Buscar este blog

21 jun 2024

Los autócratas y las guerras.

Texto de Alberto Ramos Garbiras.

Desde febrero del año 2022, la guerra volvió a estar en la agenda de todos los países de Europa para reflexionar y enfrentar la situación de la invasión a Ucrania, hasta hicieron el giro hacia una economía de guerra; para la misma seguridad europea, la UE han fortalecido el rearme parcialmente; se debate de manera monocorde  sobre la invasión a Gaza, pero no solidariamente, reconocen la intemperancia con venganza ilimitada de Israel; se realizan reflexiones permanentes; se llevan a cabo deliberaciones en las universidades, acampadas y participación con incidencia estudiantil en la política interna de las naciones que, no critican frontalmente al régimen israelí; algunos deciden dotar de armas a Ucrania pero con límites en su uso (ayuda condicionada), en el fondo maniatándolos para que no produzcan ataques en suelo ruso; entran entre los europeístas en contradicciones, como lo recalca el presidente de Francia, Emmanuel Macrom y el mismo Jens Stoltenberg, el noruego Secretario General de la OTAN, cuando expresan que de perder Ucrania esta guerra se deja al descubierto toda la debilidad de la seguridad europea.

Desde la más remota época histórica el más fuerte ha intimidado, amenazado y vencido al más débil. Desde el hombre de las cavernas con garrote hasta la era de los misiles y la bomba atómica. Pero el armamentismo nuclear llegó demasiado lejos y los tratados de no proliferación fueron burlados. La disuasión desde el final de la Segunda Guerra Mundial, como amenaza latente durante estos 75 años ya llegó a disuasión agresiva, es decir se ataca con armas estratégicas, drones y artillería área, pero el oponente o invadido sabe que ese Estado tiene armas nucleares y esto lo empieza a doblegar, y los vecinos del área se abstienen por la misma razón, entonces dejan de ayudarlo. Lo vemos en estas dos invasiones, a Ucrania y a Gaza. “Es conocida la eficacia histórica de la disuasión nuclear que Tertrais se encarga de analizar en profundidad. No ha habido guerra entre grandes potencias desde 1945. Las guerras en las que han participado las potencias nucleares se han limitado a geografía reducida, que solo desmentirían un desbordamiento regional de las contiendas de Ucrania y de Gaza. Ninguna potencia nuclear ha sido invadida ni tampoco objeto de ataques militares de envergadura. Lo mismo ha sucedido con los países cubiertos por el paraguas nuclear de una superpotencia”. (Bassets,2024)

La incertidumbre nuclear ha sustituido a la disuasión nuclear, este fue el título de la reciente columna de Melvin A. Goodman (profesor de Gobierno en la Universidad Johns Hopkins), publicada en una revista de análisis político que se edita en España. Con ese título el profesor quiere resaltar que ya la disuasión nuclear no es suficiente para sostener la relativa calma que se ha mantenido después de los hechos de Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 cuando despegó abiertamente la carrera por el armamentismo nuclear, iniciando la etapa de la guerra fría que va hasta 1989 con la caída del muro de Berlín; y continúo después de los procesos de secesión de la antigua URSS, hasta la invasión a Ucrania en febrero del año 2022, crispando los nervios de la Unión Europea (UE) y a los miembros de la OTAN; hasta que se desató en octubre 2023 el enfrentamiento entre Hamas en Gaza con Israel, hasta hoy donde la incertidumbre por la evolución de estos dos conflictos tienen al mundo entero en vilo ante el temor del uso de las armas nucleares.

La disuasión nuclear fue “efectiva” porque funcionaba esa amenaza diplomática de fabricar armas nucleares para atemorizar a los otros Estados que también las fabricaban pero que supuestamente no las usarían porque los diferendos entre países se resolverían a través del derecho internacional, los tratados y las formas de resolución de conflictos internacionales, o con enfrentamientos de baja intensidad llegando a daños colaterales reparables, o con nuevos pactos y alianzas. Pero estas dos invasiones en Ucrania y Gaza, más las repercusiones regionales y los movimientos geopolíticos despertados, ya se ha comprobado que, el derecho internacional no funciona, ni el respeto a los derechos humanos. Ahora prima la incertidumbre nuclear por las amenazas cada vez más frecuentes y el escalamiento de los dos conflictos.

