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4 ago 2014

Improvidencia de las CARs

El territorio colombiano es rico en aguas y biodiversidad; está atravesado por tres cordilleras, y en sus 32 departamentos, unos costeros en dos mares por la división de un istmo, otros colindantes con Ecuador, Brasil y Venezuela, y otros del interior, se encuentran algunos mal conformados y delimitados porque las bioregiones y ecosistemas se cortan por límites territoriales departamentales que dejan expósitos a ecosistemas compartidos ante la no vigilancia de las Corporaciones Autónomas Regionales (CARs) que, pelotean o rebotan las responsabilidades al Departamento vecino, y no acuden para actuar conjuntamente porque tampoco conforman el Sistema Nacional Ambienta (SINA) para resolver.

Para solo citar dos casos recordemos la alta contaminación del rio La Vieja y su no solución por el peloteo de responsabilidades entre las Corporaciones Autónomas del Valle, Risaralda y el Quindío. El otro caso es la grave alteración del territorio en las microcuencas de los ríos Palo y Desbaratado (estos están en la  jurisdicción de la CAR caucana, la CRC), ante la tala intensiva producida por cultivos ilícitos no impedidos, y por la minería ilegal en sitios circunvecinos, generando empalizadas y sedimentos al rio Cauca que han dificultado la potabilización y el tratamiento de agua para Cali.

El fenómeno del niño un cambio climático extremo producido por el calentamiento del mar pacífico, entre Panamá y Perú, debido entre otros factores a los vientos alisios, y en el contexto del calentamiento global por el efecto invernadero ante el entrampamiento de los gases en la biósfera, gases provenientes de los combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas), más los florurocarbonados y otros; se caracteriza este fenómeno por los efectos crueles contra la geografía de un país: bajas lluvias, sequía, erosión, calor intenso, sed colectiva, amenaza a la salubridad por vectores que se expanden, fragilidad frente a la seguridad alimentaria, e incendios frecuentes: un cuadro cuasi apocalíptico.

En julio 2014, a nivel nacional 20 de los 32 departamentos de Colombia entraron en alerta roja por los incendios rurales. Una racha de incendios por la elevación de la temperatura, el intenso calor, resequedad de los pastos y la vegetación. Incendios presentados entre las otras razones, por el descuido con la manipulación de elementos inflamables, y lo peor, aprovechamiento de inescrupulosos que con el fin de invadir para asentarse o asentar a otros como “promotores de viviendas”, queman un área y se expanden las llamas. Hasta tres incendios en un solo día producto de promotores ilegales que ven los cerros de Cali como negocio para impulsar invasiones. Durante lo corrido del año 2014 se registraron en Cali 378 incendios para un daño de 70 hectáreas; en  el mes de julio  se produjeron en Cali 195 quemas, incendios que enfrentó el Cuerpo de Bomberos. Sin contar las quemas “controladas” de caña de azúcar practicadas por pirómanos autorizados por el Ministerio del Medio Ambiente que, también calientan los entornos habitados.

En La Guajira mueren miles de reses y los niños buscan agua como topos, labor que le corresponde al Estado; en la costa aumentan los incendios forestales, en el Valle y otros departamentos, todo se vuelve un asunto bomberil; mueren reses incontroladamente en los mismos potreros que se abrieron desertizando inmensas aéreas que eran bosque protectores, ante la tala no controlada por las Corporaciones Autónomas Regionales (CARs); la seguridad alimentaria queda en alto riesgo. En el Casanare todo Colombia vio el cuadro dantesco con la muerte de chigüiros y reses por el agotamiento de las aguas que hacen las petroleras con el método del fracking y por la devastación en el páramos del Cocuy; en el Valle del Cauca pasados 13 años de la advertencia la CVC no recuperó los humedales, ni la faja lateral de los ríos, ni ordenaron con planes de manejo las cuencas hidrográficas. Había que detener la pérdida de la biodiversidad en el Valle del Cauca, particularmente en su zona plana, teniendo como eje articulador al río Cauca, recuperar  la dinámica hidrológica de sus madres viejas y humedales, construyendo un entramado verde y azul que permita crear una continuidad territorial los cuales serán obligatorios, Obligación de la Corporación CVC, en cumplimiento del mandato constitucional (C.P. Art 58) el cual establece que la propiedad es una función social que implica obligaciones  y  como tal, le es inherente una función ecológica.

