Texto de Alberto Ramos Garbiras (*)
Rafael
Uribe Uribe, un polifacético personaje colombiano, de antepasados vascos,
abogado de la Universidad del Rosario, escritor, congresista, agricultor, defensor
e impulsor del cooperativismo, abanderado de los cafeteros , impulsor del
Ministerio de Agricultura, defensor de la paz pero forzadamente los
acontecimientos lo arrojaron a la guerra, promotor de la libertad de prensa.
Con antepasados y familiares colonizadores y fundadores de municipios (Amagá,
Fredonia, Valparaíso, Sevilla), defensor acérrimo del liberalismo, escribió el
libro “El liberalismo no es pecado”, que por intrigas palaciegas ante El Vaticano,
fue prohibido por el Papa.
Además
fue precursor del derecho laboral en Colombia y por efecto pionero del derecho
al trabajo en Suramérica, así lo afirmó Guillermo Cabanellas, en carta dirigida
a Otto Morales Benítez, quien le envió la documentación que permite aclararlo,
lo anotó Ricardo Sánchez Ángel, en conversación reciente. “¿Cómo existe un precursor de tantas ideas,
ignorándolo nosotros; cómo se esconde, se oculta –valga la palabra– un
verdadero creador del Derecho del Trabajo, un pensador, ¿un hombre que ha
abierto un camino que otros recorremos ignorando quién fuera el artífice de la
obra?“ (Morales Benítez, 2001)
Rafael
Uribe Uribe, un antioqueño que se inclinó por la política y el periodismo, le
tocó ser militar, se debatió en 4 guerras civiles, no pudo ver gobernar a su
partido con tranquilidad pues desde que tenía 17 años fue a la guerra de 1876 a
defender al partido político que la familia seguía (en la guerra de las
escuelas, guerra religiosa), y el triunfo fue capitalizado por Rafael Núñez que
sin haber combatido se apoderaría del alma del militar triunfante, Julián
Trujillo Largacha, postulado por Núñez a la presidencia, de esta forma cooptándolo
y utilizándolo para crear otra formación política, el Partido Nacional, un
partido político andrógino entre liberales y conservadores, para construir el
régimen de La Regeneración.
Luego
cuando Uribe Uribe tenía 21 años, el liberalismo radical perdió el poder por el
transfuguismo de Rafael Núñez desde que obtiene la primera presidencia (1880-1882),
ya tenía la meta de cambiar la Constitución de 1863 desbaratando el orden
territorial federal para llevar a Colombia hacia el centralismo. Núñez desemboza
su proyecto político centralista, hegemónico, autoritario y unipersonal: La
Regeneración administrativa para obtener la concentración del poder. Un cálculo
político para vencer a sus ex-compartidarios liberales que habían establecido
el radicalismo desde la Constitución de Rionegro con todas las garantías del
liberalismo puro de estirpe francesa. Núñez como converso salió del
anticlericalismo que expropió curas, como Ministro de Hacienda, con la
confiscación de bienes de manos muertas y regresa al catolicismo
monacal-confesional, para “resarcir a la
iglesia”, ayudándoles a recuperar las “pérdidas”
y los privilegios coloniales almacenados en 300 años.
A
Rafael Uribe Uribe, le correspondió vivir una época de transición entre los
rezagos coloniales en medio de la República en marcha y el despuntar del siglo
XX, sin que la formación plena del Estado-nación hubiese podido lograrse. Para
defender al partido liberal-radical tuvo que acudir a tres cruentas guerras
civiles en 1885, 1895 y 1899, las tres las perdió contra el ejército oficial de
La Regeneración; estuvo preso varias veces; fue Representante a la Cámara,
pronunció más de 30 discursos importantes donde dejó ver su impronta de
doctrinante; comando batallones, fue herido en combate; ejerció las relaciones
internacionales para conseguir pertrechos y suministros de combate, se alió con
presidentes vecinos para buscar el triunfo y cambiarle el rumbo al país, fue
ministro plenipotenciario en Suramérica; enfrentó inquinas e intrigas; descuidó
a su familia por acudir a las guerras; renovó la política liberal, fue el
último radical sin haber sido fundador de esa corriente y fue asesinado por
denunciar la corrupción de los bicéfalos del partido nacional (liberales y
conservadores) hermanados por Rafael Núñez para manejar el país durante varios
períodos presidenciales. Gabriel García Márquez, se inspiró en la vida,
vicisitudes y avatares de Rafael Uribe Uribe y creó el personaje del coronel
Aureliano Buendía en Cien años de soledad, con el perfil de este político-militar,
aplicándole actos del realismo mágico.
Según
la investigadora Ivonne Suárez Pinzón, “parece indudable que García Márquez
recupera en su obra fundamentalmente al Uribe militar para el personaje de su
ficción, es el líder guerrillero que se debate incansablemente por la libertad
y la justicia (…) García Márquez construye un personaje que comporta además
algunos aspectos fundamentales de la personalidad y del pensamiento de Uribe.
