La ley elaborada con interesas personales, de castas, de
empresas o de élites económicas deja de ser expresión de la voluntad popular.
Los congresos y parlamentos que se
corrompen acaban con la teoría de la voluntad popular delegada en esas
corporaciones públicas. La Ley se enseñó siempre en las facultades de derecho
que debe ser: general, abstracta e impersonal. Cuando de hacen leyes para beneficiar a un sector o a una
empresa, se desploman los beneficios generales y la transparencia de la Ley. Y
el pueblo comienza a descreer en la igualdad de todos ante la Ley.
La frase de Cicerón también dejó de ser útil:” si somos
esclavos de las leyes es para poder ser libres”. Si se cumplieran y respetaran
si, por la convivencia que logran y la seguridad que brindan; pero las leyes
mal concebidas no hacen libres a los demás. Y la reflexión de Kant, “la Ley es
un imperativo categórico de la razón”, también fue demolida por los patinadores
de intereses gremiales en la rama legislativa. Demolida por la desviación de lo
que quiere la voluntad popular, al ceder y admitir lo que los lobbystas y
agenciadores empresariales mueven el Congreso. Esta semana la prueba es
palpable, la Ley sobre la salud está siendo torpedeada por los intereses
económicos de los que acumulan capital en desmedro de la salud e la población
no atendida por el POS mezquino que niega todo.
El descreimiento popular conlleva a la desobediencia
civil, esta se entiende en la ciencia política como la negación grupal o de
vastos sectores a obedecer, acatar, cumplir con una Ley, un decreto, o un acto
administrativo u orden que la población
considera injusta o desproporcionada. La desobediencia civil es en la practica
un mecanismo de participación popular no reglado en la Ley estatutaria, pero
que, efectiviza las aspiraciones sociales porque sin necesidad de
reglamentación procelosa, recolección de firmas, inscripción de temas y
votación, logra que la gente se exprese rápido y reclame lo que es justo, y
corrija las desviaciones del poder. Esto
fue lo que sucedió durante las marchas y protestas que apuntalaron el paro
agrario que vivió Colombia recientemente.
La desobediencia civil se puede comparar con la objeción
de conciencia, pero no es individual
sino colectiva. La objeción de conciencia le permite al individuo expresar su
rechazo para cumplir un mandato injusto exponiendo sus argumentos ante una
orden superior. La desobediencia civil le permite a una colectividad exponer el
rechazo a través de marchas, acampadas, manifestaciones, actos simbólicos; para
impugnar, no cumplir ordenes de una autoridad contenidas en un acto administrativo u otro instrumento
jurídico, por considerarla lesiva o desorbitante ya que afectan los intereses
económicos de la población.
Por. Alberto Ramos Garbiras.
Profesor de ciencia política,
Universidad Libre.