Ya pronto se
cumplirán los dos años de conversaciones en La Habana (Cuba) sostenidas con la
continuación de la guerra interna, ataques de ambos lados y sobresaltos con
afectación de la economía y de la sociedad civil que, en muchas ocasiones no
entiende por qué si se está conversando para pactar la paz se siguen atacando.
Declaraciones de uno y otro lado han dejado ver el malestar y los anuncios de
ruptura del proceso atemorizan a la población que desea la paz. Los daños que
han sufrido los ejércitos enfrentados servirían para otras investigaciones
sobre lo conveniente o inconveniente de esta modalidad: conversar en medio de la
guerra. Solo dos cortos ceses unilaterales del fuego de las FARC se han dado, a
manera vacacional, pero sin contraprestación.
El punto de las
víctimas, el más sensible, sobretodo porque se están mezclando víctimas de
varios actores armados. Otros ven un contrasentido, como algo no compatible ni
presentable, estar avanzando con dificultades sobre el punto del reconocimiento
a las víctimas del conflicto, y seguir produciendo víctimas por la continuidad
de los ataques de las partes. Se ha generado mucha expectativa sin
todavía estar redactada la justicia transicional aplicable que propiciará la
desmovilización en virtud al tipo de sanciones que se contemplen. Los
guerreristas están de plácemes porque ven agrietados los acercamientos. Y
fisuradas a las Fuerzas Armadas por la campaña en contra del proceso de paz y
la pérdida de status que puedan llegar a tener los militares
Los conflictos
internos se resuelven de tres maneras: 1) venciendo al adversario, 2) pactando
la paz con reformas (vía política o dialogada), 3) O con la mediación
internacional, los buenos oficios diplomáticos, haciendo concesiones. El
Presidente Santos se embarcó en un proceso de paz donde se aplican
las tres maneras simultáneamente. Este proceso de paz ha tenido rasgos
nuevos y aún se percibe que puede prosperar. El único bache puede ser no cesar
el fuego, los enfrentamientos a lo largo del proceso de paz lo han venido
averiando. Este proceso de los años 2012-2014 indudablemente ha aprovechado
todo lo rentable de los anteriores procesos imperfectos (Betancourt, Barco y
Pastrana), y adicionado los elementos previsibles para darle viabilidad. Hasta
ahora ha funcionado con sobresaltos, pero la situación está muy candente.
La desmovilización de
grupos políticos armados se concibe abriéndoles espacios de participación
política, ya se ha probado, las guerrillas desactivadas convertidas en partidos
políticos, es un camino de pacificación dentro de la vía democrática. La
mezquindad al cerrar esos espacios impide los arreglos y arrecia la guerra.
Pero el cese al fuego
bilateral se debería fijar de una vez, aprovechando la evaluación que está
haciendo la subcomisión que estudia también la terminación del conflicto y a
desmovilización, si se fija el cese al fuego antes de culminar las conversaciones,
desde ese momento, de allí en adelante hay que evitar resquemores, y nuevas
escaramuzas. También sirve para detectar a los saboteadores del proceso. Si el
cese al fuego se respeta se puede producir un acuartelamiento preventivo y
transitorio de las partes. Se mostraría una voluntad total por alcanzar la paz
Ese sería además el respiro de paz para todo el país, mientras maduran los
diálogos de la Habana. Ya la mayoría se expresó en junio acudiendo a las urnas
por esa aspiración, entonces no se necesita otro medidor.
Si no hay cese al
fuego bilateral desde ahora, los golpes que sigan recibiendo las partes podrán
ser asimilados hasta cierto límite dentro de la lógica de la guerra, pero
llegará un momento irresistible que rompa el proceso. La confianza no solo se
logra por lo que se diga en la mesa de negociaciones sino por lo que se haga en
los escenarios donde han venido actuando.
