Sigifredo López Tobón está entrampado en una acusación diabólica que lo revictimiza. Un asunto judicial que nos dejó estupefactos a todos el miércoles pasado, cuando asistió a la Fiscalía a presentarse voluntariamente y fue detenido. Una trama judicial contra alguien que sufrió y padeció en un cautiverio insoportable. Ni en las películas de terror o en el cine sobre catástrofes a un guionista se le ha ocurrido plantear que alguien para salvarse facilite o acepte la muerte de sus compañeros de infortunio. La Fiscalía podría estar incurriendo otra vez en el show mediático, podrían haber realizado la diligencia de indagatoria sin la espectacularidad de la captura.
Tampoco nadie que sea cómplice de planear un secuestro va ha estar 7 años viviendo peor que un preso o amarrado como un canino, para al final encontrar la casa, patrimonio familiar, ad portas de un remate. Una persona liberada que haya sido cómplice del plan de auto secuestro y del genocidio, no va después a escribir un libro atacando a los autores de la masacre y cuestionando el accionar de las FARC a través de los medios de comunicación. El libro que escribió “Sigifredo El triunfo de la Esperanza”, es su testimonio y no su coartada.
El mismo día de su liberación criticó duramente a sus captores. Sigifredo estaba expuesto a cualquier atentado por criticar el comportamiento de las FARC.
Los auto secuestros se han registrado por intereses económicos y extorsivos, en casos aislados. El auto secuestro político se ha presentado en pocas ocasiones para aumentar el caudal electoral al salir de cautiverios transitorios, despertando la conmiseración del electorado.
La misma Ingrid Betancourt con su conducta propicio su secuestro pero ella era candidata presidencial a principios del 2002. En el caso de Sigifredo no es concebible porque hacia pocos meses había sido elegido para la Asamblea Departamental, por ende no esperaba votación alguna. Además una persona que tiene programada una cirugía estética como la bariátrica, ese día del secuestro debía cumplir otra cita, no va a entregarse a un grupo armado para que le destruyan la salud, como la hernia discal que se ganó. Sobrevivir le ha costado a Sigifredo tener que cargar con las dudas de todos, dudas despertadas por la sospecha de no morir.
Sigifredo estaba tranquilo y dedicado a las reflexiones de ciudad y a los proyectos especiales para la región. Compartí con él gran parte de la jornada ese miércoles 16 hasta el momento de la llamada de la Fiscalía. Departimos sobre varios temas, me preguntó sobre mi investigación sobre la transmutación del bipartidismo en Colombia; me contó sobre los proyectos que concibió en los cuatro meses dentro de la Alcaldía del médico Rodrigo Guerrero. Derrochó y exhibió lucidez y claridad sobre los problemas de Cali y el Valle del Cauca.
Alberto Ramos Garbiras
Anexo:
Sigifredo López Tobón es hijo de la modista Nelly Tobón y Guillermo López. Su abuelo materno, Jesús María, y su tío abuelo Félix Tobón fueron asesinados por los chulavitas de León María Lozano, más conocido como El Cóndor. En 1963, el año de su nacimiento, sus padres se radicaron en Pradera, montaron una prendería y buscaron esquivar la violencia conservadora. A bala asaltaron el negocio y asesinaron a Guillermo López. Dos balas quedaron incrustadas en la cuna de Sigifredo. Ahí gastó su primera vida gatuna.
Se mudaron a Florida buscando tiempos más reposados y así fue creciendo, con una memoria de elefante. En su adolescencia terminó repartiendo un periódico comunista, pero su madre casi se infarta cuando supo de las andanzas de Sigifredo. A sus 15 años quedó absorto por la figura del cacique liberal Carlos Holmes Trujillo y la política terminó de colarse en su vida. Pronto despuntó como líder de Pradera, fungió como inspector de policía en ese municipio, se graduó como abogado de la Universidad Santiago de Cali, terminó una maestría de criminología y a sus 25 años ya había sido elegido concejal de su tierra natal.
Siempre de palabra fácil, su perfil fue aglutinando espacios y electores, en una región en la que tradicionalmente ha hecho presencia la guerrilla y ya para 1997, después de exhibir en su currículum haber sido alcalde de Pradera y abogado litigante, logró un escaño en la Asamblea del Valle a finales de los años 90.
Hasta hace dos semanas fue asesor del alcalde de Cali, Rodrigo Guerrero.
La historia oficial hasta el miércoles pasado rezaba que había sido una víctima más del aleve crimen del secuestro; que había sufrido toda suerte de atropellos bajo los árboles de la manigua del suroccidente colombiano; que vio morir a distancia a sus compañeros de Asamblea porque estaba castigado en un lugar aparte por bulloso e indisciplinado; que sufrió como ninguno la calamidad de quedarse solo mientras lo soportaba ese afán por reencontrarse algún día con su esposa Patricia Nieto y sus hijos Sergio y Lucas; que fue liberado por gestiones de Piedad Córdoba en febrero de 2009; que demandó al Estado por $5.000 millones, y que fracasó como candidato al Congreso en 2010 y a la Alcaldía de Cali un año más tarde.