La infamia montada contra Sigifredo López quedó desmontada, quisieron implicarlo en su propio secuestro, el calumniador dice ahora que todo fue mentira. La noticia se conoció hace pocos días, Reinaldo Valencia, alias El Cabezón, desmovilizado de la columna Móvil Arturo Ruiz de las FARC, quien apareció en el programa La Noche con el falso alias de 'Rafael', reconoce que todo fue falso y que mintió porque le prometieron asilo político y que empezaría una vida nueva en Europa. Cualquier ciudadano cuerdo y aplicando la lógica no podía creer eso.
Pero si le hizo algún daño al candidato a la Alcaldía de Cali. Ahora todo se aclara y es un descanso para él, su familia y sus amigos. Sigifredo sufrió 7 años privado de la libertad, fue ultrajado y degradado al perder su autonomía personal. Desde que fue liberado ha expuesto su visión sobre el conflicto interno y reflexionado con dureza contra sus secuestradores. Es un hombre serio capaz de aplicar sus energías a favor de la comunidad.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua dice que infamar es quitar la fama, honra y estimación a alguien. Con la infamia se llega al descrédito y la deshonra. Algunos infaman por enemistad y venganza, otros porque les pagan y otros por negociar beneficios o lograr rebajas de penas. El proceso de “Justicia y Paz” en el marco de la justicia transicional aceleró esta última modalidad, entre otras perversiones. Se registraron delaciones, verdades a medias, reparaciones insignificantes, carruseles de mentiras, en el fondo se degradó la justicia y deformó el proceso transicional como especie de justicia de excepción que ha funcionado en otros países. Mintieron en el número de tumbas NNs, las tierras desalojadas a sangre y fuego: Los jefes paramilitares procesados que habían creído se salvadores de la Patria fueron extraditados cuando comenzaron a hablar más de lo “conveniente”.
Lo mismo sucedió con guerrilleros atraídos por la desmovilización, dijeron verdades torcidas. Y hasta se desmovilizó un bloque, el cacique Gaitana, repleto de “ñeros” y desocupados que se disfrazaron de guerrilleros y portaban armas hechizas para inflar los triunfos del ejército. La negociación de penas trae atractivos para los implicados que buscan rebajas, indultos, exoneraciones y vincularse a un programa de testigos protegidos, entonces mienten, calumnian, injurian e infaman. Hasta llegan a cortarle una mano al compañero y jefe para cobrar recompensas, como lo hizo alias “Rojas”.