soledad y
sentimientos de desamparo. Con el activismo proselitista se transforman algunas
iglesias cristianas en movimientos políticos. La capacidad argumentativa
/especulativa que tienen los movimientos religiosos para descalificar los
fundamentos culturales del orden social a fin de combatir el estado de cosas y
atraer seguidores, hace que la población sienta un bombardeo de discursos que
ideológicamente los aliena, haciendo énfasis en los castigos divinos, algunos hablan
de un plan de Satanás contra el país.
En muchos casos históricos la fusión política y
religión ha terminado desatando el fanatismo y las acciones violentas. Miremos
varios casos. Las tres cruzadas en la edad media buscaban recuperar los lugares
santos o de la tierra santa ocupados por musulmanes para reimplantar el
cristianismo a espada y sangre, persiguieron y aniquilaron no solo a
musulmanes, también a: esclavos paganos, judíos, cristianos ortodoxos griegos y
rusos, mongoles, cátaros, prusianos y enemigos del cristianismo o del Papa,
inicialmente Urbano II, cruzadas realizadas entre 1099 y 1291, con efectos
nocivos hasta el siglo XV. Luego las
guerras religiosas que envolvieron la guerra de los 30 años hasta la paz de
Westfalia en 1648; entre las razones políticas e internacionales (el interés de
Francia de imponer su hegemonía sobre territorios geoestratégicamente
favorables a sus intereses, estaba la búsqueda de la libertad religiosa para
varios Estados. Y el caso dramático de la Yihad islámica o guerra santa del
terrorismo liderado por ISIS o Estado Islámico contra occidente y los impíos,
con dos frentes de acciones, el ejército desplegado en Siria e Irak, y los
terroristas desperdigados en el mapa europeo atacando a ciudadanos de la
coalición que los bombardea.
Desde la
expedición de la Constitución de 1991 se restableció la libertad de cultos que
había consagrado la Constitución de 1863 (o de Rionegro), y comenzaron a fundar
iglesias evangélicas o protestantes, llamadas así porque en Europa surgieron
por la protesta de Martín Lutero que, en 1517 con sus 95 tesis, siendo la
principal la crítica a la venta de indulgencias, se produjo la ruptura. Muchos
pastores han venido convirtiendo la práctica del credo religioso en una forma
de participación política hasta fundar movimientos políticos o partidos y
compitiendo electoralmente para obtener escaños y hasta buscar alcaldías y
espacios de poder. La televisión por cable, las parabólicas, han permitido la
proliferación de Telepastores que disertan sobre todos los temas a partir de
los textos bíblicos. Los pastores manejan un discurso atrapador, pero dicen
defender primero los valores de la familia.
Claudia Rodríguez de Castellanos entronizada en
la cúpula de la iglesia “Misión Carismática Internacional”, fue senadora y en
27 años ha logrado 5 senadores, 7 representantes a la Cámara, concejales y
diputados, en los últimos 16 años se ha movido como aliada del Uribismo y del
Vargas Llerismo. En el tarjetón presidencial aparece la casilla de un aspirante
cristiano, el Pastor Jorge Trujillo, de la Iglesia “Manantial de Vida Eterna”,
y poco registra en las encuestas, esta es la prueba de que el voto cristiano no
es homogéneo, el hecho de aparecer en el tarjetón no quiere decir que millones
vayan a votar por él. Los partidos tradicionales (liberales y conservadores)
transmutados en otras personerías jurídicas, como el Centro Democrático y
Cambio Radical, en esta campaña emprendieron una especie de cacería de
cristianos para sumar votos.
En Colombia ya existen más de 5.000 iglesias
inscritas ante el Ministerio de Gobierno, con más de 11.000 sedes en todo el
país. Semanalmente se están inscribiendo hasta 10 iglesias protestantes nuevas.
Más de 8 millones de colombianos pertenecen a esa iglesia, pero el voto cristiano
no es homologable ni endosable, solo en el año 2014 alcanzaron 411.00 votos
para el congreso con el Partido MIRA, tres senadores. En el año 2016 fueron
decisivos para el triunfo del No contra la Paz, aupados por el antecedente de
haber defenestrado a la Ministra de Educación Gina Parodi a quien le
cuestionaron la ideología de género en unas catillas educativas. Para la
campaña electoral 2018 se coaligaron varios pastores y crearon el movimiento
“Colombia Justa-Libre”, lograron 3 senadores el 11 de marzo, dicen tener el 70%
de las iglesias nucleadas, destacándose en la cúspide las iglesias, “Asamblea
de Dios”, “Misión Panamericana”, “Iglesia Cuadrangular”, Manantial de Vida
Eterna”, “Bethesda”, entre otras. Las iglesias cristianas tienen tres modalidades
de participación política: 1). Con partidos políticos propios o movimientos
políticos; 2). En alianza con otras fuerzas u organizaciones políticas; 3).
Buscando incluirse en listas de otros partidos para lograr escaños en cuerpos
colegiados (Congreso, Asambleas Departamentales o Concejos Municipales).
Además, y es inevitable, en todos los partidos políticos hay cristianos, como
en efecto, hay católicos.
