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14 ene 2013

Derrumbe y desastre vial en Sevilla

El desconocimiento del estado de las microcuencas lleva a la falta de planeación de los suelos rurales, la deforestación hace perder las raíces que amarran el suelo y altera los canales de escorrentía por donde discurren naturalmente las aguas lluvias.

La ocupación irregular del territorio es el primer factor de perturbación, los usos del suelo y el agua, sobrevienen a esa ocupación y se darán de la misma forma; los intereses encontrados de los pobladores por acceder al agua deben ser regulados. Conocer el número de usuarios y su comportamiento es vital para saber cuál es la demanda. La información que maneja cada municipio puede alimentar una base de datos. Debe preguntarse a la autoridad ambiental departamental CVC, a la Administración Municipal desde la UMATA, donde está el Plan de Ordenamiento de la Cuenca (POMCH), al cual deben corresponder las microcuencas de la quebrada el Popal y la cristalina y sus corrientes accesorias, porque al problema geológico central, que ahora señalan, la falla romeral, está marcado por el desorden en las microcuencas. Seguramente no existe el Plan de manejo, obligación contenida en decretos vigentes.
 
Desde hace más de 30 años todos los sevillanos al llegar al municipio veíamos la dificultad del tramo de carretera en el área de la cristalina y bordeábamos la quebrada El Popal observando los huecos, baches y daños que se rellenaban cíclicamente. Las cunetas laterales desaparecían y el agua seguía ensopando el terreno. El asunto hay que mirarlo desde más arriba. Regularmente las aguas de las casas van dar a las quebradas  o corrientes de agua que afluyen al río, hay viviendas con pozos sépticos colmatados que  filtran líquido a los afluentes, la población de la parte alta de la montaña  contaminan con sus drenajes sanitarios a la quebrada; con la presencia de taladores para sembrar, se pierde la capa vegetal, entonces cuando llueve el agua corre y forma avalanchas en la parte baja. El problema mayor es la tala de bosque maderable. A un costado del río, por el otro lado. Las normas ambientales y de saneamiento quedan como letra muerta, no se aplican, solo se invocan en documentos oficiales. Se  presentan deficiencias en la exigibilidad de las medidas de seguridad.
 La problemática del agua en Colombia es una consecuencia del modelo de desarrollo que tenemos, que no se caracteriza precisamente por seguir la lógica de los ecosistemas, y mientras no se introduzcan correctivos que comiencen a transformar sus tendencias más nocivas, el deterioro del llamado “recurso hídrico” seguirá siendo la manifestación de problemas que no están en las cuencas hidrográficas como tales, sino en el conjunto del territorio.
Un punto de partida ineluctable para el manejo administrativo de la cuenca y de la comunidad hidráulica es conocer la oferta hídrica (que se tiene en nacimientos, quebradas y ríos del Municipio, y cuantas cuencas), y cuál es la demanda real (número de usuarios y usos del agua), entonces, con la información disponible, conjugada de diferentes entidades (CVC, Corpocuencas, Oficinas de Planeación, las Umatas, etc.) hay que hacer un primer diagnóstico. Si esos datos son fragmentarios y parciales sirven para realizar una proyección del problema, o servirán de indicadores de la problemática por la falta de gestión sobre los recursos hídricos.
Esta administración Departamental presidida por el Gobernador Ubeimar Delgado, solo lleva seis meses de ejercicio. Desde el día del derrumbe la Secretaría de Infraestructura ha estado atendiendo la dramática situación que aísla a Sevilla y dificulta su acceso agravando la situación económica. El ingeniero Carlos Navia Parodi y el subsecretario Julián Henao han acudido también al sitio y analizada  la problemática con los geólogos.
Primero que todo cada rio principal debe tener un Plan de ordenamiento de la Cuenca. Los POMCH no pueden ser letra muerta; permanentemente la autoridad de control, CAR, debe constatar el cumplimiento de las acciones y programas del POMCH. Y los alcaldes instruir a sus funcionarios afines para el buen funcionamiento. Los POMCH, si se cumplen, permiten la sostenibilidad del recurso hídrico de lo contrario el deterioro de la cuenca sobrevendrá. El consumo humano debe prevalecer sobre los otros usos, está en los parámetros de la Agenda de Río y es un principio de la Ley 99, en escala se pueden otorgar los otros usos con concesiones, pero cuando la explotación irracional protagonizada por particulares no tiene control vienen los daños ambientales irreversibles: la minería incontrolada es una de esas causas para la depredación.
Hace poco tiempo, el 12 de diciembre, el periódico virtual “El Ciudadano” publicó una columna mía titulada “Adaptación al cambio climático”, donde expuse que, El principio de precaución contemplado en la ley 99 de 1993, no lo cumplen a cabalidad las autoridades ambientales de Colombia, ha quedado como un adorno en el contexto de los principios generales, y estos según la hermenéutica deben ser aplicados a las normas sustanciales. La precaución en el Valle del Cauca ha sido nula en los últimos 9 años, por esta razón el Departamento se destruyó ambientalmente y tenemos en riesgo las áreas protegidas.
La reacción y la prevención son dos actuaciones ya ineludibles en las políticas públicas para enfrentar los desastres que, exigen inversión, acciones con recursos físicos, humanos y despliegue gubernamental. La reacción es obligatoria por un desastre ocurrido, se trata de ayudas, rescates y correcciones, pero todo está consumado. En cambio la prevención evita, minimiza, salva bienes y vidas. En el valle del cauca no se han evitado los desastres que produce el cambio climático, porque la precaución y la prevención han estado ausentes, por negligencia, desinterés o por móviles inversionistas: en contratos inocuos, inoficiosos y de saqueo gradual del presupuesto público.
Aldemar Gómez Ocampo, ex Alcalde de Sevilla, ante este desastre recuerda un trazado vial que hacia su padre Don Horacio Gómez, entonces propone con acierto, “aprovechar la carretera aún existente de la Uribe hasta el sitio denominado “La choricera”, de este siguiendo siempre por debajo hasta la “Estrella”, de allá y siempre por debajo a “Totoró”, de este lugar a “Manzanillo” y subiendo a “Tres Esquinas”  Sevilla. Desde luego que mi padre no era geólogo, ni ingeniero o arquitecto pero si conoció de a pie o a caballo la geografía de Sevilla. Tampoco yo soy autoridad en el tema pero si fui un excelente vagabundo rural cuando de la civilidad citadina me largaba con mis amigos a recorrer caminos de la jurisdicción sevillana, no sentíamos hambre y cuando nos acosaba comíamos guayabas por los hermosos caminos del plan. No se trata en mi pensar a lo mejor equivocado de reparar la vía por la “Cristalina  el Popal”, sino de una nueva carretera, la falla seguirá, y por ello la operación estaría   cargo de la Nación”.
Por: Alberto Ramos Garbiras.
Profesor de derecho Ambiental, Universidad Libre.