Los resultados de las dos consultas
interpartidistas y la nueva composición del Congreso, del domingo 11 de marzo
marcaron la auténtica fotografía de quienes verdaderamente tienen opción de
llegar a la presidencia Iván Duque y Gustavo Petro. Esa consulta se convirtió
en una real encuesta, ya no una medición sobre 1.500 o 2.000 personas, sino un
acercamiento a las urnas de más o menos 17 millones de personas. Se vuelve
inevitable realizar varias consideraciones.
1). La consulta fue importante y marcará el
rumbo de la competencia electoral, de estas elecciones, de cara a la primera y
la segunda vuelta electoral.
2). la consulta se promovió como
interpartidista y estuvo llena de discusiones internas con tira y aflojes
notorios; Martha Lucía Ramírez solicitaba otra medición, las encuestas; su
mentor, Pastrana Arango, amagó con retirarse; Alejandro Ordoñez, también presionaba
creyendo tener mucha capacidad de arrastre; al final cedieron: En el fondo
había un solo partido político, el Centro Democrático, fundado por el Ex
Presidente Uribe. Los otros dos no tienen ni partido político. Ambos se habían
retirado del Partido Conservador.
Y del otro lado Petro es un hombre sin
partido político debido a los retiros que ha protagonizado y las inscripciones
por firmas: se apartó de la Alianza Democrática AD-M-19 cuando ingresó al Polo
Democrático, se apartó de esta confluencia política llamada Polo cuando realizó
el debate contra los Moreno Rojas, por el carrusel de contrataciones
descubierto en Bogotá; luego, organizó el movimiento Progresistas y lo disolvió
al ingresar a la Alianza Verde, promoviendo la supresión del nombre Partido
Verde; y ahora lidera la Colombia Humana con una lista de la decencia al
congreso que obtuvo 4 senadores. Y lo avalan dos partidos minoritarios con
personería jurídica: la UP y el MAIS. El otro nombre, Carlos Caicedo, tampoco
tiene un partido político consistente de respaldo, logró el apoyo del partido
ASI, también de estirpe indigenista como el MAIS. O sea, partidos prestados,
pero consecuentes con el proceso político en curso.
3). Concurrieron a las urnas 17.445.000
millones de ciudadanos de 36.493.310 millones que tiene el censo electoral. Los
17 y pico de millones votaron para el Congreso, y solo 9.600.000 millones para
las dos consultas, es una incógnita hacia donde se inclinarán los otros 8
millones en la primera vuelta electoral. Y continúa la alta abstención con 19
millones de personas que no participan ni se acercan a los puestos electorales.
Vuelve a pensarse en el recurrente tema del voto obligatorio, aunque sea para
que voten en blanco y depuren las listas repetitivas de los mismos candidatos a
los cuerpos colegiados.
4). Se puede inferir que el resultado por Martha
Lucía Ramírez, un total de 1.537.040, no es confiable para que voten por Duque
en la primera vuelta porque gran parte lo hizo para sabotearlo a él e
interferir en el proceso, lo mismo ocurre con los 384.000 votos de Ordoñez. Así
que el techo electoral de Iván Duque quedó marcado, tiene 4. 032. 736 votos que
son los de Uribe, lo que le quedó de un electorado que lo respeta y le sigue
producto de ese asistencialismo populista llamado cohesión social y de
seguidores que admiran su denominada seguridad democrática, aunque no logró
vencer a las FARC, ni acabar con la violencia urbana en Colombia. Ese
electorado se lo endosó a Zuluaga en la primera vuelta del 2014 y lo aplicó en
el plebiscito de octubre 2016.
