Buscar este blog

19 jun 2018

Populismo y agitación política


La inestabilidad democrática aparece donde las instituciones ya no operan o se ha fallado en las reformas de modernización; donde los partidos políticos se han convertido en aparatos sin capacidad de promover la participación de sus mismos afiliados o simpatizantes, y donde los problemas más cruciales de la población no ha sido resueltos, entre otros factores. La dinámica política de la sociedad que tiene un ente regulador para todos, el Estado, exige que siga la marcha de la administración so pena del desplome total o la anarquía, en esas circunstancias surgen líderes populistas para tratar de conducir amplios sectores y a competir para acceder a la toma del poder. Aparecen populistas de derecha y de izquierda.

 Las acciones constitucionales para hacer efectivo los derechos vivificaron la carta de derechos humanos, sociales, económicos, culturales y del medio ambiente. Esta Constitución colombiana de 1991 tiene en esa carta una estirpe progresista y en cuanto a los derechos sociales, una clara raíz socialdemócrata. En la medida que se han incumplido la materialización de esos derechos, que solo por sentencias judiciales se han reconocido, o por leyes graduales de reconocimiento de mínimos vitales: a los jueces los tildan de activismo judicial, a los magistrados de populistas constitucionales, algunos han terminado la magistratura y han sido candidatos a la presidencia (Carlos Gaviria, Jaime Araujo, José Gregorio Hernández, vice). Los magistrados con muchas sentencias han logrado la ejecución y goce de derechos sociales. Y algunos políticos en elecciones, desde afuera, también han prometido volver esos derechos realidad, surge así el populismo constitucional.

La elección presidencial en Colombia 2018 se desató en la segunda vuelta electoral entre dos populistas, candidatos opositores al gobierno del presidente Santos. Desde la derecha un partido nuevo, el Centro Democrático, nacido en el año 2014, de la mano de un expresidente, Álvaro Uribe, que practicó el neopopulismo de derecha durante 8 años; ahora  con una bancada de 39 congresistas se opuso a la mayoría de las iniciativas del gobierno y cuestionó duramente el proceso de paz, realizó unas encuestas internas entre 5 aspirantes y postuló al senador Iván Duque, alcanzando la presidencia con más de 10 millones de votos en coalición con los partidos tradicionales . De otro lado, Gustavo Petro, disidente del Polo Democrático, una coalición de fuerzas de izquierda que se desperfiló por la conducta desviada de su alcalde en ejercicio, Samuel Moreno Rojas, hoy en la cárcel. Petro, exguerrillero convertido en socialdemócrata, casi en solitario, empezó la campaña y logró motivar multitudes de indignados que lo llevaron a la segunda vuelta electoral, donde mostró con su programa de gobierno un populismo constitucional, realizable.

Loris Zanatta, analista político, profesor de la Universidad de Bolonia, explicó que el populismo resulta en la actualidad “la mayor alternativa histórica a la democracia liberal constitucional. Y su mayor desafío. Cuando la Democracia tal cual la entendemos no funciona, el populismo toma una fuerza fundamental y dice: Yo soy la verdadera democracia’”, señaló. Esta explicación la podemos entender al ver que la Democracia como sistema político ha venido fallando en casi todos los países de América Latina y en Europa también, donde hay serios brotes de populismo de derecha y de izquierda.

Un Presidente llegado al poder por la vía alternativa o como out sider, con elementos del discurso populista de izquierda, una vez instalado en el aparato del Estado trata de propalar sus ideas con más ahínco, apoyándose en el amplio respaldo de la población que lo eligió y extender el populismo con ropaje constitucional para ampliar las garantías biocéntrícas y antropocéntricas, como lo hicieron Rafael Correa y Evo Morales. Y por su influencia nacional destilaron ideas que sirvieron a la rama judicial para su trabajo de ponderación e interpretación de las normas, y así extender beneficios a la población con sentencias como fuente del derecho, e influyeron en la Rama Legislativa con su amplias bancadas para proyectar leyes con acento social. La social democracia como corriente económica es otra forma de difundir y hacer llegar elementos sociales dentro de la estructura capitalista que pueden ir desarrollándose, pero no siempre se incurre en el populismo, es el caso uruguayo con Tabaré Vásquez y Pepe Mujica.

