El nuevo libro del profesor Ricardo Sánchez Ángel,
Política y Universidad, editado por la Universidad Libre, sede central en
Bogotá, plantea los orígenes de las universidades, su rol en las sociedades, y
sobre todo el núcleo del trabajo gira alrededor de la autonomía universitaria,
sus inicios y repercusiones en América Latina. Destaca el papel del estudiante
a partir del análisis de Jules Michelet en 1848 (compilación de artículo), las
universidades son posibles por la población académica, los estudiantes forman
el núcleo de la comunidad académica y todo gira alrededor de ellos: los
profesores, los programas, las directivas universitarias. La formación de
estudiantes debe ser la preocupación de las universidades: los estudiantes son
los mediadores con la sociedad, con el pueblo que no tiene acceso a la
educación superior. Las familias protegen al estudiante, tienen esperanza en
ellos y el futuro de esas familias depende de esa formación, también el futuro
de la sociedad y del Estado.
En Colombia entre 1826 y 1827 se crearon las
primeras universidades republicanas, la llamada Universidad Central en Ecuador,
Cundinamarca y Venezuela; y las universidades de El Cauca, la de Magdalena y la
del Istmo. Dentro de la era del Olimpo radical nació la Universidad Nacional en
1867, tres años después animados por Miguel Antonio Caro se pretendió que fuese
una universidad católica presidida por el arzobispo de Bogotá. En Colombia y
toda América Latina, continuó la influencia conventual
Ricardo Sánchez Ángel, alude al mayo del 68 donde registró un movimiento
estudiantil triunfante pues sin proponérselo se coaligó con el movimiento
obrero, con el movimiento feminista que eclosionó, y con el naciente ecologismo.
Desde esa época los movimientos sociales del mundo tienen a mayo del 68 como un
referente pues fue el embrión e las protestas que se entrelazan hasta llegar en
el siglo XXI a las protestas globales. El movimiento de París 68 se
transnacionalizó, brotó en Francia donde la concentración de estudiantes
universitarios de varios países era mayoritaria en Europa; significó el
despertar de la rebeldía universitaria clamando autonomía, el hipismo había
logrado acogida, gran parte de las libertades individuales estaban reprimidas;
se expresaron contra el capitalismo y en consumismo; afloró el feminismo rechazando también la represión sexual
instruida por las autoridades universitarias y las altas jerarquías, con los
parámetros del papa Pablo VI, las universidades manejadas con rasgos de
conventos; se vivía un malestar expreso por el totalitarismo soviético e
influía la vía checoslovaca con la tendencia de un socialismo con rostro
humano; repercutía aún la no muy lejana guerra de liberación de Argelia; la
reciente muerte del Che Guevara como símbolo de la insurrección y exportación
de la revolución; el asesinato de Martin Luther King símbolo mundial de la
reclamación afrodescendiente por los derechos civiles y contra el racismo; un
profundo malestar por los destrozos de la guerra en Vietnam como una intervención
imperial y abusiva en medio de la Guerra Fría usando a los jóvenes
norteamericanos como soldados de invasión.
Bajo el título Las paredes hablan, el autor,
Sánchez Ángel, en esta obra, nos traslada al mayo del 68 francés, fecha que
identifica la eclosión del movimiento estudiantil apoyado por la huelga general
de los trabajadores que, va a dar al traste con el gobierno del General De
Gaulle, héroe de la segunda guerra mundial y fundador de la V República;
traslado al reproducir los grafitis más impactantes y sonoros pintados en las
calles y paredes emblemáticas de París, una rebelión con slogans, pasquines,
pintadas en las calles, proclamas. Los estudiantes resumieron el pensamiento
sobre lo que pretendían y marcaron la acción, producto y súmmum de sus lecturas
y reflexiones teóricas sobre Marx, Marcuse, Sartre, Freud... Grafitis que
fueron compilados por la editorial Tchou y fueron escritos en las paredes del
Liceo Condorcet, La Sorbona, Nanterre, El Odeón. Censier, el edificio de Bellas
Artes, El Grand-Palais, en calles del Barrio latino, de Corneille, Vaugiraud,
en las facultades de medicina y en la de ciencias políticas, y otros espacios.
La autonomía universitaria anhelada desde el
pronunciamiento ecoico de Córdoba (Argentina), búsqueda continuada con los
memorables hechos de París 1968, al fin encontró un marco constitucional en
Colombia con la reforma constituyente de 1991. El artículo 27 eleva a la
categoría de derecho humano la libertad de cátedra, de aprendizaje,
investigación y enseñanza; y el artículo 69 patentó el poder darse sus propias
directivas y reglamentos internos, sus desarrollos se iniciaron en la Ley 30 de
1992 y continuaron con la Ley 115 de 1994. Existen varias sentencias de la
corte constitucional que ajustan y modulan bajo la jurisprudencia esta figura
de la autonomía. La investigación del profesor Ricardo Sánchez, bajo el título
“Universidad y Política”, gira alrededor de los orígenes, devenir y
desenvolvimiento de la autonomía universitaria.
