Por: Alberto Ramos G.
El pasado 24 de julio se conmemoró otro año del nacimiento del Libertador.
Bolívar tomó del constitucionalismo francés de 1791, 1793 y 1795, con el fin de elaborar el proyecto de Angostura, escogiendo el articulado más apropiado para el naciente Estado Grancolombiano que estaba empezando a desprenderse del viejo dogal monárquico español. De los artículos jacobinos incluidos en la Constitución de 1793 marcados por el radicalismo de Robespierre, cambió la indelegabilidad de la soberanía popular por la delegación para poder administrar el Estado y concentrar la función legislativa en el Congreso, evitando el complicado trámite de discusión legislativa que contemplaba la Constitución de 1793, método de democracia directa impracticable por las múltiples asambleas populares de discusión coetáneas que prácticamente exigía, eran las llamadas asambleas primarias de Cantón, haciendo hincapié en el referendo intensivo.
Simón Bolívar se inclinó más por el articulado de la Constitución de 1795 que ya había superado la etapa contrarrevolucionaria francesa y el régimen del terror permitiendo una Constitución más moderada. Para citar un elemento diferenciador entre esas dos constituciones primigenias (1793-1795), la Constitución de 1795 estableció el voto censitario que Bolívar retomó, estableciéndose también así la distinción entre ciudadanos activos y pasivos. También estableció la Constitución de 1793 que la reforma constitucional la podría hacer una décima parte de las asambleas; Bolívar en cambio en 1819 dejó la reforma constitucional solo al Congreso, con una reforma rígida, solo posible después de 10 años.
No sólo Bolívar llegó a conocer los primeros textos constitucionales franceses, también reflexionó sobre las constituciones haitianas (de 1806 y 1816), de ellas utilizó apartes, artículos, incisos y segmentos. Su trabajo constitucional derivado consistió en extraer, trasladar, acoplar y adaptar normas superiores para la formación del Estado Grancolombiano.