Sobre los populistas de derecha, José Fernando Flórez, abogado constitucionalista de la Universidad Externado, aseguró durante la realización de las “VIII Jornadas colombo-venezolanas y I Jornadas grancolombianas de justicia constitucional”, realizadas en Bogotá, “que dichos discursos de derecha se renuevan, muchas veces sobre las verdades a medias y mentiras que pululan en redes sociales y también por la instrumentalización política de los temores de la ciudadanía”. Se trata de una política de miedos extendidos contra los otros, los extranjeros o los vecinos, con un lenguaje populista- nacionalista que desata indignación, temores contra los refugiados, los inmigrantes “delincuentes”, como hace Donald Trump; contra los extranjeros como lo predica Víctor Orbam en Hungría; contra los musulmanes, en varios países de Europa, como lo hacen partidos populistas de derecha en Francia, Dinamarca y Alemania; contra el castrochavismo como lo vimos en Colombia durante toda la campaña electoral; otros despiertan la xenofobia, el racismo, y hacen ver a muchos extranjeros como terroristas o narcos.

Dentro de la situación registrada en Cataluña con la agitación independentista citando a un referéndum que fue descalificado por el Tribunal Constitucional para evitar el brote nacionalista, y sobre las continuas declaraciones en contra del Presidente Rajoy impidiendo el mecanismo de participación popular, apoyándose en la decisión del Tribunal Constitucional de Madrid, se presentó un acto al revés, fue el Gobierno y la misma corte judicial quienes hicieron populismo constitucional llamando a la Unidad del Reino de España, mutilando el soberanismo regional.

 No todas las formas de populismo son vituperables o rechazables. El populismo es un término polisémico, utilizado para evaluar y comprender algunos fenómenos en América Latina, caracterizado en los medios de comunicación por su tenue o vacío rigor académico, sin embargo en materia de teoría política ha sido un concepto abordado con un análisis minucioso por académicos que trascendieron por su conceptualización y anclaje a la ciencia política. Este es el caso de Ernesto Laclau, que logró realizar un trabajo académico en torno al populismo como realidad y enfoque teorizado, al tanto que es una de las referencias constantes en la mayoría de los estudios sobre el término.

La búsqueda de Ernesto Laclau en el desarrollo de la política y lo político como dimensiones convergentes, pero diferentes, lo político y la política, en la que se reserva el primer término para referir a una lógica de producción del orden social (una función instituyente, aunque también destituyente) y el segundo como un campo o sistema encargado de gestionar el orden (como un ámbito instruido)[1].

Tenía tres preocupaciones sobre las mismas.
1.  Cómo pensar en un nuevo orden social y político para la articulación de diversas demandas y nuevos sujetos identitarios que no podían reconocerse ni entenderse bajo el viejo planteamiento de la ortodoxia marxista como sujetos de clases.

2.  Cómo se pueden analizar en el campo democrático en el contexto actual las dinámicas políticas con un escenario que logre la radicalización de la democracia en su momento bajo los pilares del estado de bienestar y hoy con la necesidad de restablecer la democracia bajo la hegemonía neoliberal. Es decir, hoy con dos tareas a resolver, restaurar la democracia y la radicalización de la misma.

3.  Cómo se constituyen las identidades políticas bajo una lógica en la que actores políticos que tienen en disputa la orientación de un proceso histórico, como su victoria y su orden. Aquí sería necesario abordar el término de hegemonía para comprender la tesis Laclauniana bajo su lectura de Antonio Gramsci.

 Ernesto Laclau desafía la dimensión del populismo que se le otorga tradicionalmente como ya se expresaba anteriormente como mera retórica, ante esto expresó: “el populismo es, simplemente, un modo de construir lo político”[2]. En otro sentido, populismo ya es una categoría que se adscribe a la política de hecho lo afirmaba de la siguiente manera: “no existe ninguna intervención política que no sea hasta cierto punto populista”.[3]

[1] Claude Lefort, Ensayos sobre lo político, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 1991; Chantal Mouffe, En torno a lo político, Buenos Aires, fce, 2007.
[2] Laclau, La razón populista, 2005, p. 113
[3] Laclau, La razón populista, 2005, p. 185

 Por: Alberto Ramos Garbiras. (*)
Y Alejandro López Lasso (**)

(*) Magíster en Ciencia Política Universidad Javeriana; PhD, Doctorado en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); profesor de derecho internacional en la Universidad Libre.
(**) Abogado de la Universidad Libre, Investigador social, miembro del Grupo Republica sobre temas de derecho público.