Una
pregunta recurrente en los últimos 16 años que, se han hecho los académicos,
gobernantes, dirigentes políticos, entre otros, es esta: por qué la ONU no ha
intervenido de manera eficaz para ayudar a solucionar esta guerra interna que
lleva 52 años sin resolverse?
Durante varios gobiernos se han formulado
propuestas para que la ONU participe más a fondo, unas descabelladas, otras
fallidas, otras no viables, y todo ha sido infructuoso. Uribe como gobernador
de Antioquia planteó que se convocara a los cascos azules (sin saber que solo
son un ejército de disuasión y ayuda humanitaria); en otro momento se propuso
activar la comisión de encuesta; en otra época se invocó la presencia del
relator especial; han invocado la intervención de la Corte Penal Internacional
(CPI); en el año 2003 se formuló la
propuesta de la Fundación Seguridad y Democracia para que la ONU enviara una
fuerza multilateral de carácter preventivo que ubicara tropas en las fronteras
para evitar el desbordamiento del conflicto hacia los países vecino; se han
suscrito Convenios para la erradicación de cultivos ilícitos ; la incorporación
y veedurías para la operatividad del Derecho Internacional Humanitario y su
cumplimiento; hemos tenido asistencia humanitaria para los desplazados del
conflicto interno con las dependencias de ACNUR ; se ha logrado asistencia
alimentaria de la FAO, ayudas de la UNICEF para la infancia; programas de desarrollo
, etc. Y todos han sido llevados a cabo pero de manera parcial, preliminar, a
medias, infructuosos o fallidos.
Recientemente el Presidente Juan Manuel
Santos logró la presencia de un delegado de la ONU, el Sr Jean Arnault quien
tiene experiencia por haber hecho parte de misiones de observación en Georgia,
Afganistan, Burundi y Guatemala. Desde enero 19 de 2016 el gobierno colombiano
y las FARC solicitaron a la ONU que conformara una misión de observadores para
verificar los dos aspectos encomendados: 1) alto el fuego definitivo y 2)
dejación de las armas. El mecanismo aprobado es tripartito: delegados del
gobierno, de la guerrilla y del CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y
Caribeños).Grupo de verificación tripartito para dirimir controversias,
realizar recomendaciones y presentar informes. Se determinó en la Resolución No
2261 del Consejo de Seguridad, proyectada por el británico Matthew Rycroft,
empezará a operar una vez se firmen los acuerdos de paz. La misión no tendrá un
carácter militar y funcionará un año.
Como no se firmaron los acuerdos el 23 de
marzo: el mecanismo quedó en suspenso. Desde los primeros días de marzo 2016
llegó a Colombia un equipo de la ONU (10 personas con el liderazgo de Jean
Arnault), para diseñar la planeación tendiente a la verificación. La misión
recibirá la colaboración del grupo de apoyo MAPP-OEA que ha evaluado de tiempo
atrás los casos de reconfiguración de los fenómenos de la violencia. Nuevamente
surge entre todos los entendidos: ¿Qué utilidad y efectividad tendrá esta
intervención aceptada por la organización multilateral?.
Este proceso de paz que ya lleva tres años y
siete meses ha tenido el componente de la internacionalización como forma de
cooperación para la solución del conflicto, desde el principio por la presencia
de los países amigos como buenos componedores : Cuba, Chile, Venezuela, y
Noruega. Y en la fase final desde el año 2015 la presencia de delegados
internacionales de UNASUR, la ONU, la Unión Europea (UE), los EEUU y Alemania.
Con el ingreso del ELN a los diálogos, Ecuador es el otro país que entra al
realizar un acompañamiento.
La internacionalización del conflicto
colombiano es notoria dentro de este proceso de paz. Así, ha ganado notoriedad
y preocupación mundial. Ello no quiere decir acatamiento de las fuerzas insurgentes de plano porque
esa justicia internacional tampoco opera con eficacia. Donde ha operado tarda
más de 10 años en producir efectos. Y los internacionalistas saben que el
derecho internacional tampoco ha podido frenar el desorden mundial respecto a
Estados que usan la fuerza de manera ilegal cayendo en el campo del terror
estatal. Entonces en nuestro conflicto colombiano para la solución las partes
conocen que no opera la justicia ordinaria tradicional, ni los estados de
excepción, ni el DIH; y se busca diseñar una justicia transicional. Así las
transacciones para la transición están a la orden del día. En La Habana y en la
ONU los delegados harán el trabajo de “manicuristas y estilistas”, para no
hacer el papel de chaperonas invidentes.
