Texto de Alberto
Ramos Garbiras*
La colonización
antioqueña duró casi todo el siglo XIX y rebasó ese siglo efectuándose la
última ola hasta las primeras décadas del siglo XX, con la cuarta ola
migratoria fundaron pueblos en el norte del Valle del Cauca, en el eje
cafetero, en el Tolima. La última ola, la quinta, se presentó en las décadas de
los años 60s hacia Urabá. Entonces se podría afirmar que desde 1830 hasta 1924 se
produjeron varias corrientes migratorias de antioqueños hacia el sur y el
occidente del país, y otras rutas que coparon los territorios de los hoy
departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío, cubriendo un territorio igual a la
mitad de Francia. O sea, una gesta pobladora que abrió caminos, rutas, amplio
la agricultura, produciendo la creación de más de 100 municipios, vistos en
retrospectiva.
La primera fundación
en forma, fue Santa Fe de Antioquia (1546), y la principal población antioqueña
es del siglo XVII, Medellín 1675 (antes San Lorenzo de Aburrá desde marzo de
1616); la provincia de Antioquía perteneció a la gobernación de Popayán hasta
el año 1569. Por ende, no se puede
afirmar que las otras, fundaciones sean parte de la denominada colonización antioqueña en el
sentido de la extensión a otras fronteras, sino fundaciones zonales dentro del
territorio que les correspondía en el marco del Virreinato de la Nueva Granada,
dependiente de la administración monárquica española, poblados del siglo XVII
tales como Sabanalarga, Buriticá, San Jerónimo, Marinilla, Girardota, La
Estrella y otras; luego en el siglo XVIII Titiribí(1775), Sonsón y Abejorral (1787/
1789) . Tampoco se puede considerar colonización a los pueblos fundados dentro
de los primeros años del siglo XIX porque aún no se había producido la guerra
de independencia y por supuesto tampoco teníamos vida republicana, como Aguadas
(1814). Otto Morales Benítez, relacionó varias etapas de crecimiento y expansión,
pero no hizo estas dos diferencias, anudando el último período de la Colonia y
la etapa pre-republicana.
En una cita del
investigador Jaime Londoño, se encuentra esa periodización. La colonización
tiene cuatro etapas, una más que la propuesta realizada por Otto Morales
Benítez en su libro Cátedra Caldense. Estas no alteran la unidad del
proceso. Por el contrario, la refuerzan, al cobijar las “complejidades”, los
“altibajos” y “modalidades” del fenómeno. La primera etapa, denominada
colonial, corresponde a las postrimerías del siglo XVIII. Se inicia en 1785 con
la llegada de Mon y Velarde y se extiende hasta principios del siglo XIX. La segunda,
comprende la primera mitad del siglo XIX. El proceso de independencia detiene
las políticas agrarias iniciadas por Mon y Velarde y solamente en 1821 se
reactivan estas iniciativas, con pocas adjudicaciones de terrenos baldíos y con
el fracaso de las disposiciones para atraer inmigrantes extranjeros. La
tercera, definida como la “gran reforma agraria”, comienza a mediados del siglo
XIX y se extiende hasta 1880. Se caracteriza por los esfuerzos de los gobiernos
de turno para adjudicar los baldíos a las gentes sin tierra. La cuarta etapa
comprende las dos últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX. En ella
la colonización se hace más lenta y la escasez de tierras en la frontera sur,
orienta la búsqueda de tierras hacia el Choco, Urabá y otros territorios.
