Se ha producido
un golpe de Estado para continuar los militares decidiendo la vida nacional
como siempre lo han hecho desde 1952. El Ejército no esperó que el Presidente
Mohamed Morsi formara un gobierno de unidad nacional para amainar la presión
popular. Se hicieron los escépticos para romper el Gobierno que solo llevaba un
año de ejercicio, el primer gobierno elegido popularmente en los últimos 60
años.
Es una paradoja
y un hecho rocambolesco que los militares depongan al Presidente elegido y
suspendan de inmediato la vigencia de la Constitución para instalar en el poder
transitoriamente al Presidente del tribunal constitucional, el Sr Mansur,
desconociendo que la nueva constitución
fue el fruto esperado durante 16 meses después de la caída de Mubarak, inclusive, facilitaron
las elecciones para hacer valer la Constitución, entonces, es un juego de
malabarismo político para reinstalarse el ejército otra vez en el poder, a través de un tercero, con un hombre
de paja.
La sociedad
egipcia está encascarada en medio de los militares y los islamistas. La
apertura democrática que se esperaba con la caída de Mubarak quedó en vilo,
solo duró un año el experimento. Se truncó porque ni los unos(los militares),
ni los otros(los islamistas de la Hermandad Musulmana), son demócratas. La
Democracia es un espejismo y un agente exógeno, en una sociedad que espera el
verdadero cambio.
Egipto vive en
estos momentos una situación caótica y de encrucijada. La masa actúo de buena
fe reclamando al Gobierno cambios más notorios y este gobernó lento y
condescendiente con los militares, los jueces y las élites de los viejos
privilegios. El ritmo que Morsi le colocó al Gobierno fue insatisfactorio.
Ahora con la caída de presidente musulmán el experimento anhelado y puesto en
marcha después de la primavera árabe del 2011, se enreda. Ahora no tienen un
gobierno de transición, no saben cuándo serán las nuevas elecciones, las
expectativas ciudadanas quedaron en hibernación
y los militares reinstalados.
La presión
popular desde la plaza Tahrir hizo defenestrar al Presidente Morsi. La pregunta
es. ¿ y los 13 millones de votantes de Morsi que van a hacer?. Muchos lo
acompañaron en contramanifestaciones y otros están empezando a salir a
protestar por el golpe de Estado disfrazado de solución a la crisis. ¿La
voluntad popular en las urnas es igual a
la voluntad popular en las calles con
las protestas masivas?. Son distintas, pero ambas producen cambios en el
poder. En Egipto, son dos voluntades expresadas en diferentes momentos pero se
ven manipuladas por una élite que posee las armas y que so pretexto de
normalización de la situación, desvían la intención de la masa electoral, y de
la masa rebelde, en uno y otro caso.
La multitud
plantada en las calles presionó y el
Presidente cayó. La multitud rebelada en el 2011 hizo caer a Mubarack. Ahora la
multitud fustigó a Morsi y vino el golpe de Estado. Y en el intermedio
gobernaron también los militares. En las
tres ocasiones los militares median y luego gobiernan. Y estando “normalizada”
la situación, cogobiernan. La religión en la política tiene a Egipto en el
marasmo. La puja entre musulmanes, salafistas, cristianos y coptos, le abrió el
camino otra vez a la cúpula militar.
Por: Alberto
Ramos Garbiras.
El autor es
profesor de derecho Internacional, Universidad Libre.