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22 mar 2018

Coaliciones y confusión electoral (segunda parte)


Los resultados de las dos consultas interpartidistas y la nueva composición del Congreso, del domingo 11 de marzo marcaron la auténtica fotografía de quienes verdaderamente tienen opción de llegar a la presidencia Iván Duque y Gustavo Petro. Esa consulta se convirtió en una real encuesta, ya no una medición sobre 1.500 o 2.000 personas, sino un acercamiento a las urnas de más o menos 17 millones de personas. Se vuelve inevitable realizar varias consideraciones.

1). La consulta fue importante y marcará el rumbo de la competencia electoral, de estas elecciones, de cara a la primera y la segunda vuelta electoral.

2). la consulta se promovió como interpartidista y estuvo llena de discusiones internas con tira y aflojes notorios; Martha Lucía Ramírez solicitaba otra medición, las encuestas; su mentor, Pastrana Arango, amagó con retirarse; Alejandro Ordoñez, también presionaba creyendo tener mucha capacidad de arrastre; al final cedieron: En el fondo había un solo partido político, el Centro Democrático, fundado por el Ex Presidente Uribe. Los otros dos no tienen ni partido político. Ambos se habían retirado del Partido Conservador.
Y del otro lado Petro es un hombre sin partido político debido a los retiros que ha protagonizado y las inscripciones por firmas: se apartó de la Alianza Democrática AD-M-19 cuando ingresó al Polo Democrático, se apartó de esta confluencia política llamada Polo cuando realizó el debate contra los Moreno Rojas, por el carrusel de contrataciones descubierto en Bogotá; luego, organizó el movimiento Progresistas y lo disolvió al ingresar a la Alianza Verde, promoviendo la supresión del nombre Partido Verde; y ahora lidera la Colombia Humana con una lista de la decencia al congreso que obtuvo 4 senadores. Y lo avalan dos partidos minoritarios con personería jurídica: la UP y el MAIS. El otro nombre, Carlos Caicedo, tampoco tiene un partido político consistente de respaldo, logró el apoyo del partido ASI, también de estirpe indigenista como el MAIS. O sea, partidos prestados, pero consecuentes con el proceso político en curso.

3). Concurrieron a las urnas 17.445.000 millones de ciudadanos de 36.493.310 millones que tiene el censo electoral. Los 17 y pico de millones votaron para el Congreso, y solo 9.600.000 millones para las dos consultas, es una incógnita hacia donde se inclinarán los otros 8 millones en la primera vuelta electoral. Y continúa la alta abstención con 19 millones de personas que no participan ni se acercan a los puestos electorales. Vuelve a pensarse en el recurrente tema del voto obligatorio, aunque sea para que voten en blanco y depuren las listas repetitivas de los mismos candidatos a los cuerpos colegiados.

4). Se puede inferir que el resultado por Martha Lucía Ramírez, un total de 1.537.040, no es confiable para que voten por Duque en la primera vuelta porque gran parte lo hizo para sabotearlo a él e interferir en el proceso, lo mismo ocurre con los 384.000 votos de Ordoñez. Así que el techo electoral de Iván Duque quedó marcado, tiene 4. 032. 736 votos que son los de Uribe, lo que le quedó de un electorado que lo respeta y le sigue producto de ese asistencialismo populista llamado cohesión social y de seguidores que admiran su denominada seguridad democrática, aunque no logró vencer a las FARC, ni acabar con la violencia urbana en Colombia. Ese electorado se lo endosó a Zuluaga en la primera vuelta del 2014 y lo aplicó en el plebiscito de octubre 2016.