Si un proceso de paz
busca alcanzar la convivencia y compartir el país que nos tocó, el estar
sentados con ese propósito insta a realizar los pasos definitivos de no
agresión para alcanzar a terminar las conversaciones que engloben los seis
puntos centrales: acceso a la tierra, participación política no armada, fin del
conflicto, condiciones para la reinserción, como solucionar el
problema del narcotráfico, y derechos de las víctimas. Como no hubo cese al
fuego al comenzar los diálogos, entonces al menos declararlo a esta altura de
las conversaciones en La Habana, así los guerreristas de todas las pelambres
continúen haciendo todo lo posible para atizar las diferencias y promoverán
escaramuzas, saboteos y atentados para impedir la finiquitación de las
conversaciones que sellen la paz. El monitoreo que se establezca, la veeduría
internacional y los procedimientos que la ONU pueda aportar, los dejará al
descubierto porque los medios de comunicación son el verdadero cuarto poder que
descubre todo.
Se percibe la
decisión de las FARC de buscar un acuerdo definitivo para pactar la Paz por esa
fatiga de la guerra, la debilidad evidente que han alcanzado por la seguidilla
de golpes contundentes y por las deserciones múltiples. Dialogar en el exterior
ha sido convincente porque da serenidad a los interlocutores, resta la presión
externa de grupos y sectores adversos; imprime más objetividad y garantiza el
desenvolvimiento de las discusiones. La seriedad de los delegados del Gobierno
nacional hasta hoy nadie la coloca en duda.
Después del triunfo
electoral con la reelección de Santos II, los pacifistas observamos despejado el
camino de la negociación en La Habana que se vio más amenazado por el triunfo
de Zuluaga en la primera vuelta electoral. La discusión del tema sobre las
víctimas sirvió para propulsar una serie de críticas desde varios medios de
comunicación contra las FARC por el activismo de las asociaciones de víctimas
en los foros regionales y en el foro nacional, y las remembranzas de muchos
casos crueles. Este punto debió ser el último de la agenda para evitar el
despertar de todas esas sensibilidades razonables, el tema del reconocimiento y
reparación de las víctimas, por ambas partes, no está exento en ningún país
donde la experiencia se ha surtido: el afloramiento de diatribas, inculpaciones
en doble vía, resquemores, etc., obvio, por el dolor acumulado.
El reconocimiento de
las víctimas, la selección como muestra significativa, y el encuentro con sus
representantes ha originado desazón de algunos familiares, inconformidad de
agrupaciones y tensión en la cúpula de las FARC. Un proceso de paz con un
movimiento insurgente, cualquiera que fuere, no debería mezclar víctimas de
todos los sectores porque la responsabilidad no la va a asumir una sola
parte como actor armado de un conflicto interno multiforme y atípico. Esto
puede entorpecer la voluntad de reparación y perdón, ya que asumir las
reclamaciones mezcladas de las víctimas aumenta la animadversión y la
desconfianza ante toda la ciudadanía que no discierne fácilmente sobre
esas ejecutorias letales. Entonces, deberían marcarse parámetros y
procedimientos manejables para facilitar los canales de reclamación.
Pero lo que
está alterando más el proceso de las conversaciones es la continuidad de los
combates por no pactar un cese al fuego bilateral que, por los golpes
infringidos a ambas partes, molesta y perturba al Gobierno, a la
comandancia militar y a la dirigencia guerrillera, por los daños bilaterales, y
a la sociedad civil por los daños colaterales. Entonces las FARC han arreciado
los ataques para demostrar, equivocadamente, capacidad logística y despliegue de
frentes guerrilleros, para presionar el cese al fuego, y continuar los diálogos
sin enfrentamientos. El ELN hace lo mismo para ingresar a una mesa paralela
donde otros dos países intervendrían (Brasil y Ecuador). Esto confunde a la
sociedad no enterada de los pormenores y pliegues de una negociación, y
sorprende al electorado que votó el 15 de junio y creyó en la marcha sin
sobresaltos de la negociación. Al mismo tiempo envalentona a la oposición y
entraba el punto central: la construcción de la justicia transicional en lo
atinente a la clasificación de los delitos conexos al delito político. Forcejeo
que se dará en el Congreso de la República.
