Buscar este blog

18 ene 2017

Formas de populismo

El populismo con diferentes formas o revestimientos y su auge se debe a los defectos de la Democracia como sistema que debe ser replanteado por la inconsistencia y disfuncionalidad de algunas instituciones democráticas; a la crisis económica de vastos sectores sociales que son instrumentalizados por los partidos políticos o los nuevos liderazgos que buscan ascenso; a la incapacidad de los partidos para gestionar las solicitudes de los ciudadanos ; y por los efectos de la globalización que ha desestabilizado las economías nacionales.

Claramente se visualiza un populismo de izquierda y un populismo de derecha. Antes en América Latina donde brotó el viejo populismo desde los años 30s del siglo XX, el populismo posaba como de izquierda, aunque no fuese totalmente transformador era progresista tratando de abrir los espacios de participación a las masas populares. O eran populistas de centro izquierda, después algunos militares nacionalistas rebeldes que, invocando la ampliación de beneficios para el pueblo, buscaban disimuladamente ascender y lucrarse ellos mismos.

Hoy, el populismo de derecha como lo observamos en el Reino  Unido (con el Brexit), en EEUU (con Trump), en Francia, Austria, Holanda, están acudiendo también a llamar al pueblo para movilizarlo invocando fantasmas, alentando sustos y mintiendo: sin ninguna intención de mejorarles su posición de clase. Las mentiras digitales facilitan el surgimiento del  populismo de derecha porque los populistas de izquierda (que también lo hacen), son más moderados. Si el primigenio populismo  burdo buscaba con promesas atraer electorado, el populismo de derecha y el neopopulismo buscan atraerlo con propósitos torvos y al mismo tiempo buscan espantar el electorado del adversario electoral y absorber el electorado restante.

Todas las formas de populismo acuden al pueblo con diferente discurso para "redimirlo", resolver sus carencias y "transformar" la sociedad. Lógico porque necesitan los votos para ganar y luego ejecutar parcialmente lo que prometen. Todas las formas de populismo se aprovechan de la ignorancia, las necesidades y la falta de claridad  de los electores, por eso son presa fácil del discurso populista. Utilizan a sectores desinformados para reconducirlos. Y a los más iletrados los radicalizan (los populistas derechistas), con un discurso racista, xenófobo, religioso, patriotero, nacionalista, etc. que altera el respeto de los derechos humanos. Todos los ingredientes son utilizados por el discurso populista para insuflar los ánimos.

El creciente desempleo, la robotización de la economía, las formas de pago a destajo, la desbordada corrupción que no deja margen para la inversión social, y la agudización de la pobreza por factores de mayor acumulación capitalista, son detonantes que facilitan el impulso del neopopulismo .

No todo populismo es rechazable y malo. Hay formas de populismo necesario, moderado y conveniente. Por ejemplo, el populismo constitucional que puede consistir en ofrecer lo no cumplido y contemplado en la Constitución  y las leyes  que, ni los gobiernos desarrollan, ni los jueces ordenan en sentencias. O sea, están esos logros dentro del ordenamiento jurídico pero no se ejecutan los beneficios sociales contenidos en las normas.

O el  populismo de izquierda, dentro del socialismo, con promesas racionales y cumplibles, como lo hicieron en Brasil Lulla Da Silva y Dilma Russeauff, beneficiando a más de 40 millones de personas. Otra cosa son los factores de corrupción que puedan afectar y tocar al gobernante que se deja penetrar por los sobornadores, o infiltrar por los grupos de presión, las castas dominantes que les colocan artilugios para encontrar la caída, y las acciones de los desestabilizadores de otros partidos que conspiran.

Por: Alberto Ramos Garbiras |  Politólogo de la Universidad Javeriana. Profesor de derecho Internacional en la universidad Libre.