5). El resultado de Petro (2.848.868 votos) y Caicedo (514.806) es más confiable, ninguno de los dos lo había tenido antes, mirando la votación de cada uno en las alcaldías de Bogotá y de Santa Martha, o en otras incursiones electorales. Pero se colige que los ciudadanos acudieron a votar en medio de la polarización que en la coyuntura se vive en Colombia y están decididos a apoyar una alternativa distinta (una opción nueva encarnada en una izquierda moderada),al bipartidismo hegemónico, hoy metamorfoseado en otros partidos, los que han sobrevivido 8 años detrás de Uribe y 8 años trasteados detrás de Santos, es decir otro Frente Nacional camuflado. Se desideologizaron más los partidos y se desperfilaron, hasta atomizarse o fragmentarse y autodestruirse por una especie de nanopartidismo.

6). Lo más probable es que Duque y Petro saquen las votaciones más copiosas para pasar a la segunda vuelta electoral, en virtud a esa polarización se realinearan los electores de base, los ciudadanos sin directorio, movimientos políticos dispersos y sin personería, sectores sociales desarraigados, y algunas fuerzas sociales. De ambos lados los esfuerzos se harán para fortalecer el espectro de la derecha liderado por Duque y el espectro de la izquierda liderado por Petro.

7). Lo más paradójico es el origen de esta polarización, la firma de la Paz con concesiones a una guerrilla no vencida militarmente. La Justicia transicional para los desmovilizados y la conversión en partido político alteraron el temperamento de una derecha intolerante, así se expresaron con anticipación durante el plebiscito de octubre 2016, cuando distorsionaron el contenido de los acuerdos para exacerbar la conducta de los electores.
Otra paradoja, todo esto ha ocurrido en medio del desperfilamiento de los partidos políticos que, desde el año 2002 comenzaron a aparecer como nuevas formaciones políticas y en el fondo no eran sino nuevas fachadas con personería jurídica del bipartidismo transmutado, liberales y conservadores reagrupados alrededor de la figura presidencial, crearon Colombia Democrática, Alas Equipo Colombia, Convergencia Ciudadana, se fortaleció Cambio Radical, apareció después el partido de la U, etc.

8). Desde las otras candidaturas, tanto Fajardo como Vargas Lleras, cada uno desde sus sedes políticas trataran de organizar el centro político. Vargas Lleras se ha movido con velocidad inusitada para redefinir su fórmula vicepresidencial que anunció con un comodín afecto a sus filas (Luís Felipe Henao), y buscará afanosamente atraer al partido de la U, al partido Conservador y al Partido Liberal, los dos primeros sin candidato presidencial propio y el último, el liberal, un candidato abandonado por esta extraña campaña donde los forjadores de la paz se convirtieron en quemadores políticos (Santos, De la Calle y Timochenko).

Vargas Lleras tiene la ventaja de haber estado conviviendo más de 7 años en las entrañas de la Unidad Nacional Santista, así puede convocarlos para extenderles la mermelada 4 años más, y le creerán, no por convicción ideológica, sino por conveniencia. Y Santos le podría ayudar subrepticiamente para no afectarlo de frente, por una razón, no puede permitir que la otra derecha, la Uribista (desde donde lo han atacado inmisericordemente) le arrebate el poder que construyó en 8 años. Los afectos de Santos por De la Calle, lo han hecho dudar para definir su apoyo, ya no tiene sino esas dos opciones ante la premura de la entrega de los nombres con el tiquete completo: presidente y vicepresidente. La fórmula Vargas Lleras y Juan Carlos Pinzón parece un contrasentido para la continuidad de la implementación de los acuerdos de Paz, pues ambos obstaculizaron o guardaron silencio en varias etapas del proceso. Las “bancadas de la paz” durante el proceso y la refrendación no serán bancadas para la implementación durante el postconflicto. Otra dura realidad para Juan Manuel Santos que no ve despegar la candidatura de su escudero en estos años: De la Calle.
Pero fingir hoy ser del centro político no es rentable, Vargas Lleras quedará en evidencia que encarna la derecha bipartidista tradicional, oligárquica y clientelista. Vargas Lleras buscará también que se acerquen iglesias cristianas atomizadas en medio de la libertad de cultos. Ninguno de los dos bloques de derecha (el de Duque y el de Vargas Lleras) va a ceder durante la primera vuelta electoral. Y esto los dividirá, no pudiendo ninguno lograr ganar con más del 50 % en la primera vuelta. Es decir, la segunda vuelta electoral es inevitable.

