La
ciudadanía universal y el derecho a la hospitalidad que Immanuel Kant concibió
en su ensayo “La Paz perpetua”, sobre la reflexión de que, “Tal derecho se basa en la posesión común de la superficie de la tierra;
los hombre no pueden diseminarse ilimitadamente por el planeta, que tiene una
superficie limitada y, por ello, deben tolerar libremente su presencia, porque
nadie tiene más derecho que otro a estar en un sitio determinado del globo”.
“Si se tiene en cuenta el comportamiento inhospitalario que siguen los Estados
civilizados de nuestro continente, principalmente los que se caracterizan por
su comercio, llaman la atención las injusticias que cometen cuando “visitan”
pueblos y tierras extrañas. Para ellos, visitar es sinónimo de conquistar”.
(Kant, 1775)
Hoy
en plena globalización desbordada la idea Kantiana de una ciudadanía mundial o
cosmopolita es una quimera por todas las trabas aduaneras, policiales y
fronterizas que existen. Por la xenofobia rabiosa, el celo con los puestos
laborales y el temor al crecimiento de la inseguridad. El preámbulo
de la Carta de las Naciones Unidas, ONU, al expresar que Considerando
que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el
reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e
inalienables de todos los miembros de la familia humana; Considerando que el
desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de
barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha
proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un
mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten
de la libertad de palabra y de la libertad de creencias. Y los artículos 13 y 14
quedan sin funcionalidad en medio de esta crisis humanitaria por los conflictos
no frenados por la misma ONU. Artículo 13. Toda persona tiene derecho a
circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. 2.
Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso el propio, y a
regresar a su país. Y el artículo 14. 1.
En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a
disfrutar de él, en cualquier país. 2. Este derecho no podrá ser invocado
contra una acción judicial realmente originada por delitos comunes o por actos
opuestos a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
Estos
textos jurídicos que hacen parte de la constitución mundial (la declaración
Universal) según algunos tratadistas del derecho internacional, no se compaginan con lo que está sucediendo en Europa, con el tratamiento dado a los
refugiados, cercados por vallas y muros, o confinados en hangares. La globalización
de la economía sirve para la circulación de mercancías a fin de ganar mercados
los países exportadores, y la
circulación de turistas para exprimirles sus ganancias y ahorros, pero no para
la circulación de los que buscan amparo, oportunidades o refugio, porque no
tienen nada. Y creen ilusamente que por ser seres humanos pueden reclamar los
contenidos de la declaración universal de los derechos humanos.
El
investigador Edgar Varela Barrios, filósofo y magister en historia, en su obre
titulada “La soberanía transformada”, reflexiona sobre si es posible avanzar
hacia una ciudadanía cosmopolita, planteando varios interrogantes sobre la
noción de ciudadanía especialmente en la interrelación social; sobre los
reconocimientos reales a la diversidad cultural; sobre la ciudadanía
continental o subcontinental, tipo UE; sobre los alcances de una universalidad
de la Democracia; sobre los esfuerzos de configuración de políticas públicas
globales que generen espacios de ciudadanía ampliada y concluye afirmando que:
“Los argumentos de la ciudadanía global o cosmopolita pueden ser objetados
prioritariamente por su carácter utópico y por las excesivas ilusiones respecto
de la facilidad con la cual se lograrían los procesos de democratización
global. Hasta ahora el tratamiento internacional a los desplazados, refugiados emigrantes forzosos, aunque sean estos
últimos motivados no solo por persecuciones étnicas, políticas y religiosas,
sino también por causas económicas, evidencian el arraigo(en los países
receptores de los emigrantes) de criterios de exclusión, marginalidad y
xenofobia. El resurgimiento de la neoderecha fascista y racista en Europa
occidental es una clara prueba de ello.”(Varela, 2007).
