En la ciudad de Cali durante los últimos 7
años la gente que recibe agua distribuida desde la plantas de tratamiento del
río Cauca, ya sabían que la suspensión del servicio sobrevenía, por alta
turbiedad o por empalizadas, ambas debido a fuertes lluvias o intensa
precipitaciones que obstruían el trabajo en las bocatomas. Turbiedad por el
arrastre de tierra hacia el río, desde los tributarios debido al aflojamiento
de los suelos despradizados, o por tugurizaciòn, intervenciones agrícolas con
incuria, y empalizadas por talas sin control en las microcuencas, arrastrando
los restos de la arborización hacia el cauce.
Pero la ciudadanía del otro lado, los barrios
de ladera beneficiados siempre por los acueductos que captan las aguas del río
Cali y del río Meléndez, creyeron que los cortes de agua no eran con ellos. Y
sobrevino la tragedia. El servicio público de agua se vio interrumpido
súbitamente desde el año pasado, entrando la planta de San Antonio a cerrar la
salida del agua. El río Meléndez en el año 2014 había tenido problemas para el
suministro desde la planta de La Reforma para los barrios de las comunas 18 y
20, acudiendo a carrotanques como si se tratara de un estado de sitio, o de un
flagelo por la guerra, o de un país del cuerno africano.
Y los barrios beneficiados por San Antonio
(de la calle 5 y la avenida 6 para arriba, entre la Plaza de Toros y La Flora),
vieron abruptamente cortado el servicio en agosto y septiembre del año 2015. Y
sigue en todos los días del 2016. La gente se pregunta, ¿ y EMCALI nos cobra lo
mismo como sino hubieran quitado el agua por largas horas?
La respuesta de los tecnócratas de EMCALI es
cierta pero abstracta: “se debe al fenómeno del niño y a la sequía”. Cierto
parcialmente porque, el fenómeno del niño, dentro de la variabilidad climática
del calentamiento global, no es culpable de la tala en vastas áreas del Parque
Natural los Farallones; el fenómeno del niño no es culpable de las invasiones,
y de las construcciones formales en fincas y loteos nuevos que hacen derivaciones
de agua con acequias y mangueras a los caudales; de la agricultura intensiva o
para el pastoreo de ganado para lo cual desmontan bosques naturales y desprotegen
los más de 1.200 nacimientos de agua: Y el fenómeno del niño no es
culpable de la minería ilegal incontrolada que desvía cauces de vertientes hídricas
y contamina las aguas.
Información importante para
Sevilla
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El jueves de la semana que acaba de concluir
EMCALI anunció dos horas más de cortes de agua para 73 barrios de Cali desde
las 8 pm hasta las 5 am: esta es una muestra irrefutable del atraso. En las
circunstancias actuales de desabastecimiento de los acueductos de ladera en
Cali, la política pública de aguas del Alcalde Armitage (quien recibió en esta
materia un municipio en estado calamitoso), debe ocupar el primer lugar en la agenda y liderar los
esfuerzos de concertación de actividades entre todas las autoridades con
competencias y obligaciones para hacer valer el SINA o Sistema Nacional
Ambiental (Ley 99 de 1993) y el Sistema de Gestión del Riesgo (Ley 1523 del
2012).
Las autoridades ambientales deben hacer
cumplir a los particulares y los organismos de control vigilar a las
autoridades públicas. Los dos sistemas nacionales no están funcionando.
Hacerlos efectivos es la parte básica de una política pública municipal para el
manejo del agua. E imponer la función ecológica de la propiedad privada que
contempla el artículo 58 de la Constitución política. Al leer los artículos 8 y
95 numeral 8 de la Constitución colombiana, cualquiera comprende que la
conservación de las riquezas naturales es una obligación del Estado y de todas
las personas, pero que la desidia de los entes estatales y el incumplimiento de
las personas han llevado a este caos de ingobernabilidad hídrica.
Que los funcionarios con obligaciones
ambientales salgan de los escritorios y recorran las microcuencas de los ríos
abastecedores de los acueductos tanto veredales como municipales para que
constaten el deterioro de los suelos, la falta de instrumentos de planeación,
las concesiones desaforadas de agua, la clandestinidad de su uso con acequias, zanjones, trinchos y
mangueras. Hay que frenar todas esas violaciones para poder aumentar los
caudales y darle cumplimiento al uso prioritario del agua para consumo humano,
sobre los otros usos.
Hay que recuperar el tiempo perdido en estos
últimos doce años sin acciones de adecuación al cambio climático, y empezar a
reforestar en serio y para la tala de los bosques. Siguen bajando camiones
cargados de madera y los retenes donde están? Como se torna casi imposible
hacer desalojar a los habitantes del Parque natural los farallones, lo que si
se puede hacer ya es frenar las nuevas parcelaciones, bloquear más
construcciones de casas-fincas que se instalan pata talar, devastar,
potrerizar, cultivar y diseñar más derivaciones para obtener agua.
Cali no es viable sino se respeta el suelo
rural, de allí proviene el agua. Y la huella ecológica está totalmente alterada
porque las zonas rurales han sido ocupadas indebidamente en detrimento de la
vida urbana. Es inconcebible que tengamos más de 1.200 nacimientos de agua en
el Parque los Farallones y no podamos conservarlos para captar las aguas y
reconducirlas a los afluentes tributarios, a los ríos principales, o a
reservorios y ensenadas, para que no se pierdan.
Si todo sigue a este ritmo de depredación,
más adelante no serán cortes de agua por horas, habrá que desocupar la ciudad,
ya muchos se han ido para Jamundí y Palmira. Mientras tanto seguimos esperando
que la ONU ponga de acuerdo a los
estados del planeta tierra para combatir el calentamiento global, evitando la
lluvia ácida, si se disminuye el uso de los combustibles fósiles (petróleo,
carbón y gas).
Por| Alberto Ramos Garbiras. PhD
en Política Latinoamericana, Universidad Nacional UNED de Madrid; Ex Procurador
Ambiental del Valle; profesor de derecho ambiental, Universidad libre (Cali)