Después de la Muerte de Bin Laden el terrorismo internacional variará sus tácticas y por supuesto la estrategia, pero no terminará sus acciones, ahora ante la vulnerabilidad exhibida pretenderán demostrar que no están liquidados. Bin Laden inauguró el megaterrorismo que produce grandes impactos y destrozos, así, la red de Al Qaeda continuará buscando ejecutar esas acciones, pero como no son fáciles de llevar a cabo por el avance mundial de la lucha contra el terrorismo, entonces en los interregnos, sembraran el pánico en diferentes ciudades de EEUU y de Europa, hasta ver cumplidos sus objetivos, o ser derrotados. La primera respuesta de la red terrorista, en el marco del terrorismo global, será la colocación de explosivos, acciones que realizaran en parte las células durmientes, o los lobos solitarios, mientras se reorganizan, contra objetivos norteamericanos, sus ciudadanos turistas que deambulan por varios países, sus embajadas, sedes diplomáticas y las aerolíneas, como retaliación y respuesta. Acciones posibles valiéndose de la internet como lo ha hecho Anwar Al Awlaki, insuflando el ánimo de ejecutores como el médico Nidal Malik Hasan (asesinato de trece personas), o de la estudiante Roshonara Choudhry (apuñalamiento de un parlamentario británico). Así, Post Mortem, Bin Laden, seguirá inspirando el nuevo terrorismo internacional.
”…La operación norteamericana ha dejado al descubierto un gravísimo agujero de seguridad dentro de la organización. Es muy probable que este hecho provoque una pausa operativa en Al Qaida central. Desde Pakistán Al Qaida ha seguido coordinando directamente nuevos complots terroristas en Europa (el último presuntamente desarticulado en Noruega en julio de 2010) y Estados Unidos (por ejemplo el de Najibullah Zazi contra el metro de Nueva York en septiembre de 2009). Ahora sus miembros de alto nivel tendrán que revisar los procedimientos de comunicación, cambiar de emplazamientos, extremar aún más las medidas de seguridad, etc. La campaña de ataques con drones en Pakistán, intensificada en los últimos años, ya estaba planteando problemas operativos a la organización. Los cuadros de Al Qaida saben perfectamente -y la muerte de Bin Laden refuerza aún más la idea- que un fallo de seguridad conlleva un destino fulminante. Sin embargo, la muerte de Bin Laden va a tener un impacto operativo escaso o incluso nulo en el funcionamiento de otras organizaciones yihadistas, al menos en el corto-medio plazo (en el largo, ya decimos que el movimiento yihadista global apunta hacia el declive).
En agosto de 2010 la inteligencia norteamericana estimó que Al Qaida en la Península Arábiga (AQPA) suponía una amenaza mayor para Estados Unidos que Al Qaida central. A día de hoy, esta valoración sigue vigente. Es más, la situación en Yemen y el carisma mediático de Anwar Al Awlaki, uno de sus miembros más destacados llevan a pensar que AQPA va a ver reforzado su protagonismo en el universo yihadista como consecuencia de la muerte de Bin Laden. Eso sí, a pesar de su carácter innovador, AQPA no cuenta con la capacidad de cometer un nuevo 11-S. Constituye una amenaza, pero no una amenaza estratégica similar a la que planteaba Al Qaida central hace una década. Por otra parte, al margen de las organizaciones yihadistas formales y de las filiales de Al Qaida (como AQPA, Al Qaida en Irak –que tampoco pasa por sus mejores momentos-, o Al Qaida en el Magreb), en los últimos años han cobrado un creciente protagonismo las células independientes, compuestas por individuos no vinculados o con una relación muy débil a organizaciones mayores, e incluso los ‘lobos solitarios’: sujetos autoradicalizados que deciden atentar por cuenta propia, perfil al que se corresponde el autor del atentado en el aeropuerto de Frankfurt “. (Jordán, 2011).
Los islamistas rechazan la manipulación y disposición indebida del cadáver de Bin Laden como una profanación, un irrespeto a las costumbres y cultura religiosa y una degradación de la persona, impidiendo a sus familiares y seguidores el rito y culto que todas las religiones practican, esto desatará la ira fanática de los islamistas yihaidistas. La gran mayoría de los musulmanes no tienen que ver con el terrorismo, no son radicales, ni ello inspira sus luchas y reclamaciones, como lo hemos observado con las revueltas populares del norte de África y oriente próximo. Es necesario observar y evaluar la reacción que vendrá de parte del islamismo yihaidista, sector que está zambullido en la guerra santa, ellos creen en el terrorismo como única arma para enfrentar a los países occidentales que ven como imperiales, porque el terrorismo que, el común de las personas percibe como demencial, y en efecto lo es, es la última y la única forma que encontraron los enemigos del mundo occidental para enfrentarse y responder, al no tener preparación en academias militares formales como pares o iguales a los ejércitos tradicionales, ni capacidad técnica ni militar con un ejército fijo , asentado y regular, ni preparación permanente para luchar por la vía tradicional; el terrorismo por la acción clandestina, sin enfrentamiento, crea una guerra asimétrica y les permite infringir golpes demoledores, reclamar respeto por las soberanías, no injerencia, y retiro de tropas de ocupación.
Al terrorismo no solo se le combate con el uso desproporcionado de la fuerza estatal, con declaraciones altisonantes y rechazos de la comunidad internacional. Un gran acuerdo multinacional para disminuir la pobreza, eliminar las intromisiones, dejar de saquear recursos naturales y minerales, dejar de imponer modelos institucionales achatando las soberanías de los países interferidos; para frenar los factores que impulsan el terrorismo.