Otro aspecto que
altera las negociación de Paz, consustancial al fuego desatado en la dinámica
de la guerra interna, es la modalidad de guerra y ataques a la que Colombia ha
llegado, similar a lo que sucede en otros países pero con conflictos
internacionales en evolución, y copia o reflejo de esas confrontaciones
internacionales ante el “perfeccionamiento” letal y demoledor de las armas que,
llevan a más destrucción, sin ni siquiera darse en la mayoría de las
situaciones el enfrentamiento de los ejércitos, el estatal y el irregular. Las
clases de armas utilizadas y los ataques aéreos. Actos terroristas de la guerrilla
con decenas de tatucos y ataques aéreos con bombardeos del lado gubernamental.
Podríamos mirar el símil con la confrontación de Israel (julio- agosto 2014)
con Palestina en la franja de Gaza (julio- agosto 2014) ,ya se había dado en el
año 2009 con la operación plomo fundido; son ataques aéreos de aplastamiento,
sin combate. O como sucedió con los ataques a Bagdad en mayo del 2003, sin
enfrentamientos de a pie como los ejércitos clásicos. O lo sucedido en el norte
de Irak con los sunitas armados para construir el califato islámico, atacados
ahora por EEUU donde vemos terrorismo de los sunitas levantados y terror
estatal de los norteamericanos; O como está sucediendo en Ucrania los pro-rusos
ucranianos con artillería rusa demoliendo ciudades, y hasta equivocándose con
un avión comercial de Malasya. Lo avanzado de las armas de combate evita los
enfrentamiento de los ejércitos, son guerras asimétricas
Aquí en “miniatura”,
dentro del conflicto interno colombiano, extrapolando esos eventos, los ataques
se están dando sin enfrentamientos de a pie. Se dan bombardeos aéreos a focos
rurales donde se mueve la guerrilla, y del otro lado, la guerrilla aumenta el
terrorismo, con errores de cálculo que afectan a la sociedad civil, y crecen
los actos contra la infraestructura vial, o las torres eléctricas, como
sucedió en Buenaventura varios días sin luz, que repercute en más daño contra
la sociedad no combatiente. Los derrames petroleros también son una forma de
saboteo, conllevan a la contaminación de los suelos y las aguas, violan el
derecho internacional humanitario. Es decir, hemos llegado al punto de una
guerra interna sin guerra (sin enfrentamientos de las partes), con bajas de
lado y lado, pero más sufre la población civil inerme y la
naturaleza donde se alteran los recursos naturales, por eso es necesario el
cese al fuego bilateral porque el grado de destrucción ya no tiene límites, sin
reglas para la guerra.
“Para llegar a una cesación del fuego tenemos que
sincerarnos, la familia colombiana exige que todos y todas cesemos el fuego,
verbal, militar; que nos dispongamos con base en la verdad de lo que ha
sucedido en el país, de la justicia, y de la no repetición de lo hechos
victimizantes, llegar a un acuerdo que por ejemplo cese el fuego las FARC-EP
durante tres meses con verificación internacional; donde la FARC-EP exprese
manifiestamente y públicamente que no harán ninguna ofensiva militar contra las
Fuerzas Armadas del Estado. Y a su vez, Señor Presidente Santos una orden
perentoria que las Fuerzas Armadas del Estado no atacaran en sus posiciones a
las FARC-EP” (Santana, 2014).
Por: Alberto Ramos Garbiras
Imagen Redes Sociales
Bibliografía:
Santana Rodríguez Pedro. “Los Riesgos de la negociación en medio del
conflicto”. Artículo publicado en la revista virtual Caja de
Herramientas. Corporación viva la Ciudadanía. www.viva.org.co
, edición N° 00410 – Semana del 1º al 7 de Agosto – 2014