Por. Alberto Ramos Garbiras (*)
La incertidumbre aumenta por la prolongación de la intervención militar en Afganistán, el General McChrystal, jefe de operaciones en ése país había solicitado refuerzos hasta la cifra de 40.000 soldados, por fuera de los que pudiera aportar la OTAN; después de muchas reflexiones, el Presidente Obama, el primero de diciembre de 2009 decidió continuar con el envió de tropas y enfrentar ese foco armado, ni el otorgamiento del premio Nóbel pudo frenar esa determinación que lo coloca en el ojo del huracán ante los propios copartidarios demócratas y ante algunos líderes de la Unión Europea. Y donde se jugará su futura imagen y su destino político.
El Presidente Obama ha venido desactivando la guerra en Irak, pero enfrentara la otra guerra heredada, seguramente para no dejar reproducir el terrorismo desde su foco principal por la extensión palpable en Pakistán. En la práctica desatendió las recomendaciones del Vicepresidente Joseph Biden que prefería y señaló la vías de intensificación de las operaciones antiterroristas contra los refugios de Al Qaeda para no dar la sensación de la continuidad de la guerra. La estrategia de Barack Obama fue esbozada en su pronunciamiento de la Academia Militar de West Point: evitar que los talibanes se expandan en Pakistán, donde hay armas nucleares, convocar a los países aliados para que aporten contingentes de militares, mostrar la estrecha vinculación con la OTAN para no dejar exhibir visos de unilateralismo en las decisiones, anunciar que la intervención será corta y endosar en breve plazo la transmisión de responsabilidades a las autoridades afganas, reducir la guerra contra el terrorismo enfrentando a la red de Al Qaeda, recuperar en lo inmediato la provincia de Helmand (sur afgano), iniciar un plan de estímulos y delaciones para lograr deserciones de talibanes, entre otros aspectos. La OTAN comunicó a través de su Secretario General, Andrés Fogh Ramussen, que en efecto la situación crítica de Afganistán perjudica a los países aliados vinculados a la OTAN; confirmando el envío de tropas desde el Reino Unido, España, Polonia, Eslovaquia, por ahora en medio de los temores, se abstienen Francia y Alemania.
El grupo terrorista integrista Tehrik-e-Taliban Pakistan, alianza de varias facciones talibanes, fue señalado por autoridades pakistaníes como el realizador de varios atentados terroristas en los últimos dos años dejando más de 2.200 muertos, y los recientes ataques entre septiembre y octubre 2009 con carro-bombas, casi consecutivos en Rawalpindi, Shangla, Peshawar y a unas oficina del Programa Mundial de Alimentos de la ONU en Islamabad, donde un suicida hizo explotar 8 kilos de explosivo en un sector considerado seguro por la vigilancia redoblada con varios anillos militarizados; un cable internacional explicaba que el objetivo de los terroristas era tomar como rehenes a altos mandos militares para pedir la liberación de varios integristas encarcelados, actos encaminados también a lograr la implantación e una Ley islámica severa en Pakistán.
El temor de algunos países europeos ante eventuales ataques terroristas para el 2010, entonces no cesará, porque así sea que participen bajo la sombrilla de la OTAN revestidos del carácter multilateral las actuaciones: para los líderes fundamentalistas islámicos la diferencia es ninguna. Así como no diferencian entre religiones cristianas, tampoco entre intervenciones militares coaligadas que afecten sus países. Precisamente Al Qaeda emitió otro video en septiembre 2009 titulado “Occidente y el Túnel Oscuro”, donde anuncian que continuaran la lucha contra el pueblo estadounidense por su apoyo hacia Israel y advirtieron sobre las consecuencias de las estrechas relaciones entre ambos países. Además, Osama Bin Laden le solicitaba a Obama que emplease todo su poder para detener las guerras en Irak y Afganistán.
(*) Profesor-Investigador Universidad Santiago de Cali (USC), Catedrático de la Maestría en Políticas públicas de la Universidad del Valle.