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25 ene 2010

Las relaciones suramericanas.



Por: Alberto Ramos G (*)

La reunión de Bariloche(Argentina) significó un avance en la integración suramericana, le da raíces a una institución todavía en pañales, la preocupación, de aquí en adelante es diseñar los mecanismos para resolver los conflictos, tener los dientes suficientes para resolver los temas cruciales, los diferendos entre países limítrofes: pero se tradujo también en las ganas exhibidas y la necesidad de integrarse de un subcontinente, de cara a los procesos de la globalización y sus retos comerciales. Pero de esa cumbre presidencial quedó en evidencia que UNASUR aún no tiene definida una estrategia de defensa común, ni diseñada una normativa comunitaria para ponerla en marcha. Las diferentes posiciones o miradas sobre la defensa y seguridad suramericana son una asignatura pendiente de los países del área. En la Unión Europea (UE), por ejemplo, sobre defensa común, encontramos normas de cooperación judicial en materia penal, cooperación policial, en la Constitución Europea. La Europol es una fuerza policial múltiple que apoya y refuerza la actuación de las autoridades policiales y de los demás servicios con funciones cooercitivas (artículo III 276, sección V, constitución europea).


Una lectura objetiva y cuidadosa de los seis puntos del documento final de Bariloche, permite avizorar esos próximos desarrollos en materia de política exterior porque nada está concedido ni autorizado, todo quedó en perspectiva: construir mecanismos de confianza mutua en materia de defensa, la decisión de no acudir al uso de la fuerza contra otros estados, cooperación en la lucha contra el terrorismo y la delincuencia, no violación de la soberanía así existan tropas extranjeras bajo acuerdos bilaterales, no injerencia en asuntos internos de los estados, evaluación al documento blanco sobre las pretensiones expansionistas de los EEUU, definir el Consejo de Lucha contra el Narcotráfico y fortalecer la cooperación de todos los organismos especializados de todos los Estados para afinar esta lucha. Las heridas de Suramérica por las intervenciones conspirativas o militares de EEUU durante el siglo XX se reabrieron en Bariloche, se notó una total desconfianza por el aumento de la presencia militar en Colombia, y en un ejercicio imaginativo, hipotéticamente, igual podría ocurrir en cualquiera de los países socialistas del área.


UNASUR no podrá encontrar su unidad si el parámetro principal es la afinidad ideológica de los gobiernos (el molde socialista, bolivariano, conservador, populista, neopopulista…), UNASUR debe encontrar puntos de integración a partir de ser una región con necesidades propias de mercado común, nacionalidad múltiple, multiculturalidad aceptada para el funcionamiento de ese tipo de nacionalidad, desarrollo común, cooperación común, defensa común, etc.


El tema de las bases militares con personal norteamericano no quedó agotado en Bariloche donde se celebró la cumbre presidencial de UNASUR, porque en menos de 7 horas era imposible decidir y definir una estrategia de seguridad común para Suramérica, ni redactar un estatuto de defensa y seguridad para la operancia de la ayuda mutua, cooperación, socorro y demás aspectos como los contiene el TIAR de la OEA, que, además, nunca ha funcionado para la defensa común, sólo ha servido para dejar constancias y hacer intentonas de ayuda, como en el caso dramático de las Islas Malvinas. La reunión de UNASUR fijada para septiembre 2009, recabará en la temática de las bases militares operadas por militares extranjeros, y saldrán nuevas aristas que dinamizará la discusión. De punto tercero del documento final firmado en Bariloche, se infiere lo que se vendrá, para preveer esos desarrollos: “Reafirmar que la presencia de fuerzas militares extranjeras no puede, con sus medios y recursos vinculados a objetivos propios, amenazar la soberanía e integridad de cualquier nación suramericana y, en consecuencia, la paz y seguridad de la región”.


De ahora en adelante, todo tendrá que ser medido y compulsado con la práctica y proyección de la política exterior norteamericana, porque si ésta se encuentra en una fase de repliegue, inclusive, en lugares más críticos del planeta como Irak, entonces, ¿para qué expandirse militarmente en Suramérica?; esta pregunta nos lleva a circunscribirnos primero al caso colombiano, donde si existe un conflicto interno agudo que altera las fronteras y sus vecinos caminan hacia el socialismo plebiscitario de repetición(reelección), y donde existen unos intereses geoestratégicos desde cinco puntos de vista:1)interés marítimo(dos mares y la posibilidad de un nuevo canal alterno al de Panamá;2) interés petrolero(las grandes reservas de Suramérica están en la zona andina), 3) interés por la biodiversidad amazónica, 4) interés por la riqueza hídrica; 4) interés por la abundancia boscosa para la producción de oxigeno que balancee las emisiones contaminantes del Norte del continente. Entonces la otra pregunta o contrapregunta que salta a la vista es: ¿hasta dónde Barack Obama no puede librarse de los grupos de presión norteamericanos que, convierten a un Presidente demócrata y progresista, en un afrodescendiente domeñado al servicio de los intereses del Imperio Global, como lo fueron otros dos afrodescendientes, Colin Powel y Condolizza Rice, domeñados al servicio del partido republicano?


(*)Profesor Investigador de la Universidad Santiago de Cali (USC).