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18 dic 2020

Rafael Uribe Uribe, el liberalismo y las guerras.

Texto de  Alberto Ramos Garbiras (*)

     Rafael Uribe Uribe, un polifacético personaje colombiano, de antepasados vascos, abogado de la Universidad del Rosario, escritor, congresista, agricultor, defensor e impulsor del cooperativismo, abanderado de los cafeteros , impulsor del Ministerio de Agricultura, defensor de la paz pero forzadamente los acontecimientos lo arrojaron a la guerra, promotor de la libertad de prensa. Con antepasados y familiares colonizadores y fundadores de municipios (Amagá, Fredonia, Valparaíso, Sevilla), defensor acérrimo del liberalismo, escribió el libro “El liberalismo no es pecado”, que por intrigas palaciegas ante El Vaticano, fue prohibido por el Papa.

    Además fue precursor del derecho laboral en Colombia y por efecto pionero del derecho al trabajo en Suramérica, así lo afirmó Guillermo Cabanellas, en carta dirigida a Otto Morales Benítez, quien le envió la documentación que permite aclararlo, lo anotó Ricardo Sánchez Ángel, en conversación reciente. “¿Cómo existe un precursor de tantas ideas, ignorándolo nosotros; cómo se esconde, se oculta –valga la palabra– un verdadero creador del Derecho del Trabajo, un pensador, ¿un hombre que ha abierto un camino que otros recorremos ignorando quién fuera el artífice de la obra?“ (Morales Benítez, 2001)

   Rafael Uribe Uribe, un antioqueño que se inclinó por la política y el periodismo, le tocó ser militar, se debatió en 4 guerras civiles, no pudo ver gobernar a su partido con tranquilidad pues desde que tenía 17 años fue a la guerra de 1876 a defender al partido político que la familia seguía (en la guerra de las escuelas, guerra religiosa), y el triunfo fue capitalizado por Rafael Núñez que sin haber combatido se apoderaría del alma del militar triunfante, Julián Trujillo Largacha, postulado por Núñez a la presidencia, de esta forma cooptándolo y utilizándolo para crear otra formación política, el Partido Nacional, un partido político andrógino entre liberales y conservadores, para construir el régimen de La Regeneración.

   Luego cuando Uribe Uribe tenía 21 años, el liberalismo radical perdió el poder por el transfuguismo de Rafael Núñez desde que obtiene la primera presidencia (1880-1882), ya tenía la meta de cambiar la Constitución de 1863 desbaratando el orden territorial federal para llevar a Colombia hacia el centralismo. Núñez desemboza su proyecto político centralista, hegemónico, autoritario y unipersonal: La Regeneración administrativa para obtener la concentración del poder. Un cálculo político para vencer a sus ex-compartidarios liberales que habían establecido el radicalismo desde la Constitución de Rionegro con todas las garantías del liberalismo puro de estirpe francesa. Núñez como converso salió del anticlericalismo que expropió curas, como Ministro de Hacienda, con la confiscación de bienes de manos muertas y regresa al catolicismo monacal-confesional, para “resarcir a la iglesia”, ayudándoles a recuperar las “pérdidas” y los privilegios coloniales almacenados en 300 años.

   A Rafael Uribe Uribe, le correspondió vivir una época de transición entre los rezagos coloniales en medio de la República en marcha y el despuntar del siglo XX, sin que la formación plena del Estado-nación hubiese podido lograrse. Para defender al partido liberal-radical tuvo que acudir a tres cruentas guerras civiles en 1885, 1895 y 1899, las tres las perdió contra el ejército oficial de La Regeneración; estuvo preso varias veces; fue Representante a la Cámara, pronunció más de 30 discursos importantes donde dejó ver su impronta de doctrinante; comando batallones, fue herido en combate; ejerció las relaciones internacionales para conseguir pertrechos y suministros de combate, se alió con presidentes vecinos para buscar el triunfo y cambiarle el rumbo al país, fue ministro plenipotenciario en Suramérica; enfrentó inquinas e intrigas; descuidó a su familia por acudir a las guerras; renovó la política liberal, fue el último radical sin haber sido fundador de esa corriente y fue asesinado por denunciar la corrupción de los bicéfalos del partido nacional (liberales y conservadores) hermanados por Rafael Núñez para manejar el país durante varios períodos presidenciales. Gabriel García Márquez, se inspiró en la vida, vicisitudes y avatares de Rafael Uribe Uribe y creó el personaje del coronel Aureliano Buendía en Cien años de soledad, con el perfil de este político-militar, aplicándole actos del realismo mágico.

