
En el tercer capítulo leemos alusiones a la
iglesia ideológicamente dominante, a sus curas adustos o prepotentes, a las
homilías rimbombantes, alude a la administración de los sacramentos; y menciona
los comportamientos obedientes de unos, escépticos de otros, y el ateísmo que
aflora en quienes las cátedras de sociales van abriendo los sesos, o a quienes
les va llegando la influencia castrista desde Cuba ante el triunfo de la
revolución caribeña.
También se relatan las formas de
estigmatización hacia las iglesias evangélicas o cristianas instaladas en el
municipio, el ataque contra los testigos de Jehová en San Antonio (un
corregimiento); y las maniobras para anunciar la exoneración de la confesión a
fin de ganar adeptos en una ceremonia de comunión colectiva, acto campal
presidido por Monseñor Castro Becerra. Este capítulo es: Un completo análisis
de la influencia religiosa sobre los matrimonios y la vida municipal.