El problema no es la pertenencia o la
militancia de cristianos y católicos en los partidos o movimientos políticos,
porque son ciudadanos y tienen los mismos derechos que los no creyentes o los
apáticos arreligiosos. El problema surge con la creación de partidos políticos
manejados por una iglesia porque fusionan totalmente la religión con la
política y esto es incompatible con un Estado-Laico donde se ha separado el
manejo de los asuntos gubernamentales en manos de los civiles, y donde las
instituciones democráticas deben ser manejadas bajo el ordenamiento jurídico de
un Estado Constitucional presidido por la Constitución y no por la Biblia. La
interpretación y aplicación de ambos textos es totalmente diferente. El
laicismo separa el conocimiento de la fe, pero ahora observamos un
reafloramiento de iglesias que llevan a la postsecularización, entrometiéndose
en la actividad política. En México, por ejemplo, se prohíbe que las iglesias
formen partidos políticos.
La relación entre la Constitución y la Biblia
la hacen los cristianos politizados o los católicos fanáticos. Con ello buscan
avanzar en sus aspiraciones personales o intereses ocultos. Los ciudadanos
desprevenidos o los apolíticos no caen en esa tentación. Los pastores
cristianos o los católicos solapados que usan la religión para escalar
políticamente negando ese retorcimiento le causan daño a las instituciones y a
la gente. Esa es una razón principal para impedir que continúen apareciendo
partidos o movimientos políticos manejados desde las iglesias: están
confundiendo las actividades espirituales y religiosas con las actividades
gubernamentales en la conducción del Estado. Y desde el otro lado, los
políticos utilizan a las iglesias en alianzas electorales y viceversa.
Podríamos enfocar esta temática desde la óptica
de la moral y el derecho, pero no es suficiente. Las religiones que fundan
iglesias difunden unos lineamientos morales a sus seguidores de acuerdo a la
interpretación de los textos bíblicos, guían y aconductan a la feligresía de
acuerdo a esa suma de interpretaciones; desde cada iglesia se pronuncian
discursos llenos de consejos, admoniciones y orientaciones. La conducta moral
que van moldeando o forjando podría decirse que sirve para “formar buenos
ciudadanos”; ningún pastor predica en público la exaltación a los delitos o
violación de las reglas del ordenamiento jurídico.
Desde la edad media baja, Siglo XII, existió un
debate teológico y jurídico por la relación entre la moral y el derecho: Pero
como quiera que más adelante dentro de la formación de las Monarquías
absolutas, los Reyes le entregaron a la iglesia católica la administración de
la justicia apareciendo la Inquisición, entonces la moral practicada y
difundida, más los dogmas de fe, se tomaron la justicia y el derecho quedó
subalterno de la religión. Después de las revoluciones burguesas, y ya entrado
el siglo XIX, en occidente, y con énfasis en América Latina, ante la falta de
una separación clara entre la iglesia y el Estado, la producción legislativa ha
permanecido influida por las normas morales que la iglesia católica difunde.
Los Estados laicos son gobernados por los civiles
que llegan al poder dentro de las democracias establecidas, los estados
teocráticos están gobernados por religiosos como en el caso de Irán. En los
estados democráticos rige la Constitución y las normas infraconstitucionales (Leyes, decretos, resoluciones, Ordenanzas, Acuerdos...),
y la aplicación de las normas tienen unas reglas de validez; la jurisprudencia
es una fuente del derecho como las otras; en los estados teocráticos la visión
primigenia es la interpretación de la biblia o el Corán o el libro sagrado que
se tenga de acuerdo al monoteísmo imperante.
Los
religiosos fanáticos confunde la Constitución y la biblia y así distorsionan la
aplicación de las normas, vulnerando derechos de segmentos poblacionales, de
minorías, de sectores vulnerables, el caso más patético en Colombia
recientemente fue la conducta del Ex Procurador Alejandro Ordoñez Maldonado;
persiguió a minorías vulnerables, desconoció fallos de la Corte Constitucional
como la sentencia sobre el aborto; se atravesó al proceso de Paz desconociendo
la justicia transicional aplicable a una guerrilla no vencida militarmente,
etc. Se lanzó a la campaña presidencial 2018 retirándose del Partido
Conservador, organizó un movimiento ciudadano al que llamó “Patria en Pie”, se
vinculó a la consulta interpartidista con el partido Centro Democrático,
seleccionó como fórmula vicepresidencial a un Pastor cristiano de Barranquilla,
David Name Orozco. De otro lado, Vivian Morales, miembro del partido Liberal, y
perteneciente a una iglesia cristiana “Casa sobre la Roca”, entró en
contradicciones con los principios del partido Liberal por profesar dogmas que
su iglesia acoge, en la promoción de un referéndum discriminatorio que le costó
la descalificación para su candidatura a la Presidencia por del partido con el
logo rojo, del cual tuvo que retirarse.
Los cristianos o protestantes activistas buscan
identidades, ser reconocidos en sus actividades locales, pero muchos se
sobrepasan e incurren hasta en actos delictivos. La política cubre a toda la
sociedad y no están por ello exentos de ser influidos por el discurso
convocatorio las promesas que los atraen. Y son invitados a votar, claro. Pero
creo deben y pueden votar por todo lo que se ajuste a los estándares bíblicos,
votar por todo lo que consideren justo, lo más apegado o cercano a sus
principios morales, como dijo un predicador neutral, “votar por todos aquellos
aspectos que a Dios le agraden”. Los Estados democráticos no deben estar
dirigidos por los curas, sacerdotes o pastores, o guías espirituales.
Por: Alberto Ramos Garbiras | Magíster en
Ciencia Política Universidad Javeriana; PhD, Doctorado en Política
Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); profesor de
derecho internacional en la Universidad Libre.