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5 jul 2013

Confusión en Egipto

Se ha producido un golpe de Estado para continuar los militares decidiendo la vida nacional como siempre lo han hecho desde 1952. El Ejército no esperó que el Presidente Mohamed Morsi formara un gobierno de unidad nacional para amainar la presión popular. Se hicieron los escépticos para romper el Gobierno que solo llevaba un año de ejercicio, el primer gobierno elegido popularmente en los últimos 60 años.

Es una paradoja y un hecho rocambolesco que los militares depongan al Presidente elegido y suspendan de inmediato la vigencia de la Constitución para instalar en el poder transitoriamente al Presidente del tribunal constitucional, el Sr Mansur, desconociendo que  la nueva constitución fue el fruto esperado durante 16 meses después de  la caída de Mubarak, inclusive, facilitaron las elecciones para hacer valer la Constitución, entonces, es un juego de malabarismo político para reinstalarse el ejército otra vez en el  poder, a través de un tercero, con un hombre de paja.

La sociedad egipcia está encascarada en medio de los militares y los islamistas. La apertura democrática que se esperaba con la caída de Mubarak quedó en vilo, solo duró un año el experimento. Se truncó porque ni los unos(los militares), ni los otros(los islamistas de la Hermandad Musulmana), son demócratas. La Democracia es un espejismo y un agente exógeno, en una sociedad que espera el verdadero cambio.

Egipto vive en estos momentos una situación caótica y de encrucijada. La masa actúo de buena fe reclamando al Gobierno cambios más notorios y este gobernó lento y condescendiente con los militares, los jueces y las élites de los viejos privilegios. El ritmo que Morsi le colocó al Gobierno fue insatisfactorio. Ahora con la caída de presidente musulmán el experimento anhelado y puesto en marcha después de la primavera árabe del 2011, se enreda. Ahora no tienen un gobierno de transición, no saben cuándo serán las nuevas elecciones, las expectativas ciudadanas quedaron en hibernación  y los militares reinstalados.

La presión popular desde la plaza Tahrir hizo defenestrar al Presidente Morsi. La pregunta es. ¿ y los 13 millones de votantes de Morsi que van a hacer?. Muchos lo acompañaron en contramanifestaciones y otros están empezando a salir a protestar por el golpe de Estado disfrazado de solución a la crisis. ¿La voluntad popular en  las urnas es igual a la voluntad popular en las calles con  las protestas masivas?. Son distintas, pero ambas producen cambios en el poder. En Egipto, son dos voluntades expresadas en diferentes momentos pero se ven manipuladas por una élite que posee las armas y que so pretexto de normalización de la situación, desvían la intención de la masa electoral, y de la masa rebelde, en uno y otro caso.

La multitud plantada en  las calles presionó y el Presidente cayó. La multitud rebelada en el 2011 hizo caer a Mubarack. Ahora la multitud fustigó a Morsi y vino el golpe de Estado. Y en el intermedio gobernaron  también los militares. En las tres ocasiones los militares median y luego gobiernan. Y estando “normalizada” la situación, cogobiernan. La religión en la política tiene a Egipto en el marasmo. La puja entre musulmanes, salafistas, cristianos y coptos, le abrió el camino otra vez a  la cúpula militar.

Por: Alberto Ramos Garbiras.
El autor es profesor de derecho Internacional, Universidad Libre.