9). Sergio Fajardo hará algo parecido, a partir de su alianza con el Polo Democrático y el Partido Verde, tratará de convocar otras fuerzas sociales, de armar el centro político que quedó sin una cara visible, pero esto ya es un imposible. En esta elección por la dinámica de la polarización de la sociedad (en diálogos interpersonales, en corrillos, sitios de trabajo, dentro de las familias, en las redes sociales…), la polarización se extendió por la exacerbación de los ánimos debido a los infundios, infamias, calumnias, mentiras, el destilamiento del odio, etc ; así, el centro político ya no tiene juego en lo electoral; y quien arme estructuras para posar de centro político, será absorbido o subsumido por uno de los extremos del campo político: la derecha o la izquierda. La negativa de Fajardo de atraer desde el año pasado a Humberto de la Calle, a Petro y otros, lo reducirá a un centro político sin capacidad de definición, solo servirá para que se dé una segunda vuelta por la dispersión de los votos. Además, los candidatos producto de consultas populares partidistas o interpartidista no pueden renunciar, sino agregar o aglutinar alrededor de su nombre, según la Ley 1475 del año 2011, artículo 7, esto dificulta las eventuales alianzas.

10). Petro pasó a ser el eje de la izquierda, el Polo Democrático perdió ese papel. Petro podrá crecer con todas las fuerzas inconformes, algunos movimientos sociales, pequeñas formaciones políticas, sindicatos, con sectores sociales excluidos, con segmentos poblacionales de la multiculturalidad colombiana arrumbada (indígenas, afrodescendientes, campesinos); con los inconformes de varios estratos sociales, con los indignados, con los profesionales independientes no enmermelados.

11). El populismo se esparció y sin excepción todos lo están practicando, ante la crisis de los partidos políticos y frente a la personalización de los liderazgos, con tintes mesiánicos. Uribe practicó durante 8 años un populismo de derecha con el asistencialismo miserabilista, y lo sigue practicando, mientras con la confianza inversionista permitía la depredación de los recursos naturales con una minería desbordada. Santos, también en 8 años practicó un populismo de centro o tercera vía, con mínimos vitales constitucionales como la vivienda de interés social y fabricó así al candidato sucesor: Vargas Lleras.

12). Tanto los partidos tradicionales desde sus directorios  de siempre y con los logos de siembre; lo mismo que lo bipartidistas transmutados en partidos de fachada, están practicando el clientelismo que sigue siendo la forma de mantener el electorado contabilizable y postrado. La confusión hoy es mayor para electorado común que aún no sale de la confusión de ver a los bipartidistas disfrazados desde el año 2002 con otros nombres y trasteándose con frecuencia; ahora ante la necesidad de armar coaliciones para ser competitivos, los ven refundirse para competir.

13). Ha caído hasta la credibilidad en la Democracia que, es el sistema. Entonces, ¿cuál sistema deberíamos tener? Las elecciones del año 2018 se realizan en medio de un doble desprestigio, A) del Congreso, B) de los partidos políticos. La alta cota que alcanzó la corrupción ha desencajado todas las instituciones. A tal punto llegó la crisis de los partidos políticos que el inmenso poder del presidencialismo como sistema, no funcionó en esta ocasión para dejar sucesor. Y de lograr dejar uno (Vargas Lleras), lo tendrá que hacer de manera vergonzante: a hurtadillas engomando a las fuerzas de la Unidad Nacional, sin aspavientos.

Por: Alberto Ramos Garbiras | Magíster en Ciencia Política Universidad Javeriana, PhD, Doctorado en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); profesor de derecho internacional, Universidad Libre.