La ONU ante el caos humanitario por el número
flotante de desplazados que existe, casi 7 millones en los últimos años, una
población equivalente a la de Bogotá, deambulan como miserables y NNs vivos por
todos los tugurios y casas de hacinamiento de Colombia; y ante la barbarización
con la violencia aplicada en la etapa final donde han aparecido grupos
franquiciados para el control territorial, jalonados por un Clan como el de los
urabeños un clan amorfo que extiende el caos. Esa población que deambula por todo
el país, la mayoría sin lograr el retorno a sus terrenos, los 7 millones, es
igual o superior a la población de
refugiados y expulsados de varias guerras alrededor de Europa que tienen en
cisis a la Unión Europea hoy, sin resolver aún los cupos migratorios de ayuda
humanitaria, está en vilo esa política por la radicalización del terrorismo
agenciado por el califato islámico.
La ONU tendrá que aplicar un mecanismo de
intervención para evitar un rebrote del conflicto hacia las fronteras vecinas
(Venezuela, Ecuador, Panamá, Perú, Brasil). Así, como el Consejo de Seguridad
de la ONU aprobó la verificación sobre esa Resolución, podría ampliarla con el
envío de una fuerza de control, contención y apaciguamiento que evite la
destrucción del proceso de paz y la consiguiente prolongación de la guerra. Ese
efecto negativo en las fronteras de países que también hacen parte de la ONU le
dan al conflicto una internacionalización de facto, sin ser una guerra
binacional o internacional, pues sigue siendo un conflicto interno, pero las
repercusiones compelen a la ONU a intervenir con mayor rigor que la mera acción
notarial de verificación. Con la presencia de las fuerzas peacekeeping
operation: a fin de vigilar que se lleve a cabo la decisión del Consejo de
Seguridad y así ejecutar una verdadera operación de Paz.
Habría que
acudir a la doctrina y jurisprudencia internacional para sopesar cuando
un conflicto interno que rebasa las fronteras contiguas, se desdobla en
internacional; como en el caso Tadic donde se
probó el involucramiento de Yugoslavia en los conflictos internos de Bosnia-Herzegovina y Croacia ; o
el caso Rajic donde se demostró que la injerencia directa de las fuerzas
armadas de un Estado en apoyo a organizaciones armadas de oposición en otro
Estado, convierte al conflicto interno en uno de carácter internacional; o en
el caso de Nicaragua y los contras antisandinistas por el apoyo de los EEUU la
jurisprudencia internacional los valoró como agentes norteamericanos de facto.
La ONU ha adelantado misiones similares en
Liberia(año 2003) para apoyar los acuerdos de cesación del fuego, proteger a la
población civil, apoyar con asistencia humanitaria ; en Timor Oriental (año
2002) para proporcionar asistencia por dos años; en Nepal al final del
conflicto entre esa Monarquía avejancada y los rebeldes maoístas la ONU hizo
presencia (año 2006) con un comité de coordinación y monitoreo ; también en
Etiopia y Eritrea (año 2000) cuando se firmó el acuerdo de paz, revisaron el
cese de hostilidades, supervisando la ONU todos lo pactado en los diálogos,
sirvió para garantizar los compromisos de seguridad y establecieron un mecanismo para confirmar
el alto al fuego; también en Kosovo (año 1999), entre otras actividades para :
Restablecer el orden, coadyuvar a la normalización del trabajo en las esferas
de la administración civil, verificar el establecimiento de formas democráticas
de autogobierno, etc.; otras misiones similares se han llevado a cabo en El
Congo(1999), Georgia( 1993); marruecos contra el Frente Polisario (1991); en El
Líbano (1978), para verificar el retito de tropas de Israel; en la zona del
Golán (1974), retiro de las tropas de Siria e Israel; en 1964 para evitar la
prolongación de la lucha entre Chipriotas y Turcos.