En
pleno siglo XXI el mundo conoce y está presenciando la construcción de nuevas
murallas de contención para no dejar avanzar a los vecinos, separarlos,
excluirlos, segregarlos y al final matarlos. Empezando la segunda guerra
mundial, los alemanes construyeron el muro de Varsovia para aislar a los judíos, confinarlos, maltratarlos,
reducirlos y luego deportarlos a cinco
campos de concentración como el de Treblinka. Al finalizar esa abominable
guerra, el muro de Berlín se construyó a fin de separar dos poblaciones bajo la
bipolaridad desprendida de los acuerdos
de Yalta y Postman. También vemos hoy fronteras resguardadas por ciclópeos muros levantados entre la India
y Pakistán, entre Kuwait e Irak´, en medio de las dos coreas, entre Zambia y
Angola, o en Chipre. Todos con el argumento de la defensa nacional, para evitar
el paso de actores armados, terroristas, guerrilleros, fundamentalistas,
militantes islámicos, invasores, inmigrantes indeseables, refugiados,
desplazados vecinales; bajo la visión de la amenaza a la seguridad ciudadana y
laboral: xenofobia y racismo. Estamos ante la neobarbarización de las relaciones por la inutilidad de los
linderos territoriales para separar los espacios estatales, la disfuncionalidad
de la soberanía y la inoperancia del Derecho Internacional Público.
El
gobierno de Israel construyó un muro en
la zona de Cisjordania, proyectado a 700
kilómetros de largo, para aislar a los palestinos en confrontación desde
la última intifada. De nuevo se prueba la ineficacia de la justicia
internacional. La decisión de la Corte Internacional de la Haya no fue acatada.
La decisión de la Asamblea General de la ONU, tampoco. Y eso que la ONU le dio vida al Estado de Israel. El
unilateralismo cunde en las relaciones internacionales, la soberanía se diluye
y los conflictos se barbarizan como en
la antigüedad.
Hoy
el problema con la llegada de refugiados de varios países a Europa se ha
convertido no solo en un tema de las campañas políticas, sino prioritariamente
en asunto gubernamental y de política pública; y en discusión recurrente en los
círculos elitistas y confrontación intensa entre xenófobos y cosmopolitas; esos
círculos perciben el problema como una amenaza a sus economías. Luís Fernando
Afanador, reseñando al filósofo esloveno Slavok Zizak en su libro “La nueva
lucha de clases. Los refugiados y el terror”, de editorial anagrama, plantea
que una actitud meramente compasiva hacia los refugiados elude el problema de
fondo: la economía global que genera nuevas formas de esclavitud y oculta la
lucha de clases. El filósofo de izquierda cree que la lógica capitalista sin
cortapisa y sin freno, lleva a la destrucción de la propia humanidad.
Esta
crisis por los miles de refugiados sin atención constituye un drama humanitario
impresionante que, dejó a la Unión Europea al descubierto ante el mundo, al
verse claramente que el bloque de países más “civilizado” del planeta no tiene la capacidad de asistencia
humanitaria y dejó colapsar el sistema internacional de protección de los
derechos humanos que se instaló en la ONU. Esto está ocurriendo por la falta de
decisiones acertadas, por el temor de muchos países al sentirse invadidos de
hambrientos que no pueden o no quieren
atender, por la xenofobia aumentada ante el temor de infiltrados terroristas,
por el racismo reverdecido, por los mercados laborales copados, etc. Pero sobre
todo porque no se ha diseñado una política pública paneuropea de atención
humanitaria que, debe partir de ajustar
el derecho de asilo para ingresar a las personas con un nivel de
protección adecuado.
La
figura jurídica del asilo conectada al Convenio de Dublín se vuelve un
obstáculo para las personas que huyen de Afganistán, Siria, Irak, Somalía,
Pakistán, Yemen, Palestina, y otras partes; porque ese convenio contempla que
el derecho de asilo se obtiene en el
primer país al que se llega. Y la mayor parte de las rutas conducen
mayoritariamente a Grecia después de trasegar por el mar egeo. El mar, ante los
naufragios en algunas ocasiones se ha convertido en sepultura salada, los
sobrevivientes a las travesías son objeto de hostigamientos, perseguidos y
encerrados como si fueran portadores de lepra.
Hacer
el trámite en Grecia se expone a no ser atendido por la crisis económica de
este país. Continúa entonces la ruta de escape para llegar a otro Estado como
Austria, Hungría o Alemania, pero se encuentran con Vallas, cercas, alambradas,
muros, bloqueos militares y obstáculos de cercamientos que les impiden pasar
por Serbia, Croacia o Macedonia, taponándoles el tránsito.