Paralelamente el llamado descuajador de montañas, cede terreno ante el
caficultor y el ganadero. (Londoño Jaime, 2002)
Desde 1830 podríamos
visualizar entonces un variado flujo migratorio que no cesó hasta la etapa de
la fundación de los pueblos paisas del Valle del Cauca en las dos cordilleras,
la Central y la Occidental; Sevilla, Caicedonia, Versalles, Trujillo, El
Águila, El Dovio, Restrepo, El Cairo, Ulloa y Calima Darién. Desde el centro
virtual Isaacs, de la Universidad del Valle, investigadores como Valencia
Llano, exponen que. “Los motivos que atrajeron a los colonos a esta
región hoy día continúan siendo tema de discusión por parte de diferentes
investigadores. Uno de los tópicos que se ha tenido en cuenta para explicar
este fenómeno es la Guerra de los Mil Días. Para especialistas como el
historiador Darío Betancourt, este conflicto influye en tanto que una vez
terminado, el clima de paz que reinó durante algún tiempo hizo que muchos
hombres necesitaran cambiar el oficio de la guerra por el hacha para descuajar
montes. Jacques Aprile y Gilma Mosquera, por su parte, aseveran que este
episodio influye no como lo explica Betancourt, sino en la medida en que el Norte
del Valle del Cauca se convierte en el refugio para muchos de los que huían de
este conflicto acentuado en otros escenarios. Otro aspecto que motivó la
colonización, y en el que si se ponen de acuerdo diferentes investigadores es
aquel deseo de muchos de los migrantes por buscar oro, ya fuera en minas de
aluvión o como guaqueros en las tumbas de indígenas. Estos aventureros
terminaron por sedentarisarse como finqueros en diferentes lugares coadyuvando
a la fundación de poblados”. (www.cvisaacs.univalle.edu.co)
Sobre cada fundación de pueblos existen
variadas particularidades. Otra visión complementaria tengo sobre la fundación
de Sevilla, en concreto, tejiendo una microhistoria local he podido colegir que
Sevilla en el norte del Valle, fue el resultado de varios factores. 1). Ya
habían llegado al área colonos que eran algunos desertores de las últimas tres
guerras civiles del siglo XIX, la guerras civil de 1885, la guerra de 1895 y la
guerra de los mil días, campesinos sin tierra que habían sido
instrumentalizados, utilizados por los hacendados liberales para enfrentar en
la primera guerra al gobierno de Rafael Núñez,
en la segunda y tercera a Miguel Antonio Caro y al Partido Nacional, fundado
por él y Núñez, y por supuesto enfrentaban al régimen de La Regeneración que el mismo Núñez
concibió con conservadores tildados de
nacionales y liberales radicales disidentes a quienes atrajo para crear
la división y formar un partido político nuevo. El fundador de Sevilla, líder
de esos colonos, Heraclio Uribe Uribe había participado en tres guerras civiles
acompañando a su hermano el general liberal Rafael Uribe Uribe, que había
dirigido en parte las tres guerras al lado de connotados liberales como
Benjamín Herrera, Vargas Santos, Foción Soto, Gaitán Obeso, Belisario Porras,
Zenón Figueredo y otros.
Eran campesinos conservadores utilizados por
hacendados conservadores para engrosar el ejército gobiernista nacional, que
ahítos y cansados de las guerras huían a la cordillera central para buscar
terrenos baldíos y tratar de tener un minifundio propio, en medio de tierras
inexploradas o parte de latifundios que ni los mismos terratenientes alcanzaban
a conocer. 2). También fueron apareciendo colonos caucanos, tolimenses, y
caldenses que buscaban la adjudicación de un baldío de la nación, 3). Los
campesinos pobres que con su familia buscaban tierras más fértiles, 4). Los
jornaleros y terrazgueros que salían en busca de trabajo en las nuevas
propiedades, 5) O, quienes con alguna tradición minera buscaban oro, 6). Los
guaqueros que se arriesgaban como aventureros en busca de los viejos tesoros de
comunidades indígenas, 7). Colonizadores espontáneos y colonizadores dirigidas
o programados por empresarios de tierras. Es decir, se aunaron las mismas
formas de poblamiento que se venían presentando desde la mitad del siglo XIX y
que patentizan el éxodo de los antioqueños.
Miremos dos explicaciones sobre fundaciones espontáneas
y fundaciones dirigidas que el mismo centro de investigación Isaacs resalta en
ese estudio. Las fundaciones espontáneas son aquellas que nacen de la
iniciativa de los propios colonos por situarse en un territorio y erigir un
nuevo poblado, como parece ser el caso de Versalles, el cual nació en 1893 por
un grupo de colonos que habían partido de Toro con el objetivo de buscar oro en
las tumbas indígenas de la región. En principio, estos individuos limpiaron una
zona y la demarcaron como el área de una plaza de mercado, la cual era
utilizada como centro de socialización en el que intercambiaban productos e
ideas. Este lugar poco a poco se fue transfigurando hasta convertirse en
poblado. Casos similares de sedentarización o conversión a la agricultura de
los colonos que arribaron entre 1890 y 1900 a la cordillera Occidental
procedentes de Antioquia, Caldas y Quindío en la búsqueda de sepulcros
indígenas es el motivo que explica, según Aprile, la fundación de otros
poblados como Argelia, El Águila y El Cairo.
