Hace dos días la cúpula de la red terrorista de Al Qaeda designó como se preveía al egipcio Ayman al Zawahiri en reemplazo de Bin Ladem, a quien conoció desde finales de la década de los años 80.s durante la resistencia afgana a la invasión soviética. A manera de primer paso después de su nombramiento ya se anuncian ataques a objetivos norteamericanos e israelíes. La alta recompensa, 25 millones de dólares, ofrecida por el jeque lo hace vulnerable, ante la codicia las lealtades se pierden, pero su experiencia en huir y esconderse, lo mantendrán activo un tiempo. Hace poco las tropas norteamericanas también dieron de baja a Ilyas Kashmiri, de origen cachemir, él era el responsable de la Brigada 313 grupo de acción de los talibanes y cabeza visible de la acción terrorista en una zona tribal pakistaní de Waziristán del Norte.
Indudablemente Al Qaeda como red sigue existiendo después de Bin Ladem, pero es una red debilitada, disminuida y replegada. El carácter multiforme de esa base es el que le permite subsistir y no ser desmantelada fácilmente: los miembros de una célula no conocen las identidades de otros miembros de diferentes células. Al Qaeda se convirtió con el paso de los años en una organización multinacional, con un reducido organigrama de cúpula, hace presencia en la mayor parte de Europa, no tiene más de 2000 activistas, opera a manera de franquicias, actúan con su sello y nombre, pero no están verticalmente ligadas las órdenes desde la cúpula, están articulados por un ideario común: luchar contra los países occidentales miembros de la OTAN.
Así sea cazado un terrorista es difícil para las autoridades paneuropeas llegar a la cabeza de la jefatura porque los nexos solo se construyen con células aisladas. Saben camuflarse, vestir diferente, occidentalizarse, romper los hábitos de sus países de origen y adaptarse al sitio donde se instalan a la espera de la acción definitiva.
Al Qaeda es un referente ideológico dentro de la yihad islámica para difundir un pensamiento y atraer más adeptos; aparentan ser muchos, por el modus operandi no se visibilizan, actúan como un ejército invisible, sus acciones son espaciadas pero reales y contundentes: los atentados. Su obrar cotidiano es más virtual, la comunicación encriptada por internet, este medio les facilita interactuar y programar más ataques.
(*) Ex Procurador Ambiental del Valle