Texto de Alberto Ramos Garbiras. (*)
El Clan del Golfo en Colombia
ha impactado gravemente el Bajo Atrato Chocoano por la deforestación intensa
que han practicado, la minería intensiva con la extracción del oro, los
monocultivos agroindustriales y la degradación de los ríos. Sin ser un actor
armado insurrecto, no tienen ideología definida, son bandas criminales
agrupadas para obtener rentas criminales, y han sido remisos o renuentes a
concurrir con seriedad a las mesas de la Paz Total.
Este Clan del Golfo, lo describe Julián Ríos Monroy, cronista del
diario El Espectador, tomando datos del CINEP que, “por lo menos 65.100
hectáreas han sido deforestadas en los últimos años, un área que equivale,
aproximadamente, a dos veces el tamaño de Medellín. Detrás de todos estos daños
ambientales, que tienen en jaque a los ecosistemas, a la salud y a la seguridad
alimentaria de cientos de poblaciones, está a la sombra del Clan del Golfo, el
grupo ilegal más poderoso de Colombia, cuyo control se extiende desde el Urabá
antioqueño hasta esta zona del Chocó que conecta con Panamá…Los pobladores aún
recuerdan cómo después de que los obligaron a abandonar el territorio, miles de
hectáreas de cultivos de pan coger fueron arrasadas para sembrar palma de
aceite. Con loa años, la justicia estableció el nexo de la casa paramilitar de
los hermanos Castaño, con empresas como Urabá-Palma Palmura S.A” (Ríos Monroy, 2024).
En Colombia la Ministra Susana Muhamad, al impulsar el lema de la Paz
con la Naturaleza, despertó muchas reflexiones sobre cómo debería practicarse
esta modalidad de PAZ dentro del país. Saltó a la vista de la mayoría que con
educación e intensa pedagogía que deberá desplegarse desde el Ministerio de Educación,
mínimo en una primera etapa, hasta el año 2030 año tope fijado por la ONU en la
COP-15 de biodiversidad en Montreal 2022, y que concuerdan estos 6 años
faltantes con el límite de los ODS de París fijados desde la COP-21 en el año
2015. Pero también debe hacerse con el mandato constitucional fijado en el
artículo 95 numerales 6 y 8 que expresan los deberes y obligaciones, sociales,
cívicos y políticos, de los ciudadanos porque el ejercicio de los deberes y libertades reconocidos en esta
Constitución implica responsabilidades. Estos dos numerales nos indican que hay
que propender al logro y al mantenimiento de la Paz. Y Proteger los recursos
culturales y naturales del país y velar por la conservación de un ambiente
sano.
Al mismo tiempo ese objetivo de
hacer la paz con la naturaleza nos lleva
a revisar las bases bioéticas para difundirlas, o sea el comportamiento ético
con la naturaleza que no puede hablar ni reaccionar cuando se le ataca,
contamina, arrojan basuras, les tiran químicos a los ríos o detritus
industriales; la excavan, afectan la riqueza y la intocabilidad de los páramos,
le arrojan al espacio aéreo gases de efecto invernadero, combustibles fósiles (Petróleo,
carbón gas), y demás efectos poluentes.
La bioética debe practicarse por cada uno, porque la naturaleza
alterada, contesta más tarde, y busca recuperarse, pero en medio de esa reacción
vienen los desastres que el planeta tierra está observando, por lo tanto, la
autodestrucción de la humanidad. De esta idea sobre La Paz con la Naturaleza
apareció el complemento: La Coalición mundial para lograr la paz con la
naturaleza. Más ambiciosa y compleja, pero necesaria. Compleja porque mientras
no se logre la paz con los combatientes donde existen acciones bélicas, la
naturaleza se daña por las acciones de guerra en lo interno y lo externo.