En lo que respecta a las fundaciones dirigidas,
estamos frente a poblaciones que se originan a partir de actividades
especulativas y mercantilistas; que se impulsan con el objeto de valorizar,
comercializar o evitar posibles conflictos con los colonos que se asentaban al
interior de alguna hacienda o peligrosamente cerca de ella. En estos casos, los
propietarios preferían alentar la creación de una nueva población a comenzar un
litigio largo y costoso. Este último es el caso que explica el origen de
poblados como Restrepo y Trujillo. De acuerdo a Londoño, el municipio de
Restrepo fue fundado en 1916 por colonos que habían llegado en busca de guacas
a los terrenos pertenecientes a la hacienda El Tránsito, de un tal Julio
Fernández Medina, quien, informado de la intensión de los colonos y con el
objetivo de evitar posibles prejuicios mayores, decidió efectuar el mismo la
fundación. www.cvisaacs.univalle.edu.co
Omar Adolfo Arango, autor de una crónica
novelada sobre la fundación de Sevilla, un trabajo minucioso que recomiendo su
lectura porque contiene todas las peripecias de Don Tomás Uribe, padre del
fundador, y describe el contexto del siglo XIX donde se movieron los
personajes, haciendo un relato que permite extraer más argumentos para
comprender la gesta colonizadora. Respecto a la fundación de Sevilla la
sociedad Burila, un empresa de los señores terratenientes Lisandro y Belisario
Caicedo (que fundaron luego Caicedonia en 1910), sociedad constituida en Manizales
en 1884 para colonizar y negociar tierras, pretendió extorsionar a los
fundadores de San Luís (primer nombre de Sevilla), vendiéndoles los predios
rurales donde se fueran a asentar con el pretexto o la mampara “legal” de que
ese inmenso latifundio era de ellos con títulos que venían desde La Colonia, y
luego aclarados en pleitos de rescate de las expropiaciones de bienes de manos
muertas que los gobiernos liberales de mitad de siglo había expropiado a los
propietarios ociosos.
Estos colonos
fundadores, conformaron en julio de 1903 una entidad comunal llamada Junta
Pobladora, encargada de adjudicar lotes urbanos a los colonos que allí
querían construir sus viviendas, junta presidida por Ignacio Torres, padre del
autor de la extraordinaria obra titula, Los Inconformes, donde aparecen referencias a este atropello.
La sociedad Burila no pudo más que reconocer dicha asociación y venderle en
1911 (precio no especificado), las 200 fanegadas de tierra donde estaba
planificada la población fundada; esta Misma empresa nombró allí un apoderado
para que vendiera sus terrenos en el sector rural y legalizara los que tenían
mejoras previas por parte de colonos, táctica que a la postre no le fue tan
satisfactoria debido a la proliferación de colonos invasores que no quisieron
legalizar con ésta sus parcelas, esto describió Luís ángel Quiceno en su
investigación muy bien documentada.
Argumentaba Lisandro Caicedo, que todo el
territorio donde se fundó Sevilla y sus alrededores le pertenecía porque hacían
parte de La Hacienda la
Paila, obtenida por su
padre José María
Caicedo y Zorrilla hacia 1840 mediante la desamortización
de éstas como bienes de manos muertas. Dichas
tierras habían sido administradas por su familia desde el siglo XVII, tras la
muerte de Juan Jacinto Palomino, Encomendero de Toro y dueño de las tierras en
cuestión, quien las dejó como herencia. Así lo estudio y constató el
historiador Luís Ángel Quiceno, para su tesis de grado en la Universidad de
Antioquía Se sabe que los encomenderos eran usurpadores de tierras despojadas a
los indígenas y que a nombre del Conquistador en un comienzo y luego de las
autoridades coloniales, les eran asignadas para adminístralas a nombre del Rey,
o sea el saqueo y pillaje más grande de la historia. Ningún Rey vino a estas
tierras y las autoridades españolas actuaron durante La Colonia como unos
impostores, en realidad eran invasores. Los colonos que llegaron a esos predios
que hoy conforman Sevilla no se creyeron semejante cuentazo y tuvieron que enfrentar
pleitos jurídicos hasta 1930 cuando la mayoría de ellos se aclararon. Esta era
una forma de extorsión que utilizaban los terratenientes para promover la tala
de montes, desbrozar y descuajar los bosques, abrir vías, luego de explanados
los terrenos, iniciaban pleitos y vendían por loteo.