5). El resultado de Petro (2.848.868 votos) y
Caicedo (514.806) es más confiable, ninguno de los dos lo había tenido antes,
mirando la votación de cada uno en las alcaldías de Bogotá y de Santa Martha, o
en otras incursiones electorales. Pero se colige que los ciudadanos acudieron a
votar en medio de la polarización que en la coyuntura se vive en Colombia y
están decididos a apoyar una alternativa distinta (una opción nueva encarnada
en una izquierda moderada),al bipartidismo hegemónico, hoy metamorfoseado en
otros partidos, los que han sobrevivido 8 años detrás de Uribe y 8 años
trasteados detrás de Santos, es decir otro Frente Nacional camuflado. Se
desideologizaron más los partidos y se desperfilaron, hasta atomizarse o fragmentarse
y autodestruirse por una especie de nanopartidismo.
6). Lo más probable es que Duque y Petro
saquen las votaciones más copiosas para pasar a la segunda vuelta electoral, en
virtud a esa polarización se realinearan los electores de base, los ciudadanos
sin directorio, movimientos políticos dispersos y sin personería, sectores
sociales desarraigados, y algunas fuerzas sociales. De ambos lados los
esfuerzos se harán para fortalecer el espectro de la derecha liderado por Duque
y el espectro de la izquierda liderado por Petro.
7). Lo más paradójico es el origen de esta
polarización, la firma de la Paz con concesiones a una guerrilla no vencida
militarmente. La Justicia transicional para los desmovilizados y la conversión
en partido político alteraron el temperamento de una derecha intolerante, así
se expresaron con anticipación durante el plebiscito de octubre 2016, cuando
distorsionaron el contenido de los acuerdos para exacerbar la conducta de los
electores.
Otra paradoja, todo esto ha ocurrido en medio
del desperfilamiento de los partidos políticos que, desde el año 2002
comenzaron a aparecer como nuevas formaciones políticas y en el fondo no eran
sino nuevas fachadas con personería jurídica del bipartidismo transmutado,
liberales y conservadores reagrupados alrededor de la figura presidencial,
crearon Colombia Democrática, Alas Equipo Colombia, Convergencia Ciudadana, se
fortaleció Cambio Radical, apareció después el partido de la U, etc.
8). Desde las otras candidaturas, tanto
Fajardo como Vargas Lleras, cada uno desde sus sedes políticas trataran de
organizar el centro político. Vargas Lleras se ha movido con velocidad
inusitada para redefinir su fórmula vicepresidencial que anunció con un comodín
afecto a sus filas (Luís Felipe Henao), y buscará afanosamente atraer al
partido de la U, al partido Conservador y al Partido Liberal, los dos primeros
sin candidato presidencial propio y el último, el liberal, un candidato
abandonado por esta extraña campaña donde los forjadores de la paz se
convirtieron en quemadores políticos (Santos, De la Calle y Timochenko).
Vargas Lleras tiene la ventaja de haber
estado conviviendo más de 7 años en las entrañas de la Unidad Nacional
Santista, así puede convocarlos para extenderles la mermelada 4 años más, y le
creerán, no por convicción ideológica, sino por conveniencia. Y Santos le
podría ayudar subrepticiamente para no afectarlo de frente, por una razón, no
puede permitir que la otra derecha, la Uribista (desde donde lo han atacado
inmisericordemente) le arrebate el poder que construyó en 8 años. Los afectos
de Santos por De la Calle, lo han hecho dudar para definir su apoyo, ya no
tiene sino esas dos opciones ante la premura de la entrega de los nombres con
el tiquete completo: presidente y vicepresidente. La fórmula Vargas Lleras y
Juan Carlos Pinzón parece un contrasentido para la continuidad de la
implementación de los acuerdos de Paz, pues ambos obstaculizaron o guardaron
silencio en varias etapas del proceso. Las “bancadas de la paz” durante el
proceso y la refrendación no serán bancadas para la implementación durante el
postconflicto. Otra dura realidad para Juan Manuel Santos que no ve despegar la
candidatura de su escudero en estos años: De la Calle.
Pero fingir hoy ser del centro político no es
rentable, Vargas Lleras quedará en evidencia que encarna la derecha
bipartidista tradicional, oligárquica y clientelista. Vargas Lleras buscará
también que se acerquen iglesias cristianas atomizadas en medio de la libertad
de cultos. Ninguno de los dos bloques de derecha (el de Duque y el de Vargas
Lleras) va a ceder durante la primera vuelta electoral. Y esto los dividirá, no
pudiendo ninguno lograr ganar con más del 50 % en la primera vuelta. Es decir,
la segunda vuelta electoral es inevitable.