Enfrentar el cambio climático por el calentamiento global exige medidas constantes, aplicación de políticas públicas desde la cúpula de cada gobierno y concurrencia de acciones(impedir la tala de bosques naturales, incrementar la arborización urbana, conservar los páramos, no dejar avanzar la minería ilegal, recuperar los humedales, buscar energías alternativas no contaminantes, disminuir la carbonización del aire, ampliar la movilidad urbana con transporte masivo,…); concurrencia de todas las autoridades ambientales para hacer más efectivas las soluciones; hacer SINA como se instruyó desde Río de Janeiro en 1992, además, cumplir con el otro gran sistema nacional: el de riesgos que establece la Ley 1523 del año 2012. Y realizar una planeación sobre el territorio concatenando los diferentes planes de desarrollo con sus componentes ambientales. Esto evita la Improvidencia y la improvisación. Hace a los funcionarios de Planeación de todos los entes territoriales, más responsables.

El derecho ambiental interno o derecho ambiental colombiano deviene del derecho ambiental internacional, a través de las cumbres mundiales organizadas por la ONU desde 1972 hasta el año 2014 (Estocolmo, Río de Janeiro, Johannesburgo, Kyoto, Montreal, Poznan, Copenhague, Bali, Río más 20, Cancún y otras); los pactos y declaraciones se convirtieron en tratados internacionales como fuente del derecho, y estos se convirtieron en leyes(y estas dan paso a decretos y resoluciones), fuente del derecho interno. Las leyes ambientales son para cumplir los tratados internacionales y para hacer respetar la naturaleza. Las autoridades ambientales no las hacen cumplir, La Procuraduría y las personerías municipales no vigilan, gran parte de los ciudadanos no tienen conducta bioética. Entonces todo se desploma y altera. Ese es el caso con la tala de seis millones  de hectáreas de bosques destruidas en los últimos 20 años, un promedio 310.400 hectáreas al año, solo en los últimos tres años ha bajado a 295.000 hectáreas al año; el 40% de la selva del Chocó ya fue deforestada; de esta manera en nada contribuimos a sostener los sumideros de carbono; y lo que está ocurriendo con la minería ilegal es aterrador. Más la corrupción  y la rapiña protagonizada en el interior de las Corporaciones Autónomas Regionales (CARs).

Desde el Ministerio del Medio Ambiente se debe poner orden en las Corporaciones Autónomas Regionales, por ejemplo, no enviar delegados complacientes o intonsos a los consejos directivos, actuar de la mano con el delegado presidencial en cada Corporación, hacer bloque gubernamental con el Gobernador de cada Departamento o su delegado a fin de evitar que los intereses económicos de empresarios con monocultivos o enclaves económicos en el Departamento respectivo, no estanquen o frenen la política ambiental nacional. Y lo más importante, avanzar hacia la especialización en temas sobre el calentamiento global, porque en las CARs las cúpulas directivas, no estudian, no se actualizan y no conocen los lineamientos e instrucciones del panel de cambio climático de la ONU, impartidas por científicos que trabajan en el contexto de la Convención Marco creado desde 1994 que, terminaran sus aportes de esta gran fase, en el año 2015. Si respetaran esos lineamientos Colombia estaría preparada para los fenómenos de la niña o del niño, en los cambios extremos. A finales del 2010 medio país se inundó por la “Niña” y el Presidente Santos lo recibieron para el primer gobierno las inundaciones, se indignó cuando entendió la responsabilidad que le cabía a las CARs; pero y ante el verano intenso del 2014  con el niño ad portas, la sequía y los incendios desbordarán a las autoridades ambientales, y varios desastre lo recibirán para su segundo gobierno, teniendo la raíz del problema una explicación, la Improvidencia de las CARs.
Por: Alberto Ramos Garbiras
Ex Procurador Ambiental del Valle
Profesor de derecho ambiental, Universidad Libre