Sobre los Estados nucleares expresé en mi libro titulado “Terrorismo internacional y nuevo orden mundial”, que estos, en medio de la globalización de la economía y del juego de los bloques económicos regionales, cuentan con un arsenal pare defender su soberanía: forma global de defensa autonómica. Los Estados Nucleares no son muchos, pero definen la geopolítica mundial. Unos vienen haciéndolo desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, otros rebrotaron después de la caída del muro de Berlín, otros se han reposicionado en medio de la guerra contra el terrorismo. Los Estados Nucleares, entre otros, son: EEUU, Rusia, Alemania, Francia, Israel, India, Pakistán, Irán y Corea del Norte. Estos países se rearman soterradamente y en el fondo todos violan disposiciones internacionales (…) El temor en la unión europea (U.E) ha sido que, Irán logré construir un arma atómica a la par de Corea del Norte, a quien le ven los mimos propósitos. Pakistán y la India también cuentan con programas de energía nuclear. Previendo el desenvolvimiento de una crisis internacional algunos se inclinaron por un pronunciamiento drástico del Consejo de Seguridad de la ONU. La U.E invoca el cumplimiento del acuerdo de salvaguardas o controles que contempla el Tratado de no Proliferación Nuclear, TNP. (Ramos, 2010)

Hay mucha mitología nuclear relacionada con el desarrollo y despliegue del armamento nuclear.  El difunto Bernard Brodie, el primer teórico nuclear, argumentó a finales de la década de 1940 que las armas nucleares habían creado un equilibrio estable de terror, lo que queda desmentido por la violencia de la posguerra.  Teóricos nucleares como Herman Kahn y Albert Wohlstetter argumentaron en la década de 1950 que el equilibrio era "precario" y que era esencial medir el daño relevante que sufriría un bando u otro en un intercambio nuclear.  Henry Kissinger, de Harvard, tenía la teoría más obtusa de todas, al creer que los usos "limitados" del armamento nuclear no se irían de las manos.  Estas teorías se utilizaron para justificar el creciente desarrollo de armas nucleares que ha creado la situación de "overkill" en los arsenales de Estados Unidos y Rusia.  La nueva doctrina y práctica nuclear de China producirá una capacidad adicional de "overkill". Estados Unidos ha impulsado la carrera nuclear desde el principio.  El uso de bombas atómicas en Japón en 1945 fue un arma de terror; la administración Truman creía que la muerte de civiles inocentes presionaría a los líderes japoneses para que se rindieran.  La tecnología estadounidense también impulsó la carrera armamentística de la Guerra Fría, en particular el desarrollo de los vehículos de reentrada múltiple independiente (MIRV) que podrían haberse detenido en la década de 1970 si el principal negociador de Washington, Henry Kissinger, hubiera estado dispuesto a escuchar a la comunidad de control de armamentos”. (Goodman, 2024)

Saber si nos estamos adentrando en una nueva era nuclear y atisbar cuáles son sus características es la más acuciante de las preguntas que plantea la existencia todavía de 10.000 armas nucleares, mayoritariamente en manos de Estados Unidos y de la Federación Rusa, la próxima incorporación de China al grupo de países en posesión de grandes arsenales, el desarme en retroceso, la fragilidad de la política de no proliferación y, sobre todo, la incorporación al universo de la guerra del ciberespacio, la Inteligencia Artificial y la computación cuántica”. (Bassets,2024)

Como lo expuse narrando la impotencia de la Corte Penal Internacional CPI para juzgar a los autócratas que acuden a la guerra de exterminio, para expulsar a los otros de sus poblados con “limpiezas étnicas”, o anexar territorios para el Estado que agrede,  lo hacen prevalidos de la superioridad militar que da la disposición de armas nucleares, la capacidad atómica/nuclear de estas potencias que respaldan esas acciones al borde del desatamiento de una tercera guerra mundial, con componente nuclear, marchando sobre el desorden mundial porque ya se fracturó el orden mundial surgido después de la segunda guerra mundial. Hoy la relación de los países que integran la ONU se quedó sin derecho internacional y sin penalización. Estas dos guerras (en Ucrania y en Gaza), de exterminio y aplastamiento que dejaron inútiles los valores en los que se sostenía la ONU (mantener la Paz, obtener la seguridad, hacer respetar la soberanía de los Estados, evitar las intervenciones abusivas…), devolviendo al planeta tierra al estado de barbarie, a la edad media a la altura de 1648 cuando aparecía el primigenio derecho internacional. Estas dos guerras de exterminio observadas por todos en parabólicas, cadenas de tv, redes sociales y demás medios de comunicación; admitidas por varios Estados cómplices, neutros o indiferentes y rechazadas por otros que no pueden impedirlas, estas dos guerras nos colocan ante una realidad irrefutable: la mayor fuente del poder son los arsenales nucleares. De esa detentación y ostentación surgen las definiciones geopolíticas y los bloques territoriales que se organizan para definir las condiciones de existencia de los otros Estados.