Gran parte de la
colonización antioqueña se parece comparativamente al proceso de Conquista, por los procedimientos
adoptados, por el despojo en territorios indígenas, por el poder de los dueños
de las concesiones, y los reclamos jurídicos de los latifundistas que exhibían “títulos”
y documentos de antepasados entroncados con la corona real para impedir
ocupaciones de terrenos que no querían conceder; por el acompañamiento y
“tutoría” que los curas desplegaron, y por la violencia aplicada y la
servidumbre impuesta sobre campesinos pobres.
Esa sociedad Burila
que fue un calco tardío del modelo de las viejas concesiones con las que
criollos latifundistas acrecieron sus fortunas logrado mercedes o favores con
la Corona española, y luego, otros con los primeros gobiernos republicanos;
continuaron las concesiones conocidas con los nombres de Villegas, Quintana,
Misas Sarmiento, Arbeláez, Aránzazu, entre otras. Las primeras concesiones o
entrega de inmensos terrenos iguales o similares a la suma en hectáreas a dos
municipios de hoy, fue la forma de “modernizar” las encomiendas y consolidar a
los terratenientes, operaron a la manera feudal creando señoríos armados en
vastas extensiones donde ejercían sometimiento y violencia sobre campesinos que
pretendieran apoderarse de lo no controlado por el latifundista /concesionario.
Ya los iniciales gobiernos republicanos empezaron a negociar las tierras del
Estado, los baldíos, lo lograban con instrumentos redimibles en bonos o vales durante
los primeros gobiernos de la post-Gran Colombia, así pagaran la deuda externa,
sobre todo con Inglaterra, favorecían caudillos agrarios, hacendados y a las
élites criollas.
Esos primeros
titulares de las concesiones impulsaron la colonización programada para
manipular a campesinos y arrieros a fin de ampliar la frontera agrícola y
venderlas a mejor precio porque ya tendían caminos y así ampliaban el comercio.
Los Caicedo, como socios mayoritarios y con valimiento de los jefes políticos
en el seno del régimen del segundo mandato de Rafael Núñez, incluyeron a
políticos de la élite del partido mixto en formación, el partido nacional,
aparecen en la escritura de creación nombres como: Marceliano Arango, Eduardo
Holguín, Eliseo payan, Ezequiel Hurtado, Rafael Reyes. Dos de ellos fueron
presidentes de Colombia (Payán y Reyes), otros dos candidatos a presidente que
casi lo logran (Hurtado y Arango, otro pariente de presidentes (Holguín). Y
hasta Eustaquio Palacio, ilustre escritor vallecaucano, Incluyeron a 60 socios
como fachada, los Caicedo tenían 400 acciones y otros solo 20, la mayoría
parecen simbólicamente con 4 acciones, y dos acciones.
(*) Especialización en
derecho constitucional, Universidad Libre; Magister en ciencia política de la
Universidad Javeriana; PhD en Política Latinoamericana, Universidad Nacional
(UNED) de Madrid España; ha sido profesor de derecho internacional y ciencia
política en la Universidad Libre. Profesor de la cátedra derechos humanos, en
la misma universidad.
Bibliografía.
Londoño Jaime. El modelo
de colonización antioqueña de James Parsons. Universidad del Valle, octubre del
año 2002.
Quiceno Luís Ángel. LA FORMACIÓN HISTORICA DE SEVILLA. Trabajo de Grado
para optar al título de Historiador. UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA FACULTAD DE
CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS, DEPARTAMENTO DE HISTORIA, MEDELLIN, año 2007.