La autonomía que garantiza la constitución del
Estado es para que las universidades se vean libres de ataduras ideológicas y
de un sometimiento a las reglas de un régimen político en lo partidista, con
libertad en lo financiero y administrativo;
es para permitirle a las universidades formar su claustro y desarrollar su
comunidad sin imposiciones religiosas o tendencias ordenadas por quienes
detentan el poder; ello no quiere decir falta de control de la educación en
cuanto a las condiciones de calidad. Pero tampoco es lo contrario, la autonomía
universitaria no quiere decir que las
autoridades universitarias rebajen la calidad académica buscando
disminuir costos; desgreñen, dilapiden, se apropien o desaparezcan el
patrimonio de un centro superior, ni se esfumen los dineros aportados por los estudiantes con sus
matrículas. En varias universidades de Colombia ha ocurrido esto último.
La autonomía universitaria como norma
constitucional permite la autorregulación desde adentro para que los estamentos
principales (estudiantes, profesores, egresados…), tengan la independencia de
conformar sus autoridades y expedir las normas internas, sin dejar avanzar la
concentración del poder que llevaría a la autocracia en la universidad y sin
dejar que surja la desregulación que implicaría el despilfarro, el latrocinio
y el caos. La Autonomía no puede ser
usada para que cúpulas o camarillas transitorias se adueñen de la Universidad,
tampoco para solo pedir aportes al gobierno, ni para eludir el control. La autonomía
universitaria frente al símil de a autonomía personal, es para
autodeterminarse, auto regularse y desarrollarse, no para autodestruirse y
desbarajustar, menos cuando se trata de una comunidad académica que ha colocado
sus aportes: las matrículas. El límite de la autonomía universitaria se
encuentra en el carácter de la educación: es un servicio público, cedido a los
particulares.
El Ministerio de Educación controla, supervisa,
exige, regula la educación, por ser un servicio público que el Estado
colombiano permitió se privatizara; las condiciones de calidad y sus parámetros
los regula el Ministerio, pero no puede imponer en las universidades privadas a las personas que
las dirijan, solo en las universidades públicas. La diferencia está en el
control fiscal, el Estado vigila desde las contralorías los gastos en la
públicas, en las privadas la parte
financiera se ha manejado con los parámetros internos de las mismas
universidades, de allí los focos de corrupción protagonizados por rectores y
socios en algunas universidades.
La autonomía universitaria permite la
autodeterminación de las universidades en el camino a la excelencia, y extiende la plataforma para
la competencia, al ser un negocio de los particulares que se animan a disponer
de mejores programas, servicios y profesores, hasta competir con las universidades públicas. Con la reforma a
la Ley 30 se acelerará esta competencia al impulsarse más la privatización. El
Ministerio de Educación con su función de control y vigilancia refina y
requiere las condiciones de calidad, acreditando o desacreditando programas,
así los estudiantes saben elegir el centro de educación superior al cual van a
ingresar, quedando al desnudo las universidades hechizas y de garaje. Pero los
negociantes enquistados en las universidades encuentran en la privatización una
mina para realizar los negocios personales. Ese es el gran problema. Colombia
tiene demasiadas universidades privadas que se convirtieron en centro de
negocios y especulación.
Los estudiantes desde los consejos de facultad,
el sindicato de profesores, las asociaciones de empleados, los padres de
familia, a veces se quedan cortos para
ejercer los controles que la auditoria interna hace para detectar los desgreños financieros y la
dilapidación de los dineros. Al final los medios de comunicación realizan el
control posterior y develan los actos desmedidos, pero ya el daño está causado
por el jineteo y los malabares financieros.
Tendrá el Estado que permitir que un número
mayor de bachilleres ingrese a las universidades públicas y modificar el manejo
especulativo que los particulares hacen con las universidades privadas. Qué
buscan los estudiantes: 1) Educación con bajos costos y si se pudiese,
gratuita, 2) Verdadera autonomía universitaria, 3) Bienestar universitario, 4)
Calidad académica, 5) Aumento de los cupos o mayor cobertura, 6) Rechazan las
ganancias excesivas de los particulares con el intento de universidades mixtas
a través del lucro de los inversionistas…
El
modelo chileno privatizador y neoliberal pinochetista fue el que
rechazaron los estudiantes de Colombia porque permite la inversión privada
desbordada hasta en la educación pública, el lucro con los parámetros del
mercado competitivo y abre más las puertas al control estatal absorbente,
restándole margen a la autonomía universitaria. Los debates del Representante a
la Cámara Wilson Arias, en el año 2012, fueron esclarecedores.
(*) Magíster en Ciencia Política Universidad
Javeriana; PhD, en Derecho con énfasis en Política Latinoamericana, Universidad
Nacional de Madrid (UNED- España); profesor de derecho internacional en la
Universidad Libre, Cali.