La
geopolítica como estudio del poder en determinado territorio a fin de lograr
influencias sobre otras naciones o estados, tiene las respuestas para entender
el conflicto sirio, sobretodo abordando los verdaderos intereses de las dos
potencias mundiales EEUU y Rusia
que, han venido actuando sobre el
territorio sirio con repercusiones en el poder político. Por parte de Vladimir
Putin apoyando militar y económicamente las diversas fuerzas defensoras del
presidente Al Assad, y los EEUU a los rebeldes detractores del gobierno sirio.
Las dos potencias se encuentran en dos aspectos fundamentales:
1. El discurso en defensa de
los derechos humanos, el respeto del derecho internacional y garantizar la paz
para la población Siria. Este es solo un dispositivo de legitimidad, el lenguaje formal, para su
incursión en el territorio, las diversas fuerzas apoyadas por las potencias han
vulnerado el derecho internacional utilizando armas químicas, ataques a la
población civil, represión estatal, desplazamientos, violación a los derechos
humanos, vulneración a los tratados
internacionales como lo observamos con el ataque directo desde EEUU con misiles
a la base militar siria, violando su soberanía. Esto resulta por parte de las
dos potencias contradictorio con cualquier expresión humanitaria.
2. Su enemigo
en común es el extremismo islámico que a pesar de tener bases en Siria
actúa transnacionalmente extendiendo acciones de terrorismo en Occidente, este
factor es la excusa para la intromisión territorial de los diversos países con
intereses en Siria. La lucha a pesar de ser incesante contra el Estado
islámico, al mismo tiempo ha sido
insuficiente por el escenario tan
confuso.
Esta trama de las potencias mientras esconden intereses geoestratégicos y
económicos en materia de recursos como el petróleo y el gas, han dejado en entredicho a la ONU como institución más importante a nivel
internacional originada después de la segunda guerra mundial, ya que ha sido
incapaz de establecer una salida diplomática al conflicto que ha dejado más de 250.000 muertos y más de
4.000.000 de desplazados. Una propuesta viable para superar la crisis de la ONU
para estaría encaminada de una restructuración urgente en su toma de decisiones
(composición del Consejo de Seguridad), y la intervención eficaz de carácter
humanitario para lograr su fin fundamental que es garantizar la paz tan
anhelada por los niños y mujeres, víctimas indefensos y reclamada por la
comunidad internacional, fortaleciendo el diálogo para una salida concertada a los
horrores de la guerra.
De cualquier manera los genocidios cometidos
en Siria son la muestra palpable del defectuoso funcionamiento del derecho
internacional, y de las falencias de la ONU que no puede evitarlo, limitándose
a meras declaraciones, discursos, pronunciamientos y posturas de rechazo. Y de
la justicia penal internacional que no puede capturar en flagrancia a los
criminales de guerra, ni procesarlos oportunamente. La ONU queda maniatada para
organizar con celeridad una fuerza de ataque que contempla la Carta
fundacional, porque el Consejo de Seguridad no autoriza debido a la influencia
de Rusia, por razones geopolíticas y económicas.
Los EEUU durante toda la segunda
administración de Obama solicitaron en
el Consejo de seguridad de la ONU el retiro del Presidente genocida Al Assad,
con ponencias de Jhon Kerry, pero Rusia ha impedido el voto unánime de los 5
estados con asiento permanente en el Consejo de Seguridad al obstaculizar la
unanimidad.
El Consejo de Seguridad de la ONU necesita una
reingeniería rápida so pena de
permanecer en el estancamiento, dándole cabida a más excesos cometidos en los
países que hacen aflorar más terroristas y refugiados, como Siria, Irak, Libia,
Pakistán, Afganistán, entre otros. Es un problema de falta de autoridad mundial
sobre el planeta que se creía se encontraría en la ONU, ningún Estado solo
puede. Los estados que promueven el desorden por excesos de autoritarismo y
violaciones en cadena no han sido sancionados. Es la coalición de estados que
se ven maniatados por la no aprobación de la intervención multinacional,
quedando en rines con un ejército en el papel. Y es la falta de sanciones del
derecho internacional para frenar a estados agresores como Siria e Israel. Mal
ejemplo para otros estados violadores de los derechos humanos, masivamente.