Vladimir Putin desde la intervención militar en Chechenia, luego en Georgia, en Siria, Nagorno Karabaj, y Crimea, dejó ver la templanza y cambio de actitudes que definitivamente desembozó con la invasión a Ucrania, exhibiendo concentración del poder, autoritarismo y persecución a opositores como Anna Politkóvskaya, Boris Nemtsov o Alexéi Navalni. Su permanencia en el poder durante 24 años con proyección a 30 porque está empezando otro período, ha degradado la Democracia Rusa que él mismo exhibía en el año 2006, hoy con claros tintes autocráticos. Su meta es reconstruir el imperio, no dejar soltar más regiones como se vio en la etapa postsoviética, contener a la OTAN en los linderos que ya alcanzó, así ejerce el poder dentro de una autocracia que desea recuperar un imperio, al menos en el marco de la Federación Rusa. Hubo mucha desconfianza con estas elecciones del año 2024 donde resultó reelegido Putin, pero los opositores no pudieron frenar los desafueros. El gobernante que las preside si quiere conservar la apariencia de funcionalidad del sistema electoral, las deja realizar, pero las restricciones y cortapisas se notan. Putin, mantiene preocupada a la Unión Europea y continúa doblegando a Ucrania, convencido que debe prolongar esa guerra para quedarse con los territorios donde ha tomado ventaja.

Benjamin Netanyahu, de político derechista pasó ante las tres reelecciones como primer ministro, a convertirse en un autócrata y a deformar la Democracia israelí. Varios gobernantes llegan dentro de la Democracia al poder a través de elecciones, se van instalando y prolongando sus tiempos, desmontan piezas y controles de la Democracia y mutan hacia el autoritarismo que lleva a la autocracia. Su último periodo al frente del gobierno empezó en diciembre de 2022, ya lo había ocupado de 1996 a 1999 y de 2009 a 2021; ha sido miembro de la Knesset (Parlamento) y presidente del partido Likud (partido de ultraderecha fundado por Menájem Beguín). Los autócratas recortan libertades, persiguen a los defensores de los derechos humanos, acorralan las ONG, persiguen la prensa independiente, a los líderes de la oposición y acuden la desaparición de oponentes; cooptan a los empresarios que adquieren medios de comunicación para desinformar, etc., en estas circunstancias cuando enfrentan un reto mayor y están aupados en una ideología supremacista, inclinándose por el vaciamiento de un territorio, ya rayan en las operaciones militares a gran escala, y pasan  a la guerra de exterminio, al genocidio.

Quienes dirigen estas dos guerras tienen diferente origen ideológico, Vladimir Putin, desde la izquierda, luego se ha transmutado a nacionalista extremo con ingredientes populistas autoritarios llegando a la Autocracia; Netanyahu, desde la derecha hasta la ultraderecha, supremacista, llegando al culmen del sionismo formando una Autocracia. Ambos han dado demostraciones de estar dispuestos a usar las armas nucleares, con expresiones directas. Putin amenazando a Francia recientemente por haber animado Macrom él envió de tropas de la OTAN a Ucrania; Netanyahu contra el Líbano, Yemen e Irán, porque apoyan a Gaza, sobre todo después del ataque contra su sede diplomática de Irán en Siria, que conllevó la respuesta intensa de fuego iraní contra bases militares de Israel. Y dentro de las tácticas de disuasión, Rusia envío 4 buques militares a Cuba por la bahía de la Habana: Un buque cisterna petrolero Pashin, el remolcador Nikolai Chira, la fragata Almirante Gorskov, y el submarino nuclear Kazán, portador de misiles kaliv. Estas naves pertenecen a la flota del Norte, amenazan veladamente con su presencia cerca a los EEUU para hacer una demostración de fuerza con maniobras internacionales en el Caribe, una provocación para proyectar poder militar en Occidente, confidencialmente durante los días de permanencia del canciller cubano, Bruno Rodríguez, en Moscú. Se trata de una acción simétrica ubicando naves a 160 kilómetros de la Florida, como respuesta a los despliegues militares de EEUU en países de la OTAN. Y con ello retrotraen la mirada hacia lo que significó la crisis de los misiles del año 1962, que conllevó al forcejeo de Nikita Jrushchov con Jhon F, Kennedy.

Bibliografía

Bassets LLuis. “La nueva era de la disuasión nuclear”, columna de prensa publicada en la revista Política Exterior. www.politicaexterior.com / abril del año 2024.

Goodman Melvin. “La incertidumbre nuclear ha sustituido a la disuasión nuclear”. Columna periodística publicada en la Revista española, SP Sin Permiso.  www.sinpermiso.info // Barcelona (España), mayo 12 del año 2024.

Ramos Garbiras Alberto. “Terrorismo Internacional y nuevo orden mundial”. Libro publicado por la Universidad Libre. Grupo de investigación República. Diseño y diagramación, Artes Gráficas del Valle Ltda. Cali, primera edición, año 2010.