El Partido Verde fue fundado en el 2005, se remozó en el 2009 con la llegada de Mockus, Peñalosa y Garzón, más tarde ampliado con la adhesión de Fajardo. También es producto de una confluencia de tendencias políticas alrededor de unos ideales comunes por la transformación estatal colombiana, contra la corrupción y la recuperación de la moralidad pública.
De la inmensa ola verde como expresión político-social, animada por las redes virtuales se pasó a la construcción del partido político para enfrentar las elecciones de octubre 2011. Las confrontaciones, disensos, críticas y fisuras entre la cúpula de los copresidentes, y los diversos puntos e vista de las direcciones regionales dejaron ver claramente que el Partido Verde no tiene una definición ni un enfoque único para entender y asumir la coyuntura electoral en materia de alianzas y coaliciones. Es la repetición del suicidio político como se hizo en la segunda vuelta electoral de junio 2010.
Si un partido o movimiento político, no es mayoría ni es hegemónico, para competir y alcanzar parte del poder necesita inevitablemente de las alianzas electorales, so pena de marginarse de la administración gubernamental. Alianzas disímiles con pares ideológicos para alcanzar alcaldías o gobernaciones o cogobernabilidad en ellas.
Esa falta e claridad sobre el papel de las alianzas electorales en una coyuntura electoral, más la centralización excesiva, la forma ascosa de ver a los otros líderes y partidos, y el rompimiento interno de las reglas de juego, llevó a la disputa pública a nivel nacional, una discusión que debió ser interna: el acercamiento del ex Presidente Uribe Vélez a la campaña de Peñalosa para la Alcaldía de Bogotá. Se dejó la sensación inicial de que Mockus aspiraba también a la candidatura que ya había sido otorgada inicialmente.
Esta disputa alteró todo un proceso de estructuración del partido que venía haciéndose en todos los departamentos desde octubre de 2010, alcanzando a designar todas las direcciones departamentales. Y empezó la selección de candidatos para alcaldías y gobernaciones sobre los parámetros del sello verde.
La dirección colegiada del Partido verde donde figuraban loe ex-alcaldes continúo entusiasmando a los dirigentes regionales pero nunca hubo una real conexión con los líderes locales que, llegaron a quejarse por falta de contacto y hasta de agradecimiento al haber participado en las elecciones del 2010.
El discurso ambiental no se agitó oportunamente para orientar las bases y atraer simpatizantes. Las dos oleadas invernales no tuvieron pronunciamientos de fondo desde la cúpula del Partido verde. Mockus no es un ambientalista y no manejó ni conoce el discurso ambiental. La falta de pragmatismo de Mockus lo hizo renunciar, no se acopla con a cultura política colombiana y dividió al partido, seguramente por un apetito personal.
(*) Magíster en Ciencia Política, Universidad Javeriana