El terrorismo doméstico es una variable del terrorismo nacional. Se
presenta dentro del mismo país, no requieren sus autores ayuda externa ni
conexiones internacionales para realizar el atentado, aunque tengan vínculos
externos o su origen de inmigrantes y afectos nacionalistas o religiosos u
origen racial los impulsen a cometer los hechos sangrientos. Las motivaciones
pueden ser personales o actuar por la pertenencia a un grupo que los ha
ideologizado. El perfil del protagonista de un atentado terrorista
doméstico parece ser el del fanático que cree contribuir a la motivación con la
cual se ha identificado, causa política que otros si portan, llevan y militan.
El fanático aislado se convierte en terrorista y se autoconvence que con
ello ayudará a impulsar la causa que los otros enarbolan. El noruego Breivik
asesino de los muchachos militantes del partido socialdemócrata es una muestra
de fanático aislado, actuó por xenofobia y rabia por las políticas de
aceptación de ayuda a los extranjeros que el partido político de las víctimas
ha practicado. También se puede considerar un acto de terrorismo doméstico el
asesinato de 20 niños en Connecticut, el protagonista actuó de manera aislada
respecto a cualquier grupo u organización, un demente imbuido por los
videojuegos, afectado por alguna alteración bipolar. Lo que nos indica que hoy
también puede aparecer como terrorista hasta un loco sin principios ni
ideología como el demente que irrumpió en una sala de cine durante el estreno
del último Batman, disfrazado de su contendor un terrorista que pone en jaque a
la ciudad, y este a la sala del multiplex.
Al parecer los hermanos Tsarnaev que activaron los explosivos con
rudimentarias ollas a presión en Bostón no pertenecen a un grupo terrorista
específico, ni actuaron en red. Los indicios los relacionan con un sector
islamista de Daguestán, influido por Al Qaeda y la revista virtual Inspire.
Podrían ser células durmientes o en formación de un grupo islámico, pero la
tipología del acto es terrorismo doméstico, ya estaban nacionalizados y gozaban
de los mismos derechos de residentes norteamericanos. La rabia, el odio
almacenado por islamistas contra EEUU y sus socios occidentales, los puede
conducir a actuar de manera aislada, no solo porque pertenecer a un grupo
terrorista o a una red de terroristas los involucra de manera directa en
persecuciones, espionaje y seguimientos, sino porque la militancia dentro del
terrorismo por naturaleza es actuar individualmente o con otra persona, no en
grupos grandes, y menos como ejército; de esta manera eluden los programas
policiales de persecución antiterrorista. Entonces, vasta con ser creyente en
los propósitos antioccidentales para decidirse a colaborar de manera aislada,
ahorrándose la militancia que se volvió más riesgosa. Ahora, si llegaren a
resultar miembros de Al Qaeda, pues se colige, han copiado las nuevas maneras
de pertenecer: en la clandestinidad más absoluta, con franquicia autónoma y
como red invisible.
La persecución policial funcionó con la táctica del aislamiento, al estilo
de vaciar la pecera, mientras las autoridades solicitaron a la ciudadanía
permanecer en las residencias, sin obligar a nadie, los autores del atentado ya
identificados por las redes sociales y las cámaras de seguridad, no podían
permanecer en las suyas; al huir para esconderse fácilmente fueron encontrados
por la colaboración de personas y por sus propios movimientos corporales. Así
como las redes sociales virtuales(twiter, Facebook, reddit) han servido de
conexión para la acción promoviendo las rebeliones árabes, o grandes
manifestaciones en España con los indignados y otros países; ahora después del
los hechos sangrientos durante la maratón de Boston en un tramo de la boylston
Street, condujeron a que miles de personas que repudiaron el atentado,
comenzaron a intercambiar imágenes, fotos, ideas, lo cual se convertía en
indicios, pistas y huellas para reconstruir el iter criminis, permitiendo
identificar a los autores. Aquí vemos una nueva modalidad de investigación: detectives
gratuitos en red que, facilitan el trabajo de los organismos de investigación
criminal.
Por: Alberto Ramos Garbiras.
Profesor de Derecho Internacional, Universidad
Libre.