Crea un coronel para quien la acción militar es secundaria, tal como fuera en realidad
para su modelo y, a lo largo de su complejo relato, invita al lector a
profundizar en otros aspectos de la vida del personaje ficticio y, en
consecuencia, de su arquetipo histórico. Es evidente que la descripción del
coronel Aureliano Buendía que García Márquez presenta en Cien años de soledad,
coincide en muchos aspectos con el modelo histórico de dicho personaje, tanto
en lo físico, como en lo moral e ideológico, (Suárez Pinzón, año 2009).
Con
gran coraje Uribe Uribe, enfrentó ideológicamente a Rafael Núñez y a su socio
Miguel Antonio Caro. Los señaló y criticó por la forma como habían manejado la
hacienda pública en un festín bipartidista. Estudió cuidadosamente la
Constitución de 1886, obra jurídica para demoler el Federalismo y achicar al
oponente, manejar o dominar la rama judicial, y diseñar con antelación el
fraude electoral, controlar el sistema bancario remozado y sobre todo facilitar
el acceso del sector privado (empresarios y comerciantes) al manejo de las
instituciones creando la correa de transmisión entre lo público y privado para
destazar el presupuesto estatal.
Al
ver que el liberalismo radical sucumbía, Uribe Uribe, fue el primero en iniciar
la renovación del partido liberal, basta leer su discurso de 1896, su
disertación de 1904, su análisis de 1911, sin descartar otras piezas oratorias;
en estos tres años sentó las bases de la renovación liberal. Estos tres
discursos con los otros 30 del Congreso, abarcan todos los tópicos: La
economía, la educación, la salud, la agricultura, el trabajo etc. Y el papel
que podría desempeñar el liberalismo. Le tocó enfrentarse a los conservadores
nacionalistas y a los liberales independientes que, habían abandonado a sus
respectivos partidos políticos para crear un tercer partido, el partido nacional,
instalándose en sucesivos gobiernos como un frente nacional decimonónico (Núñez,
Caro, Campo Serrano, Eliseo Payán, Carlos Holguín Mallarino, Marroquín,
Sanclemente; y se enfrentó al comenzar el siglo XX a otro partido andrógino
transmutado, El Republicanismo, con la juntura de liberales y conservadores,
que construyeron otro frente nacional después de terminada la guerra de los mil
días.
En su
discurso de 1896 Rafael Uribe Uribe, dijo que La Regeneración se apuntalaba en
el empleo permanente de la dictadura, la Constitución reconocía el sistema de
representación simultánea de todos los partidos en las corporaciones
deliberantes, pero “La Regeneración no ha
permitido en 10 años venir al Congreso sino a dos representantes del
liberalismo y ha desterrado sistemáticamente a sus voceros de todas las
asambleas y de todos los cabildos; el que pregona la libre organización y
funcionamiento de los verdaderos partidos político, cuando el gobierno declara
ilegal al liberalismo y ejerce persecución sañuda contra todas las
manifestaciones legítimas de su fuerza; el que proclama la política del justo
medio, cuando la vuestra no consiste sino en trajinar por todos los extremos de
la reacción autoritaria, rehusando toda transacción, como incompatible con
vuestra existencia política; el que solicita un gradual ensanche de las
instituciones seccionales y municipales, cuando vosotros habéis implantado un
centralismo de hierro y destruido la vida autónoma de los municipios; el que
preconiza la sustracción del poder electoral a la dependencia directa del
ejecutivo”. (Uribe Uribe, 1896)
Para
entender a Rafael Uribe Uribe, hay que conocer y entender el desenvolvimiento
del partido liberal en el curso del siglo XIX, y las causas de las guerras
civiles desde 1839, también conocer la evolución de las variadas reformas
constitucionales. En virtud a su experiencia negativa en 4 guerras civiles se
aparta de las iniciativas violentas y clama por el progreso y la concertación;
por eso elaboró un discurso intermedio, pero con elementos de la seguridad
social europea, sin que aquí avanzara al mismo ritmo el desarrollo de la
burguesía, ni del proletariado, ni los dirigentes acoplaran los progresos
europeos a la realidad nacional, como lo expone José Fernando Ocampo.
En
1904 dijo Uribe Uribe que profesaba el socialismo de arriba para abajo, por la
amplitud de las funciones del Estado. El socialismo de Estado propuesto se
reduce a un intervencionismo de Estado que permitiera ampliarle las funciones
económicas y políticas al poder ejecutivo. Esbozó una posición intermedia entre
el socialismo y el capitalismo, una primera aproximación al Estado del
bienestar, a la social Democracia. Se apartó del socialismo real marxista. Ya
había leído a los socialistas europeos de mitad del siglo XIX, como en su momento
lo hizo José María Melo, a Fourier. Sant-Simon, Blanc; y seguramente había
tenido acceso a los textos marxistas (Marx escribió profusamente entre 1850 y
1883), pero se abstuvo de citar a Marx.
