Autor Alberto Ramos Garbiras (*)
El daño que realizan los taladores en las zonas de ladera de Cali y en los terrenos del Parque Natural Los Farallones, repercutirá en toda la ciudad porque están atentando contra la sostenibilidad al diezmar los bosques que fortalecen las microcuencas. Cali necesita fortalecer los nacimientos y las quebradas que cursan por la cordillera occidental para poder ser viable y cumplirle a las generaciones futuras con el suministro del agua. Sobre todo, ante la inmensa contaminación del río Cauca, a la ciudad no le queda otra alternativa que utilizar bien las cuencas hidrográficas del Parque Los Farallones, y construir un macroacueducto nuevo, no una represa. Pero frente al futuro proyecto de represa en Felidia, los invasores están loteando y con áreas piratas promueven la venta del paisaje hacia la represa de EMCALI
Asombra la pasividad, falta de control y la inacción de las autoridades ambientales que ni se enteran del avance de las invasiones y de la tala intensiva en sectores de Felidia como
La tala es un acto depredativo que utilizan los colonos para obtener ingresos a falta de proyectos productivos, o programas de agricultura de subsistencia. Los taladores en el Valle del Cauca se encuentran esparcidos en muchos municipios, están ocasionando un grave daño a las fuentes hídricas: talan para vender a los fabricantes de muebles, y cuando no tienen comprador a la vista, talan y queman para vender los trozos de árboles como carbón vegetal, ofreciéndolo en restaurantes y asaderos. A la manera de los tuqueros en el delta del río Patía, los taladores en el Valle del Cauca están destrozando las reservas de bosques naturales, con grave detrimento para los acueductos municipales. Como lo expone Andrés Hurtado, los colombianos estamos asesinando nuestras fuentes de agua: talando los bosques de cordillera.
(*) Ex Procurador Ambiental del Valle.