Por: Alberto Ramos Garbiras
(*)
Y Alejandro López Lasso (**).
Vargas Llosa afirma, “A diferencia de lo que muchos creíamos, que la desaparición del
comunismo reforzaría la democracia liberal y la extendería por el mundo, ha
surgido la amenaza populista. No se trata de una ideología sino de una epidemia
viral —en el sentido más tóxico de la palabra— que ataca por igual a países
desarrollados y atrasados, adoptando para cada caso máscaras diversas, de
izquierdismo en el Tercer Mundo y de derechismo en el primero. Ni siquiera los
países de más arraigadas tradiciones democráticas, como Reino Unido, Francia,
Holanda y Estados Unidos están vacunados contra esta enfermedad: lo prueban el
triunfo del Brexit, la presidencia de Donald Trump, que el partido del Geert
Wilders (el PVV o Partido por la Libertad) encabece todas las encuestas para
las próximas elecciones holandesas y el Front National de Marine Le Pen las
francesas”.
Primero que todo la Democracia liberal
tampoco es perfecta, ni ha brindado todas las garantías, ni ha logrado un punto
de satisfacción para el ejercicio de los derechos humanos, los derechos
sociales, culturales y económicos; ni los colectivos y del medio ambiente.
Precisamente la Democracia liberal con todas sus taras e imperfecciones ha sido
en gran parte la razón del rebrote de los populismos de varias caras. Por las
insatisfacciones de la población y el desencanto con dirigentes tradicionales.
La mayoría de los países europeos y americanos están en mora de hacer cada uno la
reingeniería a las democracias ancladas en lo representativo y participativo
que funcionan en lo apariencial, pero no en lo real, buscar que el interés
general y el bienestar de la población, se vuelva a disfrutar.
Además, el populismo si bien es cierto no
conforma un sistema ni una teoría científica, para la ciencia política, si es
una ideología y no una epidemia viral. En la acepción marxista, ideología es
todo aquello que se construye con nociones, ideas y argumentaciones para lograr
sostener algo, como la religión o el derecho, a fin de apuntalar a una clase o
a una casta en el poder. Y el populismo del siglo XX lo logró. Ahora este
neopopulismo de variadas formas también se
impulsa y construye con discursos de quienes pretenden relevar a los
partidos en obsolecencia o a clases dirigentes anquilosadas y embelesadas con
el poder sin lograr el bienestar de
excluidos, precarios, destechados, y arrancados de la tierra, entre otros.
En el caso del referéndum para buscar el Brexit del Reino Unido respecto a la Unión europea, el electorado
joven, los estudiantes y profesionales votaron por la permanencia (remain); el
electorado de mayor edad, los sectores golpeados por su posición económica y
trabajadores afectados por la inmigración, votaron por la salida. El líder de
la derecha, el señor Farage manifestó que, “ quiere usar la plataforma y el
modelo de campaña hecho para ir más allá del Ukip y crear una nueva fuerza
política que capte por igual a los desencantados del Partido Laborista y del
Partido Conservador". Cuando se refiere a desencantados trata de abarcar a
los excluidos y golpeados salarialmente, es decir al precariado.
Se registró en el Reino Unido una fractura de
las élites respecto a la opinión pública, al electorado de base y ante los ciudadanos
no militantes. Lo mismo ocurrió en EEUU, tanto demócratas como republicanos
descuidaron a inmensos sectores del electorado y el populismo de Trump captó a
los desencantados, a los obreros, a la clase media que ha perdido capacidad de
compra, a los nacionalistas, a los xenófobos, etc.
Tiene razón Vargas Llosa cuando expone que
los dirigentes del Brexit, “ganaron el
referéndum proclamando que, saliendo de la Unión Europea, Reino Unido
recuperaría su soberanía y su libertad, ahora sometidas a los burócratas de
Bruselas”. Uno de los factores que
han pervertido y degenerado la política es la mentira. El engaño, el ardid con
el uso del lenguaje siempre se ha utilizado para inducir al otro en el error
haciéndolo equivocar o quitándolo del lugar, el espacio de poder,
disminuyéndolo en la competencia. La mentira como táctica para ganarle al otro
o quitarle lo que tiene.
Algunos cínicamente han dicho que la política
es el arte de mentir. Con ello desconocen la ciencia política. Como la
desconocen los charlatanes y repentistas que se lanzan a los cargos públicos de
elección popular sin saber nada. Y otros han afirmado que la política es el
teatro para el despliegue de la mentira. Otros actúan con mentiras o ardides
para alcanzar lo que desean y después incumplen los pactos. Usualmente la
mentira se había utilizado dentro de la política para inducir al otro, al
competidor, engañarlo o para prometer algo posible de realizar, y luego no
cumplir por razones ideológicas, compromisos con otros partidos o por intereses
económicos.
