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16 sept 2013

Matanzas en Siria

Alberto Ramos...
Sobre la muerte masiva de niños y de civiles inocentes, y a utilización de armas químicas el 21 de agosto hay dos versiones contradictorias, 1) que el régimen de Bachard Al Assad consintió la acción letal, 2) que los rebeldes consiguieron esas armas a través de Arabia Saudita para atacar a las tropas oficiales, las manipularon mal y explotaron en el lugar equivocado. El investigador Atilio Borón, cita a la periodista Dale Gavlak para afirmar esta hipótesis, con video y entrevistas. Lo contrario lo expuso Jhon Kerry, Secretario de Estado, explicando que el régimen borró las pruebas.

De cualquier manera los genocidios cometidos en Siria son la muestra palpable del defectuoso funcionamiento del derecho internacional, y de las falencias de la ONU que no puede evitarlo, limitándose a meras declaraciones, discursos, pronunciamientos y posturas de rechazo. Y de la justicia penal internacional que no puede capturar en flagrancia a los criminales de guerra, ni procesarlos oportunamente. Los EEUU tampoco han llevado a cabo una acción militar de corrección, por el largo trabajo diplomático de aprobación ante el Congreso. La ONU queda maniatada para organizar con celeridad una fuerza de ataque que contempla la Carta fundacional, porque el Consejo de Seguridad no autoriza debido a la influencia de Rusia, por razones geopolíticas y económicas. EEUU ha dudado en atacar dando margen a un eventual consenso, primero con el Congreso de su país y luego con la unión europea. La situación Siria debe frenarse, y seguramente de ser atacada degeneraría en otro Irak, manteniendo tropas de ocupación y sorteando el terrorismo que rebrote entre clanes religiosos, por fuera de  las operaciones de Al Qaeda.

La Liga Árabe condeno el gaseamiento y crimen contra la población de Ghouta en cercanías de Damasco y solicitó el juzgamiento de los autores. Son dos años de vejaciones y asesinatos y hasta el momento ninguna acción efectiva de la Justicia Penal internacional para detener a los criminales. En Siria el aferramiento al poder que ha practicado Bachard el Assad, evitando ceder a la presión popular que pide apertura democrática, lo llevó al extremo dictatorial de utilizar al ejército contra el pueblo Sunita y en medio de la represión desatar una guerra religiosa. Siria vive una confrontación entre dos ramas del islam: Suníes y Chiítas. Al Assad es Chiíta de la vertiente Alaui, una minoría influyente hace 42 años en las instituciones.

Atacar a Siria es más complejo que cuando se intervino en Irak. Desde el p unto de vista geopolítico se levantaría un polvorín en la región por las reacciones de Rusia e Irán. El terrorismo de todas las pelambres actuaría en la zona. Y los israelitas quedarían expuestos a un ataque misilístico.

Por: Alberto Ramos Garbiras.
 Profesor de derecho internacional Universidad Libre.