Desde los primeros días del año 2017, apenas
posesionado Donald Trump, escribí dos columnas para el Diario
Occidente y la revista Caja de Herramientas (www.viva.org.co),
tituladas “Trump y el populismo”, y “Formas de populismo”, unas
reflexiones sobre la conducta, las mentiras o técnica de la postverdad que utilizó
durante la campaña y en prospectiva lo que sería el gobierno de este
magnate inmobiliario y populista televisivo que, posaba de presidente electo.
Y todo ha salido como se expuso, o más grave
aún por los despropósitos que ha cometido con temas en exceso como adelantar
la prolongación de un muro xenofóbico en la frontera con México,
impedir la entrada de musulmanes confundiéndolos con terroristas de la Jihad
islámica , desmontar el Obamacare, tratar con desdén a los inmigrantes
calificando a algunos países con términos coprológicos; o peor, el manejo del
tema nuclear frente a Corea del Norte e Irán, o el dislate de reconocer a
Jerusalén como capital de Israel congelando de ipso facto el proceso diplomático
del reconocimiento de los dos Estados , única solución a la violencia
prolongada.
Como observador de su conducta no era
necesario que pasara el primer año para decirlo después de los hechos
consumados, bastaba utilizar de la ciencia política los métodos deductivo, el
comparativo y el método conductista, analizar sus discursos de campaña,
las frases dispersas en Twitter, y haber leído sus disparates pronunciados en
un reality de televisión que el orientaba, pero sobre todo su lenguaje soez contra
Hillary Clinton y sus referencias machistas contra las mujeres, como lo había
hecho contra la reina venezolana Machado.
Donald Trump no es un hombre ponderado, no es
un diplomático, no es estadista, no conoce la historia universal, ni había
administrado los asuntos públicos en ninguna gobernación de EEUU; no tiene una
sólida formación académica, no sabe de política internacional, y menos de
derecho internacional, inicialmente confundió a Turquía con Egipto. Los
testimonios recogidos por Michael Wolff para el libro “Fire and fury”,
confirman su enorme desgano para leer, por lo tanto tampoco se puede esperar
que analice con detenimiento cada situación, quedando en manos de asesores.
Ahora el problema que tiene la clase política y el mundo es como
defenestrarlo, el procedimiento existe pero es engorroso.
Por| Alberto
Ramos Garbiras