Todas estas razones han facilitado que la derecha política prenda un discurso
populista contra los refugiados so pretexto de proteger lo nacional, y
argumentar la necesidad del proteccionismo del mercado, los productos y las
fronteras. Y han puesto a los dirigentes de los partidos formales a enfrentarse
a unos nuevos dirigentes políticos de derecha populista que levantan los ánimos
en una amplia población contra la dirigencia tradicional, de esta forma los
señores Boris Johnson y Farage en el Reino Unido, avanzaron montados sobre el
Brexit.
La ONU no ha logrado encausar el orden
mundial. Hoy, las guerras inmanejadas, las oleadas de migrantes y refugiados,
el terrorismo global, y el populismo manipulado por impostores, alteran las
instituciones democráticas no modernizadas, resultan impulsando el desorden
mundial por el arribo de una clase dirigente intonsa, e incapaz de resolver lo
que no resolvieron tampoco, los estadistas de la postguerra fría (en los años
posteriores a la caída del muro de Berlín); estos estadistas de la Unión
europea y su aliado atlantista, EEUU, no lograron establecer una justicia penal
internacional efectiva que castigara a los transgresores de los derechos
humanos.
Expone Vargas Llosa que “El populismo frenético de Trump la ha convencido de que es posible
detener el tiempo, retroceder a ese mundo supuestamente feliz y previsible, sin
riesgos para los blancos y cristianos, que fue el Estados Unidos de los años
cincuenta y sesenta. El despertar de esa ilusión será traumático y, por
desgracia, no sólo para el país de Washington y Lincoln, sino también para el
resto del mundo”. Aquí también acierta el escritor peruano porque en su discurso de posesión Trump llamó a
confrontar y desaparecer al estado islámico (ISIS), para borrarlo de la faz de
la tierra, ni siquiera tuvo la diplomacia de abrir un resquicio para la
búsqueda de una solución con buenos componedores: su afirmación está en la
línea del exterminio y del choque de civilizaciones guiado por Dios. Cuando se
sabe que ése grupo radical islámico reclama un territorio cercenado desde el final de la primera guerra mundial.
Y exhiben un fanatismo extremo guiados por otro Dios. O sea quedó servido el
choque de monoteísmos.
Generalmente cuando se habla de populismo se
relaciona inmediatamente con demagogia, mentiras, autoritarismo, caracterizado
además por apelar al sentir nacional y un enfoque discursivo dirigido a
problemas fundamentales y señalando a los que produjeron los mismos, sus
propuestas se alejan de la realidad, los populismos de la extrema derecha que
emergen en Europa y de Donald Trump, que creía que sus desbordadas propuestas no tenían límites, sin embargo hay otro tipo de
populismo.
Es la
propuesta de Ernesto Laclau que expresa en su libro "La razón populista”,
afirma que el populismo para ser razonable y saludable para la democracia tiene
3 características fundamentales:
1. Pensar identidades sociales: significa que
se debe reflexionar qué valores representa, y que sectores y expresiones
sociales pueden encontrarse en el lenguaje común. 2. Articular demandas
dispersas: Unir las diferentes demandas y necesidades sociales de los sectores
marginados de la participación política y forjar la construcción colectiva de
esos sectores.3. La construcción de lo político:Ese encuentro conjunto entre
los sectores que se reconocen democráticamente en un lenguaje común del líder
popular tejen lo colectivo, construyendo lo político.
Todo un nuevo paradigma, que responde muy
bien a la mirada reducida de Vargas Llosa, que lo define como una epidemia
viral que amenaza la democracia liberal, como si esa misma tecnocracia ganadora
en la democracia liberal no tuviera cansados a los ciudadanos.
Pero no acierta Vargas Llosa, cuando homologa
o asemeja a todos los populismos de izquierda sin matizar entre ellos, ni
reconoce que el asunto central estriba en el acoso que hacen a los votantes del
pueblo quienes desesperados por ascender al poder los insuflan con discursos
esperanzadores para atraerlos durante las campañas electorales. Los gobiernos
de Chávez, Correa, Evo Morales, Lulla Da Silva, Maduro, u otros; unos con el
socialismo real y otros con el socialismo del siglo XXI, tienen diferencias en
lo administrativo aunque estuvieron impregnados por el populismo. En España, el populismo izquierdista de
PODEMOS que pudo llegar al poder en coalición con la izquierda Unida (IU) y los
socialistas liderados por Pedro Sánchez que, por equivocarse no alcanzó la presidencia del Gobierno y habrían podido
vencer a la clase política corrupta. PODEMOS ha demostrado hasta ahora que ese
estilo populista sirve para controlar a los partidos tradicionales, al menos
para aconductarlos, no dejarlos desbordar, para desenmascararlos y hacerlos
corregir políticas erradas.
(*) Magíster en
Ciencia Política, Universidad Javeriana; PhD, Doctorado en Política
Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España).
Y Alejandro
López Lasso (**). Abogado de la Universidad Libre, miembro del grupo de
investigación REPUBLICA en temas de derecho administrativo, constitucional e
internacional.
(1) . Vargas
Llosa Mario. “El nuevo Enemigo”. Columna
Piedra de Toque publicada en la página editorial del diario El País de Madrid ,
www.elpais.es , marzo 5 del año 2017.