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25 ene 2010

"Ciudades y Diversidad Cultural"


Por: Alberto Ramos Garbiras (*)

Hoy la preocupación de los gobernantes y dirigentes políticos debe centrarse en cómo lograr que la Democracia funcione satisfaciendo las aspiraciones pluriculturales de los grupos sociales, sin excluir a las minorías, porque ya no es suficiente la extensión del calificativo ciudadano, como si con la expedición de la cédula de ciudadanía que hace la Registraduría Nacional del Estado Civil, se garantizara la igualdad, o al menos se evitara la discriminación en el trato y las oportunidades. Tampoco es suficiente la mera proclamación del respeto a las diferencias porque la insurgencia de los movimientos sociales y la enjundia de las reclamaciones étnicas develan y desenmascaran los discursos populistas neoliberales sobre atención comunitaria a punta de dádivas y limosnas.

La confluencia de diversas culturas en las ciudades ha remarcado la necesidad de cambiar las prácticas “democráticas” aplicables antes en poblados pequeños y a la sociedad rural-campesina desperdigada en fincas y fundos(dominados por las reglas de los terratenientes y finqueros-propietarios hacia el peonazgo, mediados por mayordomos intonsos),fácilmente domeñados con instrucciones sobre la igualdad ante la Ley, las cédulas expedidas, las tarjetas de identidad, la religión inyectada, la afiliación bipartidista, las normas sociales o morales difundidas y las imposiciones de la aparcería. Hoy con el crecimiento macrocefálico de las ciudades, la población ya ubicada en los grandes centros urbanos se encuentra frente a la diversidad cultural, una variedad de culturas, de grupos sociales, colonias, etnias, organizaciones gremiales, y una gama de comportamientos subculturales en las barriadas, etc., divididos por estratos respecto a las viviendas adquiridas o arrendadas, por el capital amasado e ingresos obtenidos; una sociedad segmentada que no encuentra en las inmensas ciudades niveles de inclusión social suficientes para amainar o disminuir al menos, las diferencias de clases sociales.

Rocío Aguilar citando a Pablo Casanova expone que las sociedades latinoamericanas bajo el concepto polisémico de Democracia adoptaron los estados liberales, “y junto con estos, los derechos ciudadanos a partir de los cuales se establecieron las reglas de convivencia de la sociedad, bajo la hegemonía de una cultura: la cultura dominante propiciando marginación y exclusión. Hoy las sociedades latinoamericanas se asumen como sociedades pluriculturales. La coexistencia de de distintas culturas en una comunidad nacional deriva en relaciones asimétricas; las clases dominantes han construido su hegemonía y dominación controlando la producción de Democracia desde su noción de sociedad nacional”.

(*) Profesor-investigador de la Universidad Santiago de Cali (USC).