Podemos mirar a Rafael Uribe Uribe, como el
último liberal radical del siglo XIX y el primer liberal renovador del siglo
XX. Un doctrinante, todos los jefes y presidentes liberales del siglo XX lo
citaron en sus discursos o en las plataformas programáticas, sus textos
sirvieron de cantera ideológica para Olaya Herrera, López Pumarejo, Eduardo
Santos, Jorge Eliécer Gaitán, Lleras Camargo, López Michelsen y Luís Carlos
Galán. Ese liberalismo primigenio con la impronta y aceptación de ideas
foráneas que trasladó y adaptó Simón Bolívar para fundar el Estado (no Francisco
de Paula Santander, cómo equivocadamente se ha sostenido), el pensamiento de
Bolívar les sirvió a quienes lo habían acompañado y abandonado, luego
convertidos en liberales reformistas y
conversos en la mitad del siglo (José Hilario López, Tomás Cipriano de Mosquera
y José María Obando), para modernizar el Estado después del gobierno de Mariano
Ospina Rodríguez. Y a José María Melo, él más intrépido para inyectarle ideas
socialistas al liberalismo, 1854. Y luego les sirvió a los liberales miembros
del Olimpo Radical, Murillo Toro y el mosaico de dirigentes (1863-1885), posteriormente
el radicalismo se fue disolviendo no por falta de ideas sino por las
persecuciones bélicas, inicialmente la guerra civil de 1885 provocada por el
cierre de todos los espacios políticos, y las otras dos del fin de siglo.
Durante
la retoma del poder, después de 44 años de estar por fuera de la dirección del
Estado, el liberalismo durante la Republica liberal (1930/1946), con las
presidencias de Olaya Herrera, López Pumarejo, Eduardo Santos y Alberto Lleras,
aplicó parte del ideario de Uribe Uribe como lo explicó Otto Morales Benítez,
en el ensayo aquí citado. En 1946 ante la pérdida de las elecciones por la
división liberal entre Gaitán y Turbay Avinader, se presentó otra racha de
violencia contra el gaitanismo (decenas de líderes asesinados), Laureano Gómez
extrapoló las formas de la guerra civil española con la persecución violenta
contra los rojos (falangismo/fascismo). Y durante la violencia de los años 50s,
reducido el liberalismo a sangre y fuego; luego transmutado durante el Frente
Nacional (1958/1974), de manera bicéfala (liberales y conservadores
amartelados) por hibridación e hibernación, desideologizándose, hasta
desperfilarse totalmente en el postfrente nacional por los pactos de consocios (volviendo
a lo andrógino de La Regeneración 1886-1905), conducta replicada durante el
republicanismo (1905/1930). Después del Frente Nacional, definitivamente el
liberalismo se desperfiló y se volvió amorfo con cantidad de fracciones
personalistas o de microempresas (1974-1990), y después de la Constitución de
1991, en un partido neoliberal, agenciando intereses corporativos, privatizador
y sin vocación de poder, sin realizar gobiernos de partido, y permisivo
(Gaviria y Samper); dos de sus hombres Uribe Vélez y Santos, se retiran, nace
una constelación de partidos, personalizan el poder y dejan el liberalismo
expósito y al garete.
El
gran analista, escritor e investigador social Ignacio Torres Giraldo, fundador
del partido socialista y autor de varios libros, entre ellos “Los Inconformes”, “María Cano, mujer
rebelde”, “La histórica huelga de las bananeras”, reconoció que se nutrió
del pensamiento de Uribe Uribe, leyéndolo en Pereira, así lo escribió en el
periódico “El Martillo”. La evolución
del pensamiento de Torres Giraldo, lo llevó de esa primera atracción por el
liberalismo radical y socializante de Uribe Uribe a convertirse en uno de los
socialistas y luchadores en pro de la clase obrera, más importantes de Colombia.
(*) Magíster en Ciencia Política (Universidad
Javeriana); PhD en Derecho Público con énfasis en Política Latinoamericana,
Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); profesor de las cátedras:
derechos humanos y derecho internacional, en la Universidad Libre.
Bibliografía.
Morales Benítez Otto. EL Pensador Uribe Uribe. Citando
a Cabanellas. Revista Derecho del Estado N. 10, www.dialnet.uniroja.es, diciembre
2001.
Ocampo José Fernando. Prólogo al libro Escritos
políticos. Publicación El Ancora Editores. Primera edición. Preparación
litográfica: Servigraphic Ltda. Bogotá, 1984
Suárez Pinzón Ivonne. “Rafael Uribe Uribe y
Aureliano Buendía en “Cien años de soledad”. Laboratorio de investigaciones ES
3224, Fance. www.historia-actual.org,
año 2009.