Lo
peor de los efectos del cambio climático son los daños causados a las corrientes de agua, ya sea
durante el invierno o durante el verano. El invierno las vuelve turbias por los
desbarrancamientos de las laderas y las empalizadas originadas con la tala
intensiva que promueven los saqueadores de bosques; y en verano disminuyen los
caudales, aumentan los consumos para el riego agrícola y otros usos, y los
incendios deterioran las micro cuencas. Los extremos producidos por la
variabilidad climática están afectando
las aguas y los daños antrópicos (causados por los seres humanos), están
produciendo efector perversos, el agua destruye el agua y afecta los entorno,
la calidad de vida y atentando contra los seres humanos: los acueductos
municipales destruidos por las crecientes súbitas de los ríos o las avenidas
torrenciales, por ejemplo. Las lluvias en invierno alterando la calidad de las
aguas, impidiendo la captación en las bocatomas de los acueductos; las
inundaciones anegando pueblos y destruyendo viviendas; los vendavales destechando
las casas rurales, etc.
La
alteración de la atmósfera habla por sí misma, todos los gases efecto
invernadero (petróleo, gas, carbón, los florurocarbonados, etc.), cambiaron los
comportamientos previsibles, afectando los ecosistemas. Los vendavales en el
trópico no eran tan intensos ni frecuentes. Ahora la velocidad del viento, las
tormentas eléctricas, las lluvias torrenciales y las granizadas que componen un
vendaval, presentes en los períodos de transición entre el verano y las
primeras lluvias del invierno, este
fenómeno de los vendavales ha azotado al
Valle del Cauca desde mediados de marzo, más de 15 vendavales destechando casas
rurales y dañando cultivos, son mini catástrofes que sumadas dan un cuadro
preocupante.
Estamos
destrozando y destruyendo el planeta tierra, esto exige decisión para contrarrestarlo
y unidad de criterios que solo se logra en un escenario mundial, ese es el
organismo multilateral de la ONU. Allí se vienen produciendo reuniones anuales
cada diciembre y de estos pactos que se convierten en tratados y acrecen el
derecho internacional que nutre a los derechos ambientales nacionales. Más sin
embargo el calentamiento global continúa y no se ven medidas eficaces de
verdadera disminución en el uso de combustibles fósiles, mientras tanto
continúan los desastres en todo el globo terráqueo.
El
científico Ian McEwan, el prólogo al libro de Vicente Barros, afirma, sean
cuales sean nuestros problemas medioambientales, habrá que abordarlos mediante
leyes internacionales. Ningún país va a controlar sus industrias si las de los
vecinos no encuentran trabas. También aquí podría resultar útil una
globalización ilustrada. Y un buen derecho
internacional tal vez no necesite emplear nuestras virtudes, sino
nuestros defectos (la codicia, el interés propio…) para potenciar un medio
ambiente limpio; a este respecto el mercado de intercambio del carbono
recientemente diseñado ha sido una primera
maniobra hábil. (McEwan)
Una
muestra de las buenas intenciones d la comunidad internacional pero no
materializados ni concluidos a tiempo, por lo tanto irresueltos y en marcha la
causa de las amenazas son el tratado de prohibición de las pruebas nucleares;
el acuerdo m8ndial para prohibir los clorofluorocarbonados (CFC); el tratado de
Kioto, las reuniones de la ONU en Poznan, Bali, Cancún, Copenhague, el tratado
de Montreal, etc., que concitan voluntades para combatir el cambio climático,
fijan metas, proclaman agendas, pero los indicadores no muestran la disminución
efectiva de las causas de la problemática.
La
Ley 1523 conduce al conocimiento del riesgo y su reducción. En el Valle del
Cauca, como en muchas partes de Colombia, tenemos comunidades asentadas en
terrenos de riesgo porque se ubicaron allí de facto (o de hecho), invadieron y
fueron forzando a los municipios para su reconocimiento o formalización. La
permanencia de proporcionó servicios públicos. O los tomaron clandestinamente,
como hacen con la energía. Pero el alcantarillado no les ha llegado o les llegó tarde. Están en las laderas, orillas de los ríos, o al borde
de las carreter5as.. Corren peligro ante
cualquier evento adverso: un derrumbe una
inundación o un volcamiento.
La
falta de autoridad de los alcaldes en algunos periodos anteriores dejó acumular
los problemas, lo mismo que la falta de planeación urbana y otros instrumentos
para hacer funcionar las ciudades y el territorio, acrecentó la problemática.
Los instrumentos de planeación se están observando en Colombia más o menos
desde 1997, con los planes de desarrollo, los POT, y posteriormente los Pomch,
ahora Poncas en las cuencas hidrográficas, los PGARS, los Pgirs, ahora los
planes municipales del riesgo, y faltan los planes de adecuación al cambio
climático. Esta es una razón que explica lo caótico de la gobernanza
territorial antes.
El
desarrollo sostenible incluido en la Constitución de 1991 mucha gente no lo
entiende, algunos funcionarios intermedios tampoco, muchos empresarios
desaforados por la ganancia capitalista se burlan de este concepto y norma constitucional.
Así aumentan los escenarios del riesgo de desastres. Las catástrofes
ambientales llevan al afinamiento de las políticas públicas porque antes no había previsión,
análisis de conocimiento sobre los riesgos, no se hacía planeación territorial,
o porque nadie hacia caso, o por falta de autoridad.
Colombia
con las catástrofes sufridas ha ido aumentando la previsión, claro de manera
tardía, y hay más comprensión del problema. Una paradoja, un absurdo. Pero así
ha sido. Colombia no tenía unas normas jurídicas antes de la tragedia de
Armero, tres años después apareció la Ley 46 de 1988, y cuando todo se adormiló
y las Corporaciones Autónomas se descuidaron, entrando en el desgreño
administrativo, vino la oleada invernal de los años 2010 y 2011, entonces
surgió la Ley 1523 del año 2012 con precisiones y previsiones, que llevan al
conocimiento y reducción del riesgo. Ahora llegó lo del municipio de Salgar y
vendrán otras normas sobre relocalización de gentes de las riberas de los ríos,
pero esto se encuentra prohibido desde 1974.
Alberto Ramos Garbiras| Profesor de derecho
ambiental, Universidad Libre; Ex Procurador Ambiental del valle del Cauca,;
Jefe de Oficina der la Gestión del Riesgo en el Valle; Presidente del Consejo
Directivo de la CVC