La complejidad del cuadro violento en Siria
muy pocos logran entenderlo. Los rebeldes resultaron de la represión a las
protestas del 2011, y los terroristas de Al Qaeda crearon una filial Al
Nusra, llegaron luego para atacar a
Bachard al Assad. Después en el año 2014 comenzó a actuar ISIS para reclamar un territorio cercenado al
califato islámico y atacar a Bachard Al Assad, no por ayudar a. Los rebeldes ni
a la población civil sino para reclamar territorios y ciudades en la búsqueda
de la construcción de un Califato islámico anclado en la edad media y las zonas
perdidas en el Pacto de Versalles, al final de la primera guerra mundial.
De otro lado, los kurdos atacan al ejército
sirio para reclamar la zona del Kurdistán, un independentismo nacionalista que
lleva décadas en ejercicio. Posteriormente se registra la aparición de EEUU
para atacar al Estado Islámico (ISIS) que practica terrorismo en Europa (contra
Francia y Bélgica y otros países...)
porque son parte de la gran
coalición para acabar con el pretendido Califato. En ese contexto aparece Rusia
atacando a los rebeldes que luchan contra el Gobierno y vs los terroristas de
ISIS.
Gran parte de los refugiados que deambulan
por Europa son sirios que salen con pánico por la guerra interna que tiene
varios frentes, no solo los rebeldes contra el régimen de Bachard Al Assad,
también los kurdos dentro de su proceso de liberación, el califato
islámico que reclama ciudades para
reconfigurar el estado perdido, Rusia que bombardea apoyando al sr Assad, y la
coalición de estados occidentales que consideran allí se encuentra el foco
desestabilizador de la seguridad europea.
Surgió
desde el año 2014 el Califato Islámico subproducto de la descomposición de los
hechos en Irak y de la brutal represión en Siria iniciada contra las
manifestaciones de la primavera árabe. La cúpula del (E.I) difunde un islamismo
radical que choca con la libertad religiosa y de cultos de otras religiones,
pues no toleran esas expresiones ni con los mismos musulmanes que también
siguen el Corán. Los islamistas wahabistas (los que retornan a las guías del
reformador Muhammad Al-Wahab del siglo XVIII), quieren imponer el Islam como
religión monoteísta sobre los demás monoteísmo, retan a las demás religiones
envolviéndolas bajo la misma etiqueta: infieles
o impíos. Se circunscriben a confrontar a los Estados que los atacan o
interfieren en su proyecto político de construcción del (E.I). Actúan con un
agregado más mortal: no solo atacan a los gobiernos de esos Estados (la
Coalición) sino que atacan a los miembros de la sociedad civil. Es una guerra
contra el Estado y la sociedad. El islamismo proyecta y defiende la teocracia:
gobiernos religiosos donde la Constitución es el mismo Corán, como biblia y eje
de la acción gubernamental. Los islamistas yihadistas wahabistas, acuden a una
interpretación radical o fundamentalista del Corán que no admite otra
interpretación: es una lectura con aplicación violenta para hacer respetar los
preceptos.
Es muy arriesgado prever cuándo terminará el
terrorismo global, pero el contraterrorismo no es la única forma de acabar con
el flagelo. Existen otras formas: 1). Solucionar el problema de Siria frenando los
despropósitos de Bachar Al Assad. 2).
Respetar la soberanía de los países orientales. 3). No saquear sus recursos
naturales de esos países orientales. 4).
Terminar la presencia y las interferencias definitivamente en Irak, como lo fue
adelantando el Presidente Obama. 5).
Estimular el derecho al desarrollo para combatir la pobreza. Clara muestra de
ello son Yemen y Somalia, países cercanos, son los más pobres de cada área. Y
Afganistán entra en el trío de países
con terrorismo y pobreza extrema. El quid del asunto estriba en esos dos países
Siria e Irak. La ONU debe tomar una decisión de fondo para que el derecho
internacional se restablezca.
Por: Alberto Ramos Garbiras (*), y Alejandro López
Lasso (**)
(*)
Magíster en Ciencia Política, Universidad Javeriana; PhD, Doctorado en Política
Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España).
(**)
Abogado de la Universidad Libre, miembro del grupo de investigación REPUBLICA
en temas de derecho administrativo, constitucional e internacional.