Se cumplen 10 años del fatídico 11 de septiembre (11-S), el mayor acto terrorista en la historia y el temor continúa porque el terrorismo internacional no ha cesado; la tensión, paranoia, el miedo intermitente, han perturbado la vida de los norteamericanos, dentro y fuera del país. La guerra contra el terrorismo ha afectado la economía estadounidense, manteniendo tropas en Afganistán, Irak y en otras zonas de oriente medio. Los duros golpes contra las células de Al Qaeda no logran aún desmantelar esa red que, estando ya diezmada significa un alto riesgo: el temor a otro golpe megaterrorista es el fantasma que ronda.
La justicia internacional siempre invocada en los discursos de la política exterior se fracturó al no procesar a Osama Bin Laden, se patentizó la venganza por encima de la justicia. La primera consigna de los EEUU al invadir Afganistán después del 11-S fue justicia infinita, hoy está claro, se trata de venganza infinita: la prolongación de la guerra internacional irregular, está cantada. La reacción inmediata fue atacar el foco Talibán, después, tomarse Irak, el centro petrolero como excusa. Pero tardíamente se enteraron que el centro de la financiación estaba intacto. Arabia Saudita, jugando doble se autoprotegió para no ser afectada por el terrorismo, siguió siendo el bastión aliado de los EEUU y permitió el flujo e caja de Al Qaeda.
El terrorismo internacional seguirá operando hasta que no terminen los factores de intromisión en los países orientales que, ellos señalan como violatorio de sus soberanías. Algunos creen que el terrorismo global puede acabarse con la muerte de Bin Laden porque ya la venganza se cumplió. El problema estriba en todo lo que ha sucedido en los diez años corridos para ejecutar esa venganza por el 11-Septiembre. Se registraron otros ataques, múltiples daños colaterales, otras agresiones, interferencias en los gobiernos del área, y Al Qaeda se ramificó. Los talibanes afganos y pakistaníes, además pretender ejercer poder estatal, los primeros lo tuvieron y se vieron privados de el.
Al Qaeda tiene un brazo armado en Somalia, las milicias islámicas de Al Shabab que hacen presencia en varios territorios dentro de la fracturación estatal, donde clanes tribales ejercen autoridad armada extralegal distinta a la ordenada desde Mogadiscio. Se subvencionan en parte de la piratería marina, actividad facilitada por la ubicación del país en toda la punta del cuerno africano frente al océano índico, debajo de Yemen.
(*) Relator: Alberto Ramos Garbiras. Politólogo egresado de la Universidad Javeriana.Catedrático de Ciencia Política, Universidad Libre.