Pero ahora en el momento en que la ONU se
apresta a intervenir, en la etapa final del proceso de paz, aflora en Colombia
con claridad una organización armada colectiva, amorfa y con varios tentáculos
que, no es propiamente una organización paramilitar clásica (como hasta hoy se
conoce), es un símil de esos grupos pero más complejo de enfrentar. Los
Urabeños de BACRIM se desdoblaron en una sumatoria de varios grupos
delicuenciales descompuestos, reciclados, rearmados y extendidos que, giran
alrededor del narcotráfico a nivel macro y micro, sin ideología, sin proyecto
político, pero con dominio territorial.
Hay un nuevo paramilitarismo, no con los
moldes conocidos en Colombia durante los últimos 25 años; se trata de una nueva
forma que podríamos mirar y estudiar como neoparamilitarismo, porque no tiene
cohesión y financiación de un solo sector económico (ganaderos, bananeros,
terratenientes, azucareros, etc.) o de un consorcio con enclave económico:
petrolero, minero u otro. El nuevo clan o multiforme organización armada tiene
vuelo propio y proyecto económico multipropósito: narcotráfico, extorsión,
minería ilegal, tala de bosques para negociar con la madera, secuestros…
Este tipo de fenómeno se alimenta de todos
los descontentos y exclusiones, captando adeptos que buscan lograr movilidad social
personal, enriquecimiento ilícito, subsistencia familiar, etc. En este contexto
este neoparamilitarismo sirve también como mano de obra armada para torpedear
los procedimientos de restitución de tierras y generar nuevos desplazamientos.
Y digo aflora con evidencia el fenómeno
porque existía de manera más fragmentaria en los últimos 7 años. El gran
problema ahora es que su configuración ya detectada en esta dimensión puede
entrar a torpedear en la práctica los últimos pasos del proceso de paz: el cese
al fuego bilateral definitivo, la dejación de las armas y a reinserción de las
FARC que, ante la apertura del dialogo con el ELN, hace repensar los mecanismos
planteados, y eventualmente frenar los avances para el fin del conflicto.
En estas circunstancias las labores de
verificación de la ONU se verían retrasadas, obstaculizadas o suspendidas y
nuevamente Colombia no podrá ser ayudada por este organismo mundial que en 52
años no ha podido llevar a cabo una tarea efectiva para evitar el desangre
nacional y alcanzar la paz que impide el funcionamiento de la justicia y la
economía.
Un
tema polémico es el de las zonas de ubicación de las FARC como primer paso de
la desmovilización y coetáneo a la dejación de las armas y antes de partir a
los lugares de reinserción. Se ha hablado de 7 zonas ubicables en lugares donde
la guerrilla ha operado desde hace muchos años y tiene influencia, en los
departamentos fronterizos con Ecuador, en el centro del país en los
departamentos de Meta y Antioquia, Arauca y Norte de Santander en la frontera
con Venezuela y también en la región pacífica. Estos sitios deberán estar
custodiados, vigilados al máximo para evitar un ataque de
contrarevolucionarios, de paramilitares o de fuerzas que quieran romper el proceso. Sitios identificados como viables
para moverse a zonas de abasto, mercados, con vías carreteables y disposición
de puestos de salud. La ONU tiene allí el trabajo de verificación y la CELAC en
el acompañamiento. El criterio de las FARC es que no pueden ser campos de concentración,
ni encierros sin posibilidad de contacto con los moradores para hacer trabajo
político previo a la desmovilización definitiva. Sobre los procedimientos de
manejo de estas zonas hay especulaciones sobre su conveniencia, inconveniencia
y permanencia.
Debe
establecerse un reglamento que impida incumplimientos, sorpresas y saboteos. Y
existe duda sobre la vigilancia porque consideran que si lo hace solo la Fuerza
pública podría darse un ataque súbito
impostado; entonces se piensa en dejar con armas un grupo de la guerrilla que
hagan el papel de escoltas y sea combinada la vigilancia. De todas formas debe
haber protección para evitar una masacre. Con anillos de seguridad para todos
los intervinientes. Aquí es donde puede operar la ONU con una fuerza de peacekeeping operation: a fin de vigilar
que se lleve a cabo la decisión del Consejo de Seguridad y se garantice la
terminación del proceso de paz.
Por: Alberto Ramos Garbiras|
Magister en ciencia política de la Universidad Javeriana; PhD en
Realidad Política Latinoamericana, Universidad Nacional (UNED) de Madrid
España; profesor de derecho internacional, Universidad Libre.