De otro lado, la periodista
Cindy Morales Castillo, complementó esa visión y explicó que, el calor de las
discusiones y negociaciones de la COP-16, el evento mundial sobre biodiversidad
que se realizó en Cali y cuyo lema era justamente “Paz con la Naturaleza”,
puso en la discusión la necesidad de que los actuales procesos de negociación y
diálogos de paz no solo incluyan los temas ambientales en sus agendas, sino
también empiecen a pensar cómo los grupos armados rendirán cuentas sobre sus
acciones y culpas por sus afectaciones a
los ecosistemas y cuáles serán los posibles caminos jurídicos (…) En los
últimos 20 años, los grupos armados (o emisarios de actividades de actividades
ilegales que estos controlan), han deforestado unos 4 millones de hectáreas de
bosques por sus actividades de minería ilegal, cultivos de uso ilícito y tala
ilegal de madera. (Morales Castillo,
2024)
La guerra de invasión en Gaza ha producido
más de 39 millones de toneladas de escombros, una cantidad superior al resultado en Mosul
(Irak), año 2017. Los escombros generan daños a la salud humana y el medio
ambiente, por el polvo y la contaminación. Los sistemas de abastecimiento de agua,
saneamiento e higiene están colapsados. Las plantas de tratamiento de aguas
residuales de Gaza no están funcionando, las aguas residuales contaminan las
playas, las aguas costeras, el suelo y el agua dulce con multitud de patógenos,
nutrientes, y sustancias químicas peligrosas. La salubridad esta difuminada y
enrarecido el ambiente, de manera insoportable. El sistema de gestión de residuos sólidos
está gravemente dañado. Cinco de las seis instalaciones de gestión para
el manejo de las basuras están inutilizados. En noviembre de 2023, se
acumulaban diariamente 1.200 toneladas de basura alrededor de los campamentos y
refugios. La escasez de gas para cocinar ha obligado a las familias a quemar
madera, plástico y residuos en su lugar, poniendo en peligro a todos los
habitantes.
las Naciones Unidas definen la destrucción
del medioambiente como crimen de guerra sólo si es desproporcionada con
respecto a la ventaja militar del perpetrador y también produce daños graves,
generalizados y de largo plazo para la población. El fiscal jefe de la CPI,
Karim Khan, anunció en febrero que los crímenes contra el medioambiente serían
procesados y enfocados más de cerca en el futuro. Hasta la fecha, ningún país o
persona ha sido condenado por crímenes de guerra por destrucción del
medioambiente. Esto también se debe a la vaga definición de esos crímenes en el
derecho internacional, afirma Aaron Dumont”. Aquí podemos observar claramente
que no existe justicia ambiental internacional, debiendo ser una justicia
global, no tiene un Tribunal especializado, los crímenes ambientales se acercan
a la justicia penal internacional y no está claramente tipificado, en estas
circunstancias la impunidad ronda y la destrucción de la naturaleza queda
supeditada a los avatares litigiosos entre los Estados.
Con el Triunfo de Trump ante las ambivalencias y tibiezas de Kamala
Harris, en varios tópicos durante la campaña electoral, por ejemplo, el no
expresarse contundentemente sobre el genocidio en Gaza y otras posturas semi-fachas
contra los inmigrantes, perdió electorado extranjero y sobre todo el latino que
la vio incapaz de enfrentar el supremacismo, la xenofobia y el racismo rampante
(como las amenazas a los mexicanos y las deportaciones que sobrevendrán). Los
latinos le dieron votos a tutiplén a Trump conociendo que es un desconocedor de
los derechos humanos, prefirieron creer que los ya residentes no serán tocados
y votaron contra los aspirantes a entrar porque los vieron como competencia
dentro del territorio. Kamala Harris, que empezó la campaña electoral con
carcajadas, terminó saliendo a horcajadas sobre el cuerpo exhausto de Biden.
