Al iniciarse el Gobierno Santos bajo el paraguas de la llamada Unidad Nacional, los partidos visibles en votos el 20 de junio 2010 y con escaños parlamentarios ganados meses atrás, el Polo Democrático y el Partido Verde, se creía a simple vista, eran las organizaciones políticas aptas para hacer oposición, además porque no habían aceptado cargos burocráticos para despegar la etapa santista el 7 de agosto, y tenían plataformas programáticas opuestas a la de los partidos nucleados alrededor de la Unidad Nacional.
Ambos partidos, el Polo y el Verde, son relativamente recientes, surgieron hace menos de seis años con las fachadas o portales que ostentan; el Polo Democrático como agrupación de fuerzas similares pero de diferente origen; y el Verde como agrupación de personalidades y movimientos de ocasión, edificado a partir de una personería jurídica prestada, tomada para transformarla. Estos dos partidos podrían verse también de manera simplista como formaciones independientes al viejo bipartidismo, como la “nueva izquierda” apta a la marcha de la corriente latinoamericana, y ajenos a la corrupción y al clientelismo. La disimilitud en la formación del Polo Democrático Alternativo y la laxitud para su construcción permitieron que apareciera el ariete o hueco negro por donde penetró el sector corrupto de la ANAPO con los mismos vicios de la corrupción bipartidista de la etapa postfrentenacionalista. El carrusel del caso Nule en Bogotá afectó a toda la estructura del Polo y su papel de partido en la oposición.
Desde el Partido Verde la debilidad como potencial opositor vino por otro lado, los copresidentes exhibieron hojas de vida impolutas, pero la falta de coherencia para enfrentar un proyecto de construcción serio de partido político los dividió. En la campaña electoral del 2010 lograron una ola de opinión gigantesca que asustó al establecimiento, a las élites parlamentarias del bipartidismo transmutadas en nuevas fuerzas del espectro uribista, simiente del triunfo de Santos formado con el desprendimiento de congresistas a la espera de porciones del nuevo poder dentro de la amorfa Unidad Nacional.
El Primer error del Partido Verde después de los errores cometidos en la campaña electoral del 2010 cometidos por el candidato que todos creíamos era un sabio, pero no estaba preparado para ser Presiente, fue no declarar ni siquiera la intención de hacer oposición, cuando era obvio que todas las fuerzas políticas estaban congraciadas con el nuevo poder, excepto el Polo Democrático, a quien el mismo Partido Verde había rechazado para la segunda vuelta electoral. Al no ser oposición, ni parte del Gobierno, comenzó a moverse en un terreno gelatinoso que, no le iría a posicionar ni permitirle ser valorado por sus propios electores, más de 3.500.000 ciudadanos que se quedaron esperando las directrices y ver al los Verdes como oposición al Gobierno que empezaba como un reencauche del Gobierno anterior. Pero precisamente las posturas del Presidente Santos y el distanciamiento a varias políticas públicas uribistas aumentaron la ambigüedad en el comportamiento del Partido Verde.
Muchos se sorprendieron cuando comenzaron a observar fisuras en el bloque de la Unidad Nacional, con alinderamientos personales hacia una U santista y una U uribista, con conservadores santistas y conservadores uribistas, y la gestación de una especie de Bloque Santista conformado por el liberalismo más Cambio Radical que, en la práctica desbordaba al Partido Verde como nueva agrupación política. Mientras tanto se deshacía el Polo Democrático por el destape de la corrupción con los dineros de la capital de la República.
Profesor de Ciencia Política, Universidad Libre.