Los ataques de aplastamiento contra Raúl Reyes, Jojoy y Alfonso Cano, demuestran patéticamente que en las guerras modernas, así sea dentro de una guerra interna contra un ejército irregular que ha practicado todas las formas de lucha, hoy no existen combates cuando se planifica el ataque. Las acciones de triunfo, liquidación del enemigo, no están precedidas de un combate cuerpo a cuerpo sino de la planeación de los bombardeos quirúrgicos y la demolición de los lugares. El enfrentamiento de ejércitos es visto como algo arcaico, vetusto, sin valor efectivo.
Los aviones de la segunda guerra mundial utilizados por los estados entrelazados en la guerra dieron esa lección macabra: bombardear ciudades y destruir países, para doblegar al adversario. El terror estatal de la era del unilateralismo hace lo mismo: en las guerras preventivas y en las de aplastamiento. Las guerrillas que no han alcanzado el triunfo: aumentan el terrorismo con el mismo fin. No combatir y huir. El daño a la otra parte se busca sea total para no dejar resurgir. El cubrimiento de los medios de comunicación aumenta la espectacularidad de los hechos, mostrando solo los daños.
Alfonso Cano (Guillermo Sáenz) era un teórico marxista, pero durante su dirección de las FARC no avanzó en un proceso de diálogo ni con las compuertas que abrió el presidente Santos; quizás porque desde mayo 2008 cuando asumió el liderazgo por la muerte de Tirofijo, el segundo Gobierno de Uribe siguió dos años empeñado con la escalada de la guerra. Y durante el año y tres meses del gobierno de Juan Manuel Santos, no le alcanzó el tiempo para reorganizar a sus frentes diezmados por la política de Seguridad Democrática, sin poder encontrar un canal claro de interlocución con el Gobierno, o por no haberse sentado las bases, por ámbas partes, para una negociación concreta. De nada sirvieron los gestos mutuos: 1) Las frases sueltas en los discursos del Presidente Santos, 2) La liberación unilatreral que realizó las FARC,3) La expedición de la Ley de Víctimas…Pudieron más los generales guerreristas que prefirieron la liquidación de Alfonso Cano antes que cualquier apertura a un real proceso de paz.
Secuestrar para presionar al Estado y buscar la liberación de presos políticos significó un enorme desgaste para las FARC. No solo violaban el derecho Internacional Humanitario y se obstaculizaban ellos mismos para cumplir con los requisitos que les permitiera adquirir el rango de Beligerancia, sino que, se desprestigiaban ante la sociedad civil que repudiaba esas retenciones y marchaba gradualmente hasta expresar tolerancia cero por los secuestros.
La muerte de Cano no significa la derrota de las FARC, un duro golpe, si. Pero esa guerrilla aún está en condiciones de mantenerse otro tiempo. El narcotráfico alimenta y financia la guerra interna y descompuso a la guerrilla. Igual descompuso a la Fuerza pública por mucho tiempo desde la década de los años 80s, descompuso a los paramilitares y mantiene a las mafias y minicarteles. Entonces reemplazar a la cabeza visible no era un imposible, es la misma operación de reemplazar a una cabeza en una organización. El problema es la expansión del narcotráfico, este lo puede todo: desideologiza y desinstitucionaliza. El problema ya no es la guerrilla como ejército irregular sino el narcotráfico como hoguera de la guerra interna. Una guerra que encuentra sustento de fachada por la pobreza extrema, el hambre y el desempleo. Una guerra que le sirve a muchos para mantener su status administrativo, laboral y pensional. Una guerra que le sirve a los traficantes de armas. Y que no se acabará mientras que no se legalice la producción de la coca hasta convertirla en industria estatal y renta oficial. Una guerra interna que encontrará mano de obra armada mientras exista la corrupción oficial que desangra y festina los impuestos. Una guerra que en los últimos años encuentra más adeptos por necesidad que por convicción.
El problema se agrava los desplazados de la violencia no cesan y se agrega a ello los desplazados por los desastres naturales, entre ellos el invierno que también arroja gente a las ciudades por la falta de inversión en las cuencas hidrográficas y en la protección de los jarillones, dineros que esquilman los mismos dirigentes de la clase política que reclaman más represión mientras mutilan el presupuesto público, lo cual genera inequidad social y más hambre. El último informe de Desarrollo Humano ubica a Colombia como uno de los países más inequitativos en la distribución de la riqueza.
La guerrilla en Colombia ha pasado por todas las formas de lucha: guerra de guerrillas, guerra de movimientos, guerra de posiciones, terrorismo…se ha financiado con todas las formas extralegales por ser un actividad paraestatal: con giros desde el extranjero en épocas de la guerra fría, secuestros, extorsiones, narcotráfico, etc.,ha confrontado a gobiernos liberales y conservadores, a los frentenacionalistas y luego a los disfrazados de formaciones alternativas como terceras fuerzas. Las Farc es la guerrilla más vieja de América latina. Todas las condiciones con las que se explicó el origen de la guerrilla, hoy se mantienen.
Relator: Alberto Ramos Garbiras