Ante el triunfo de Trump quedó en vilo Ucrania que, será descuadernada y
subsumido parte de su territorio a la Federación Rusa; y de extremaunción quedó
Gaza más el Líbano en esta guerra de exterminio. En ambas regiones la violación
a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario ha sido
flagrante. Solo las simpatías de Rusia por los palestinos e Irán podrían
amainar la voracidad de Netanyahu que se verá impedido para desestabilizar más
la zona so pena de afectar las “aparentes buenas relaciones” de Putin con Trump. Y queda ahora sin piso
seguro la Unión Europea (UE) por no tener una defensa propia y sólida; y la ONU
no pudo resolver las invasiones ni hacer respetar la Carta de San Francisco,
una supuesta Constitución Mundial. Fue descompuesto el fementido
multilateralismo que encarna la ONU porque las mayorías de la Asamblea General
tienen un voto írrito, inservible. La OTAN deberá buscarse sus fortalezas para encontrar
su propia seguridad paneuropea porque serán desmanteladas las ayudas y diezmada
la solidaridad de EEUU que se ha mantenido desde el final de la segunda guerra
mundial. Las ultraderechas de Europa deben estar reídas como dicen las
jovencitas. Trump cree ser el gran amigo de Putin: lo va a seguir manipulando
Putin, hasta que lo ridiculice más porque la alianza de Rusia y China no se
debilitará, son continentalmente el poder del bloque asiático occidental, dos
potencias entrambas, no van a disolver esa alianza que todos los observadores
han confirmado. Los BRICS los apuntalan como bloque económico a Brasil, a la
India y a Sudáfrica. Los BRICS, el otro brazo de Rusia y China para competir en
América Latina y en el sur global. Con esas dos fortalezas se puede estrellar
Marco Rubio, si es nombrado Secretario de Estado, porque su obsesión es frenar
a China como potencia en esta nueva “guerra fría”, o interregno de la
globalización con nuevos competidores en el escenario.
El regreso de Donald Trump al poder en la
Casa Blanca, se posesionará el 20 de enero del año 2025, significa ir en
reversa o a contracorriente a la política ambiental pregonada por la ONU.
Dentro del programa de gobierno que exhibió durante la campaña electoral 2024
vemos que Trump, no prestó ninguna atención al cambio climático, desdeña esa
agenda, es un negacionista; no cree que el calentamiento global elevará el
nivel del mar dejando expuestas las ciudades costeras y las islas que bordean a
los estados del Pacifico y el Atlántico; no cree que deba disminuirse el uso de
los combustibles fósiles y se escabulle a los compromisos internacionales como
el Acuerdo de París 2015 (o COP21), donde se fijaron las metas de los Objetivos
del Desarrollo Sostenible ODS. En su primera presidencia se retiró de esos
compromisos y ahora no regresara. EE. UU. es después de China, el segundo
emisor de gases efecto invernadero, arrojando 5.100 millones de toneladas
anuales al espacio aéreo; a pesar de sufrir enormes estragos y desastres no
reflexiona el mandatario zafio sobre esta temática. Los norteamericanos han
sufrido devastadores incendios en California, huracanes, ciclones y tifones en
la costa sur, y las consiguientes inundaciones, o tormentas
invernales.
Donald Trump, representa el populismo
conservador de extrema derecha, ahora se convertirá en un autócrata que
terminará desmoronando la Democracia ya vapuleada en su primer gobierno y no
recompuesta por el tándem Biden/Harris que, se comportaron no como
socialdemócratas, ni liberales modernos, sino como liberales descafeinados
cercanos a los neoconservadores, abriéndole las posibilidades de regreso al
adversario. Veremos el declive de la Democracia al compás de países europeos y asiáticos
que tienen instalados a varios autócratas que han logrado desmantelar
instituciones de balances al poder. Y peor aún, están en el poder y reelectos
autócratas al mando de Estados nucleares donde la fuerza estatal ya no será
disuasiva contra otro Estado, sino una amenaza mundial de insondable
comprensión y resolución.
Citas.
Morales Castillo
Cindy . “La deuda ambiental de los grupos armados, el
tema pendiente en las negociaciones de la Paz”. Relato de la
periodista adscrita al periódico El Espectador, publicado en la página 11www.elespectador.com , Bogotá, 3 de
noviembre del año 2024.
Ríos Monroy Julián. “La
máquina criminal del Clan del Golfo amenaza uno de los pulmones del mundo”. Crónica
del periodista Ríos Monroy publicada en el diario El Espectador, de Colombia.
Página 2, www.elespectador.com / Bogotá, octubre
27 del año 2024.
(*) Especialización en derecho
constitucional de la Universidad Libre; Magíster en Ciencia Política de la
Universidad Javeriana; PhD en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de
Madrid (UNED- España); estudios de actualización política en la Universidad
Complutense de Madrid; ha sido profesor de las cátedras:
derecho internacional, ciencia política, derechos humanos, derecho
constitucional y derecho ambiental, en la Universidad Libre, Cali.