El Presidente Santos anunció su aspiración a la reelección. Con más
énfasis sus adversarios trataran de volver añicos el proceso de paz. Los
partidarios de la guerra no quieren que avancen los diálogos, reduciendo todo a
lo electoral y a venganzas encadenadas que no admiten perdón. Mientras tanto la
pobreza y las inequidades se han extendido en estas 5 décadas. Como los
factores de exclusión no se regulan crece así
la población que potencialmente puede armarse, entonces se prolonga el
conflicto interno, o la mano de obra que potencialmente pueda armarse o
adscribirse a otras formas de violencia para el rebusque.
Y como quiera que están creciendo
y ampliándose los movimientos sociales
que se mueven en las vías legales, estos
presionan por soluciones a sus carencias sectoriales. Por estas razones los
espacios democráticos deben ampliarse y los mecanismos de participación
flexibilizarlos con el fin que operen. Una forma nueva y flexible de
representatividad a los movimientos sociales que han irrumpido en el panorama
nacional que no quieren tener lazos de
militancia con los partidos políticos tradicionales. Esas nuevas fuerzas o
sujetos políticos conforman el mosaico de la nueva realidad colombiana.
La democracia representativa para
los partidos políticos clientelizados y la nominal democracia participativa sin
efectividad, pueden encontrar en esta coyuntura de una posible paz pactada pero
atravesada por la jornada electoral 2014,
la oportunidad de reformar asuntos vitales para todos, vía referendos
constitucionales.
La cerrera oposición de la ultraderecha contra el proceso de paz tendrá
que ser contrarrestada por los partidos
políticos moderados, por la Unidad Nacional, por la Red de Universidades
pro-paz, y por los columnistas demócratas, difundiendo una pedagogía sobre los
beneficios de la paz y la viabilidad de este proceso, antes de que se
reincendie el país.
El punto dos de los acuerdos tiene 22 subtemas según lo ha expresado
Humberto De la Calle. Mucha literatura politológica se desprenderá de ese documento
hasta que todo esté definido. No solo acceder a curules en la Cámara de
Representantes, también ingresar a los Concejos Municipales, Asambleas
Departamentales, a los Consejos
territoriales de Planeación para incidir en el desarrollo local y el desarrollo
regional; esas instancias de decisión son desdeñadas por los mismos directores
de planeación que, a los miembros de los
sectores sociales los miran con displicencia, o rellenos dentro de estos
consejos territoriales.
La aspiración a las curules de circunscripción especial tendrá unos
límites pues no podrán aspirar a ellas
quienes estén incursos en delitos de
lesa humanidad. Y tampoco se trata de curules en la Cámara de Representantes entregadas a
dedo, no, deben concurrir a las urnas para competir con movimientos sociales de
la zona. “Serán a la manera de círculos electorales dentro de los departamentos
para que se elijan representantes adicionales” (De La Calle, 2013).
Se incluyó la necesidad de redactar un estatuto para ejercer la
oposición en Colombia, contemplado en el artículo 112 de la Constitución, pero
aún sin reglamentar. Si bien es cierto que las últimas tres reformas políticas
han tocado aspectos del comportamiento de los partidos políticos, la disciplina
de bancadas, el transfuguismo, el umbral,
la cifra repartidora, etc., aún estos no se comportan como partidos
serios porque a través de coaliciones o arreglos multipartidistas se deslizan
para coquetear, pedir y cogobernar, abandonando el control político.
El punto dos de los acuerdos de La Habana busca también propiciar que el
aparecimiento del partido político formado al sellarse los acuerdos de la
agenda temática, pueda obtener las garantías de participación y funcionamiento
sin obstáculos jurídicos, y prever cómo operará la seguridad de los miembros.
Ese partido político, por los anuncios y pasos dados, se deduce será de estirpe
bolivariana y enmarcado en a corriente del socialismo del Siglo XXI.
Por: Alberto Ramos Garbiras.
Profesor de ciencia política, Universidad Libre.