9). Sergio Fajardo hará algo parecido, a
partir de su alianza con el Polo Democrático y el Partido Verde, tratará de
convocar otras fuerzas sociales, de armar el centro político que quedó sin una
cara visible, pero esto ya es un imposible. En esta elección por la dinámica de
la polarización de la sociedad (en diálogos interpersonales, en corrillos,
sitios de trabajo, dentro de las familias, en las redes sociales…), la
polarización se extendió por la exacerbación de los ánimos debido a los
infundios, infamias, calumnias, mentiras, el destilamiento del odio, etc ; así,
el centro político ya no tiene juego en lo electoral; y quien arme estructuras
para posar de centro político, será absorbido o subsumido por uno de los extremos
del campo político: la derecha o la izquierda. La negativa de Fajardo de atraer
desde el año pasado a Humberto de la Calle, a Petro y otros, lo reducirá a un
centro político sin capacidad de definición, solo servirá para que se dé una
segunda vuelta por la dispersión de los votos. Además, los candidatos producto
de consultas populares partidistas o interpartidista no pueden renunciar, sino
agregar o aglutinar alrededor de su nombre, según la Ley 1475 del año 2011,
artículo 7, esto dificulta las eventuales alianzas.
10). Petro pasó a ser el eje de la izquierda,
el Polo Democrático perdió ese papel. Petro podrá crecer con todas las fuerzas
inconformes, algunos movimientos sociales, pequeñas formaciones políticas,
sindicatos, con sectores sociales excluidos, con segmentos poblacionales de la
multiculturalidad colombiana arrumbada (indígenas, afrodescendientes,
campesinos); con los inconformes de varios estratos sociales, con los
indignados, con los profesionales independientes no enmermelados.
11). El populismo se esparció y sin excepción
todos lo están practicando, ante la crisis de los partidos políticos y frente a
la personalización de los liderazgos, con tintes mesiánicos. Uribe practicó
durante 8 años un populismo de derecha con el asistencialismo miserabilista, y
lo sigue practicando, mientras con la confianza inversionista permitía la
depredación de los recursos naturales con una minería desbordada. Santos,
también en 8 años practicó un populismo de centro o tercera vía, con mínimos
vitales constitucionales como la vivienda de interés social y fabricó así al
candidato sucesor: Vargas Lleras.
12). Tanto los partidos tradicionales desde
sus directorios de siempre y con los
logos de siembre; lo mismo que lo bipartidistas transmutados en partidos de
fachada, están practicando el clientelismo que sigue siendo la forma de
mantener el electorado contabilizable y postrado. La confusión hoy es mayor
para electorado común que aún no sale de la confusión de ver a los
bipartidistas disfrazados desde el año 2002 con otros nombres y trasteándose
con frecuencia; ahora ante la necesidad de armar coaliciones para ser
competitivos, los ven refundirse para competir.
13). Ha caído hasta la credibilidad en la
Democracia que, es el sistema. Entonces, ¿cuál sistema deberíamos tener? Las
elecciones del año 2018 se realizan en medio de un doble desprestigio, A) del
Congreso, B) de los partidos políticos. La alta cota que alcanzó la corrupción
ha desencajado todas las instituciones. A tal punto llegó la crisis de los
partidos políticos que el inmenso poder del presidencialismo como sistema, no
funcionó en esta ocasión para dejar sucesor. Y de lograr dejar uno (Vargas
Lleras), lo tendrá que hacer de manera vergonzante: a hurtadillas engomando a
las fuerzas de la Unidad Nacional, sin aspavientos.
Por:
Alberto Ramos Garbiras | Magíster en Ciencia Política Universidad Javeriana,
PhD, Doctorado en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid
(UNED- España); profesor de derecho internacional, Universidad Libre.