Para gobernar a los EEUU se ve compelido un Presidente a posar como guerrero, sin serlo. Los miembros del Partido Republicano endurecieron a Obama, lo constriñeron a jugar a la guerra, a tomar medidas extremas colindantes con el terror estatal. El factor electoral motivo a Barack Obama para llevar a cabo este blitz en Pakistán, emulando en los ataques preventivos a Bush a quien había criticado. Para el electorado norteamericano, acostumbrado a las guerras de intervención y a medir a sus presidentes por los aciertos o desaciertos en política exterior, la muerte de Osama Bin Laden, posicionará a Barack Obama como competidor frente a los candidatos republicanos para un segundo mandato. La debilidad que le endilgaban para enfrentar el terrorismo internacional la diluirán ahora, pasando a verlo como un mandatario que es capaz de tomar medidas extremas. Otros sectores lo verán como un transgresor de la justicia internacional al no someter a Bin Laden a un juicio público ante un Tribunal Internacional en medio de la globalización del derecho penal.
Barack Obama estaba registrando un bajonazo en los medios de comunicación, en las encuestas y todos los instrumentos de medición. Apenas estaba empezando a resolver los desastres de la guerra en Irak, y sin empezar la retirada de tropas de Afganistán, dos guerras heredadas por la política preventiva y de arrasamiento de George Bush, y en medio de la intervención multilateral contra Libia con la zona de exclusión aérea, ahora EEUU se ve abocado a continuar liderando la guerra contra el terrorismo y se convierte en el target principal de Al Qaeda, a no dudarlo, para ejecutar la retaliación como respuesta al operativo que terminó con la vida de de Bin Laden, en un operativo relámpago con ocupación e intromisión indebida, inconsulta, respecto al Gobierno de Pakistán.
Las dubitaciones que tuvo Barack Obama cuando se iniciaron las rebeliones en el norte de África también lo dejaron ver como un aliado de los viejos autócratas, pero con la decisión de intervenir primero en Libia, recompuso un poco su imagen. Bush entregó el poder en medio de las dos guerras mencionadas y con una profunda crisis económica; e Presidente Obama ha resuelto en parte la crisis y mejorado el nivel de empleos. Ahora asume frontalmente el problema más grave después del calentamiento global: el terrorismo global. Las actitudes de Obama ya polarizan, y la opinión pública estadounidense está dividida frente a él. Tiene minoría en la Cámara de Representantes respecto a los republicanos. Tendrá que enfrentar, sortear y superar los eventos adversos en estos 19 meses antes de las elecciones si quiere obtener la reelección: si los eventos lo desbordan perderá terreno electoral.
Un evento factible puede ser las fisuras en el funcionamiento del multilateralismo que censure la acción unilateral de cacería a Bin Laden; o la reacción de Pakistán por la transgresión a su soberanía, y dentro de ese país, la connivencia oculta con talibanes respecto al manejo de las armas nucleares a disposición y los nexos con Irán, otro Estado nuclear.
“No queda duda que un posible ataque terrorista de grandes proporciones, como respuesta a la muerte de Osama Bin Laden, podría provocar un quiebre en el actual juego político. En caso que aquello ocurriese, sería bastante factible ver a algunos países árabes, como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Marruecos y Jordania, por dar algunos ejemplos, uniéndose a Occidente en la cruzada anti-terrorista. Sin embargo, otros, como Libia y Siria, además de la acéfala Somalía y, quizás, Sudán, bien podrían irse al lado de los fundamentalistas.
Fuera de la órbita árabe, a Irán no le desagradaría la posibilidad de hacer sentir su poder, no sólo ante Europa y Estados Unidos, sino que también frente al mundo árabe, a quien le ha dicho, hace muy poco, que el “Golfo Pérsico es de Irán y no de los árabes”. En cuanto a Estados Unidos y, principalmente, Europa, deberán acercarse al mundo árabe-musulmán y esto les significaría, posiblemente, realizar concesiones que en otros momentos jamás habrían realizado. En cuanto a la situación específica de la Unión Europea, sus gobiernos deberán ser muy cautos, pues la existente Islamofobia puede pasar a ser un problema demasiado importante. Un mal manejo de esta realidad podría traer nefastas consecuencias para el Viejo Continente”. (Gregoire, 2011).
La lucha contra el terrorismo internacional parece desde hace años una tercera guerra mundial irregular espaciada, con actitudes fanáticas de ambos lados, Occidente y Oriente invocando al Dios monoteísta de cada costado, la gente vitoreando una muerte ejemplarizante a toda costa contra las reglas de la dignidad humana; o una ejecución ejecutada por comandos especializados; el principal Estado del planeta dando lecciones para no acudir a la justicia internacional y obrando como los mismos terroristas: sin reglas y a mansalva. Un mal ejemplo para las organizaciones criminales y para los delincuentes comunes de todos los países.
(*) Politólogo egresado de la Universidad Javeriana.
Bibliografía:
Gregoire Raimundo. “Efectos tras muerte de Osama Bin Laden”. GUIOTECA, diez párrafos.www.guioteca.com, 2011.
Jordán Javier. “Consecuencias de la Muerte de Osama Bin Laden”. Grupo de estudios Sobre Política y Seguridad. GESYP. Doce párrafos. Wdb.urg.es, mayo de 2011.