El siglo XIX que le correspondió vivir a
Isaacs fue un siglo donde el peso de la religión católica era total sobre la
sociedad y el Estado, producto del catolicismo inyectado durante más de
240 años de vida colonial, ello incidió en la conducta de todos los pobladores,
y en pleno siglo XXI sigue incidiendo. En los años de escritura de la novela
Jorge Isaacs aún estaba imbuido por sus creencias religiosas, se movía entre
sus bases y raíces del judaísmo y el paso al cristianismo que había dado su
padre para lograr casarse. Luego con su ingreso al liberalismo radical y
después de ser cónsul en Chile, al identificarse con una educación laica,
rompería con toda esa influencia para asumir la postura anticlerical.
El padre de Jorge Isaacs, un judío/inglés
/jamaiquino, renunció o abjuró del judaísmo para casarse con Manuela Ferrer,
descendiente de catalanes, se inscribió en el catolicismo. Formó a su hijo bajo
los lineamientos de la biblia y los preceptos religiosos, pero evaluando la
conducta del novelista se concluye que no fue un practicante a pie juntillas,
tampoco ateo, pero después de los 40 años, por su escepticismo, convertido en
francmasón y anticlerical, puede considerársele: arreligioso.
Isaacs desde joven, sin proponérselo, estuvo
entrampado por la conflictividad de la época que le tocó vivir e
instrumentalizado en las guerras civiles del siglo XIX. A los 17 años fue
reclutado por los conservadores para participar en la guerra civil de 1854
contra José María Melo; en 1860 teniendo 22 años también fue conscripto
para la guerra civil, en el bando de Mariano Ospina Rodríguez, otra vez al
servicio del partido conservador; se inscribió en el partido liberal radical en
1869, y en 1877 a los 40 años, en medio del divisionismo le tocó
nuevamente tomar las armas; en 1879 siendo Representante a la Cámara votó en
contra del trámite legislativo para recuperar bienes de la iglesia(que
pretendían algunos parlamentarios para “resarcir” las pérdidas de la política
de desamortización de manos muertas que adelantó Tomás Cipriano de Mosquera.
Isaacs en 1880 a los 43 años lideró una
revuelta en Antioquia en el contexto del reflujo que 17 años después de
iniciarse el período de gobiernos del Olimpo Radical que, propició la reforma
constitucional de Rionegro en 1863 (gobiernos federales soberanos), y se
desenvolvían las confrontaciones. Esta revuelta convirtió a Jorge Isaacs en
Presidente del Estado soberano de Antioquía durante dos meses; venció a Pedro Restrepo
Uribe, quien había sucedido en el mando a Tomás Rengifo (en reemplazo de Julián
Trujillo, Presidente nacional). Isaacs y los liberales caucanos no confiaban en
los liberales eclécticos antioqueños que eran de tendencia nuñista, pues Rafael
Núñez ya estaba dando los pasos para coaligarse con un amplio sector
conservador hacia la formación del Partido Nacional que, a la postre
organizan la reforma que dio pie a La Regeneración y la toma del poder para
volver al centralismo como orden territorial nacional y retornarle a la iglesia
católica todos los privilegios en el Concordato firmado con la Santa Sede.
Isaacs quería evitar el desmoronamiento
de la Colombia federalista y progresista edificada en la Constitución de 1863
con 9 estados soberanos y 93 artículos que, contemplaba dentro de las bases de
la unión, la organización conforme a los principios de un gobierno popular,
electivo, representativo , alternativo y responsable; la no enajenación a
potencia extranjera parte alguna del territorio; ratificó la no existencia de
la esclavitud; no decretar la pena de muerte, la libertad absoluta de imprenta
y de circulación de los impresos; la supresión de los privilegios ni imponer
obligaciones especiales; la inviolabilidad del domicilio ni de los escritos privados;
la profesión libre, pública y privada de cualquier religión, para los gastos de
los cultos religiosos establecidos no podrá imponerse contribuciones. Todo
culto se sostendrá con lo que los respectivos religionarios suministren
voluntariamente. El derecho de gentes se incorporó a la legislación nacional
para que sus disposiciones rigieran en caso de guerra civil, en consecuencia
podría ponérsele término a esta por medio de tratados entre los beligerantes,
quienes deberían respetar las prácticas humanitarias de las naciones cristianas
y civilizadas. Isaacs se opuso a que Pedro Restrepo Uribe hiciera eco a
consignas para adelantar unas acciones administrativas encaminadas a desmontar
el Estado laico y privilegiar al clero.
La obra es dolorosa, alude a la enfermedad de
ella y a la muerte sobreviniente, prematura. Podríamos dar una explicación, se
trata del doble duelo con el que fue escrita. Isaacs perdió a su padre en 1861
y había perdido a su amada adolescente; escribió la novela después de estos dos
hechos luctuosos que se reflejan en los diferentes pasajes de la escritura. La
obra además de permitirle exponer su destreza narrativa y su inclinación de
escritor, seguramente también le sirvió de catarsis para terminar de elaborar
el duelo.
También había perdido las propiedades de su
progenitor, en oscuras circunstancias despojaron al padre de las haciendas
dizque por ebrio y ludópata había apostado sus propiedades jugando en exceso a
la baraja española. Los pleitos judiciales llevaron al remate de sus
propiedades en confusos hechos. Entonces, Isaacs Ya no tenía la hacienda donde
gira la historia contada en partes apoyado en la realidad y otras imaginadas o
cambiadas, en estas circunstancias se aplica a recordar todos los parajes. Y
los aspectos religiosos que tiene la novela reflejan su aún militancia
católica.
Los elementos religiosos tienen aparición en
la novela durante diferentes momentos; en diálogos, cuadros, rosarios,
relicarios, el santoral de la casa, referencias indirectas, el oratorio,
alusiones, prácticas y costumbres, rezos antes o después de las comidas,
descripciones de conductas, como encomendarse a la virgen y otras actitudes.
Por:
Alberto Ramos Garbiras.