Los
refugiados se están viendo entrampados entre Turquía y Grecia, el primero los
recepciona concentrándolos con mala atención y el segundo es impotente para
solucionar el problema de asistencia humanitaria adecuada. Para entender el
drama basta observar las fotos de lo que ocurre en la isla de Lesbos y en la
localidad de Idomeni. Europa ante las guerras no resueltas por la ONU con
intervenciones efectivas está actuando insolidariamente para tratar de sostener
sus cimientos económicos.
La xenofobia ha crecido en Europa después de
las acciones terroristas de noviembre 2015 en París y marzo 2016 en Bruselas.
No solo grupos neonazis atacan a los refugiados musulmanes, también se han
presentado manifestaciones y protestas contra ellos. El domingo 27 de marzo, 5
días después de los ataques en Bruselas se registró una manifestación
antiterrorista muy numerosa protagonizada por hooligans en la plaza de la
bolsa.
La
concentración de refugiados en campos, instalaciones, aislados por vallas y
medidas militares permite la lectura de la crisis y la comprensión de cómo las
guerras irresueltas, de los conflictos de Oriente y África, son el principal factor de los éxodos forzados. Se
revive así la historia de los campos de concentración nazis que, sin el
exterminio con la cremación hoy, están degradando la dignidad humana;
pisoteando todos los derechos, afectando la calidad de vida de quienes tenían
un entorno al menos estable y soportable. Ahora la incertidumbre por su
paradero y destino final no está siquiera determinado: sin protocolos de
retorno, reinstalación o asentamientos más dignos. Esta situación los coloca de
hecho en la esfera del precariado como una variable de esa clase social porque
al Salir de sus ciudades y países perdieron todo incluida la posición de clase a
la que pertenecían.
Otro
muro de infamia para separar dos fronteras y evitar el paso de migrantes es el
propuesto por Donald Trump, deslindando a México, país al que insistentemente
ha tildado de un mal para los EEUU pues el paso de criminales y violadores
viene en gran parte de allí, según él. Su xenofobia contra los latinos empieza
por México y se extiende a toda Latinoamérica. El Presidente Peña Nieto ha sido
tímido para confrontarlo o rechazar al menos las frases despectivas.
“En
nuestro mundo global, las mercancías circulan libremente, pero NO las personas, ya que están surgiendo nuevas
formas de apartheid. El tópico de los muros porosos, de la amenaza de que nos
inunden los extranjeros, es estrictamente inmanente al capitalismo global, y
constituye un índice de la falsedad de la globalización capitalista. Es como si
los refugiados quisieran que la libre circulación global se ampliara de las
mercancías a las personas. Desde el punto de vista marxista, hay que relacionar
la libertad de movimiento con la necesidad del capital de contar con mano de
obra “libre” (millones de personas arrancadas de sus formas de vida comunitaria
para poder encontrar empleo en fábricas donde se las explota como ocurre hoy en
día en China o México), y también con la libertad realmente universal del
capital para moverse por todo el globo. La manera en que el universo del
capital se relaciona con la libertad de movimiento de los individuos es, por
tanto, inherentemente contradictoria: necesita individuos “libres” como mano de
obra barata, pero al mismo tiempo necesita controlar sus movimientos, pues no
se pueden permitir las mismas libertades y derechos para todos” (Zizek, 2016).
Bibliografía.
Kant Inmmanuel. “La Paz perpetua”. Ensayo
publicado a finales del siglo XVIII y reeditado por múltiples editoriales,
entre ellas Longseller de Argentina, con prólogo de Susana Aguilar. Texto
original de Kant, 1775.
Varela Barrios Edgar. “La soberanía
transformada”. Libro publicado por ECOE ediciones y la Universidad del Valle,
colección textos universitarios, páginas 27 y 29, Bogotá, febrero del año 2007.
Zizek Slavoj. “La nueva lucha de clases”. Los
refugiados y el terror. Libro publicado por la editorial Anagrama. Colección
argumentos. Primera edición, páginas 63 y 64, Barcelona, España, abril del
2016.
Por| Alberto
Ramos Garbiras: Abogado con especialización en Derecho Constitucional de la Universidad Libre Seccional Cali; Magíster
en Ciencia Política Universidad Javeriana, PhD, Doctorado en Política
Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); profesor de derecho
internacional en la Universidad Libre.