La Ley de Seguridad Ciudadana tiene nuevos aspectos sancionatorios contra conductas dañinas en las ciudades, pero las leyes con sus artículos no hacen todo, son instrumentos para que el combate se apoye. La falta de inteligencia de los organismos de control, su abulia, y descoordinación de la Alcaldía, hacen que las normas queden sin estrenarse o se practiquen parcialmente.
El aparato de la justicia en Cali entendiendo por aparato la estructura física- administrativa y los despachos judiciales de la Fiscalía no están preparados para tramitar con el ritmo de capturados, con los procesados, y para imprimirle celeridad a los casos judiciales que se presenten con ocasión de los nuevos delitos y conductas punibles que se presenten ante la vigencia de la nueva Ley de Seguridad Ciudadana.
Si en Cali se capturara y recluyera a todos los que cometen delitos, ni contando con las nuevas instalaciones carcelarias ha mejorado la situación de parte de la población detenida y procesada. Necesariamente el INPEC tendrá que ampliar las instalaciones con más patios y celdas. La carencia de instalaciones para confinar a los delincuentes ha llevado a la decisión, en Colombia, de crear disposiciones en diferentes momentos sobre sanciones con figuras como: A) extramuros, B) casa por cárcel, C) brazaletes con GPS o chips de seguimiento, D) presentaciones periódicas a los despachos judiciales, etc. Y una serie de beneficios y estudios de dosimetría penal para rebaja de penas, análisis de los jueces de ejecución de penas para redimirlas, etc., etc., etc. Esta situación me hace recordar la medida tomada en la Edad Media ante la falta de mazmorras para los presos, la Inquisición decidió implementar el Sambenito, una capa o vestuario de castigo que el condenado no se podía quitar y esta era un sanción a la vez moral y social porque en la calle todos sabían que se trataba de un presidiario.
El Centro de Rehabilitación Valle del Lilí parece más un orfanato que un Centro de Rehabilitación, hasta hace pocos días no tenía siquiera los muros de encerramiento y aislamiento apropiados, los menores entran y salen. Son jóvenes con carencias escolares, familiares y económicas que, han caído en la delincuencia común, el pandillismo, otros vinculados a las cadenas del microtráfico de estupefacientes, o han sido utilizados e instrumentalizados por los autores intelectuales de crímenes. Ante la inimputabilidad y la osadía que exhiben aumentaron los delitos en Cali. Ahora la Nueva Ley tendrá otro enfoque solo sobre tres clases de delitos. Está por verse si esta medida disuadirá y servirá de escarmiento par alejarlos de las conductas punibles.
La militarización de las ciudades sirve para operativos puntuales y para desestructurar bandas ya localizadas, pero los factores que disparan la violencia rutinaria, sistemática, necesitan soluciones sociales para combatir el hambre, el desempleo y la falta de oportunidades. El hurto de celulares se ha incrementado por lo lucrativo en el mercado de segundas, pero con la desactivación de los aparatos si se desestimula. No hay que caer en el facilismo en el que incurren algunos comandantes de la policía de achacarle la culpa a los usuarios desprevenidos ni al atractivo de los blacberrys, no, el núcleo del asunto es la descomposición de la ciudad en manos de la delincuencia de todas las pelambres, por falta de acción de la Alcaldía, la inacción de la policía, de los organismos de seguridad, y por la crisis económica.
La falta de una política de seguridad y anti criminalidad se debe a la incoherencia entre las autoridades que se sientan en los consejos de seguridad, a su paso transitorio por los cargos y de contera a esa instancia, a la falta de aplicación de los recursos puntuales p ara llevar a cabo los programas o planes de choque, a la equívoca división del trabajo interno de la policía para tareas complementarias entre ellos, al dejar la Alcaldía inconclusos los planes anteriores, desincronización en la utilización de los datos que recauda el Observatorio Social de la Secretaría de Gobierno en los planes nuevos, no hay continuidad entre los sucesivos gobiernos, arrancan de cero sin rescatar lo efectivo de las medidas anteriores.
La cantidad de pandillas urbanas azotan varias comunas, se apoderan de ciertos barrios para delinquir, distribuir los narcóticos que les encomiendan, extorsionar y cobrar vacunas a los establecimientos comerciales. Aquí vemos dos modalidades reproductoras del delito. El narcotráfico y la delincuencia común. Ambos subrayados por la falta de oportunidades: ambos incontrolados por las fuerzas del orden.
(*) Relator: Alberto Ramos Garbiras. Politólogo egresado de la Universidad Javeriana. Ex Personero de los Derechos Humanos de Cali.