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25 ene 2010

"Las liberaciones unilaterales y el uribismo"


Alberto Ramos Garbiras

Durante el último mes del año 2008 las FARC anunciaron la liberación unilateral del ex Gobernador Alan Jara, del único diputado sobreviviente, Sigifredo López, y cuatro militares, todo el mes de diciembre trascurrió con dilaciones, falta de fijación de las circunstancias para la liberación, observaciones y obstáculos a los encuentros de Piedad Córdoba con el Alto Comisionado luís Carlos Restrepo, negación de otra potencial intervención de Hugo Chávez o de mediadores internacionales. Piedad Córdoba ha sido la dirigente política nacional más sobresaliente en la búsqueda de perfeccionar liberaciones humanitarias y buscarle una solución pacífica al conflicto colombiano, para lograr la liberación de estas últimas seis personas promovió un dialogo epistolar de las FARC con un grupo de intelectuales, a fin de despintar el trámite de lo político. Ella ha perseverado en la idea de recomponer los acuerdos humanitarios, ha aguantado las diatribas y desplantes del Gobierno porque cree que la aplicación del DIH es la correcta, sensata, y conforma el sendero para llegar a un proceso de paz, puede ponerle fin a la guerra y avanzar hacia la anhelada democracia.

El Gobierno nacional ha eludido los acuerdos humanitarios desde antes de la muerte de Raúl Reyes, ante cualquier asomo de liberación el palacio de Nariño provoca al contendor armado con más epítetos por la continuidad en las acciones violentas y la practica de actos extorsivos; el Gobierno ha preferido los rescates e incentivado las fugas premiadas de guerrilleros con secuestrados como en el caso del ex Representante a la Cámara, Oscar Tulio Lizcano con alias Isaza; no han facilitado las liberaciones unilaterales con la intención de evitar el “lucimiento” de la guerrilla o el favorecimiento de la imagen a las personalidades que la misma guerrilla señale para intervenir. La dilación en la fijación de fechas, condiciones de tiempo, modo, lugar y logística, parecieran ser prefabricadas para acabar con la expectativa de la liberación, agotar al público y restarle importancia a la entrega de los secuestrados. Entonces ante los obstáculos para las nuevas liberaciones unilaterales, le ha tocado asumir a la Cruz Roja casi todos los aspectos logísticos como: helicópteros, material helicotransportable, medicamentos, pilotos, personal médico; todo ello en medio del riesgo que implica la no cesación temporal y anunciada de los operativos militares en las áreas donde están los secuestrados.

Ni Uribe Vélez se inclinó con sinceridad por la negociación, ni la guerrilla lo demostró; tampoco se enrutaron por la secesión de una parte del territorio; así, se enfrascaron en una lucha que, con el aumento de la intervención extranjera alentada por la derecha del uribismo y por la Casa Blanca USA, esta confrontación los disminuyó y arrinconó a ciertas zonas del territorio nacional. El discurso de la comandancia de las FARC mantiene unos ideales que atraen sectores militantes, exponen dentro de la plataforma bolivariana: participación democrática extendida, estatizar los sectores claves de la producción, respeto al derecho de las etnias y las minorías sociales, reparto de tierras productivas para vastos sectores campesinos, y otras ideas, pero en la práctica el desgaste que imprime la lucha armada los ha aislado de las bases de apoyo. La guerra se profundizó dentro del Gobierno Uribe Vélez y a las FARC se les trató como terroristas, no como rebeldes con causa. Se amplió el rango de enemigo interno contra el cual, considera la derecha uribista, hay que librar una guerra de aplastamiento.

La crisis del uribismo (constelación de formaciones políticas que han girado a su alrededor) está signada por el procesamiento de sus parlamentarios afectos, nucleados entorno al Gobierno, esta crisis no le ha servido a las FARC para reposicionarse, pero si a la oposición civilista. Este era el momento oportuno para salir la insurgencia a flote, pero el desdibujamiento de las FARC había crecido por los ominosos secuestros. Esa paradoja, el estancamiento de la imagen en medio de la crisis del contradictor gubernamental, resalta la falta de representación en las bases sociales, situación que está capitalizando la izquierda politizada, a medias, porque no ha logrado la cohesión en la actuación como bloque parlamentario para hacer una oposición más contundente al régimen en crisis, ahondada por la pretensión de una tercera elección que ocluye o tapona a los mismos cuadros del uribismo, desde el partido Cambio Radical, hasta dirigentes del partido de “La U”. En Colombia cuenta con muchos simpatizantes el proyecto bolivariano, comenzando por las mismas FARC y muchas bases de apoyo; también sectores de movimientos sociales y líderes progresistas. Sorprende que el mayor partido de izquierda, el Polo democrático Alternativo, una coalición de fuerzas progresistas, no se encuentre totalmente de acuerdo con el proyecto bolivariano-chavista, las disensiones internas en el Polo Democrático, lo evidencian.

(*) El autor obtuvo un PhD en Derecho Público, con énfasis en política latinoamericana en la Universifad nacional (UNED) de Madrid-España