    Según la investigadora Ivonne Suárez Pinzón, “parece indudable que García Márquez recupera en su obra fundamentalmente al Uribe militar para el personaje de su ficción, es el líder guerrillero que se debate incansablemente por la libertad y la justicia (…) García Márquez construye un personaje que comporta además algunos aspectos fundamentales de la personalidad y del pensamiento de Uribe. Crea un coronel para quien la acción militar es secundaria, tal como fuera en realidad para su modelo y, a lo largo de su complejo relato, invita al lector a profundizar en otros aspectos de la vida del personaje ficticio y, en consecuencia, de su arquetipo histórico. Es evidente que la descripción del coronel Aureliano Buendía que García Márquez presenta en Cien años de soledad, coincide en muchos aspectos con el modelo histórico de dicho personaje, tanto en lo físico, como en lo moral e ideológico, (Suárez Pinzón, año 2009).

    Con gran coraje Uribe Uribe, enfrentó ideológicamente a Rafael Núñez y a su socio Miguel Antonio Caro. Los señaló y criticó por la forma como habían manejado la hacienda pública en un festín bipartidista. Estudió cuidadosamente la Constitución de 1886, obra jurídica para demoler el Federalismo y achicar al oponente, manejar o dominar la rama judicial, y diseñar con antelación el fraude electoral, controlar el sistema bancario remozado y sobre todo facilitar el acceso del sector privado (empresarios y comerciantes) al manejo de las instituciones creando la correa de transmisión entre lo público y privado para destazar el presupuesto estatal.

    Al ver que el liberalismo radical sucumbía, Uribe Uribe, fue el primero en iniciar la renovación del partido liberal, basta leer su discurso de 1896, su disertación de 1904, su análisis de 1911, sin descartar otras piezas oratorias; en estos tres años sentó las bases de la renovación liberal. Estos tres discursos con los otros 30 del Congreso, abarcan todos los tópicos: La economía, la educación, la salud, la agricultura, el trabajo etc. Y el papel que podría desempeñar el liberalismo. Le tocó enfrentarse a los conservadores nacionalistas y a los liberales independientes que, habían abandonado a sus respectivos partidos políticos para crear un tercer partido, el partido nacional, instalándose en sucesivos gobiernos como un frente nacional decimonónico (Núñez, Caro, Campo Serrano, Eliseo Payán, Carlos Holguín Mallarino, Marroquín, Sanclemente; y se enfrentó al comenzar el siglo XX a otro partido andrógino transmutado, El Republicanismo, con la juntura de liberales y conservadores, que construyeron otro frente nacional después de terminada la guerra de los mil días.

    En su discurso de 1896 Rafael Uribe Uribe, dijo que La Regeneración se apuntalaba en el empleo permanente de la dictadura, la Constitución reconocía el sistema de representación simultánea de todos los partidos en las corporaciones deliberantes, pero “La Regeneración no ha permitido en 10 años venir al Congreso sino a dos representantes del liberalismo y ha desterrado sistemáticamente a sus voceros de todas las asambleas y de todos los cabildos; el que pregona la libre organización y funcionamiento de los verdaderos partidos político, cuando el gobierno declara ilegal al liberalismo y ejerce persecución sañuda contra todas las manifestaciones legítimas de su fuerza; el que proclama la política del justo medio, cuando la vuestra no consiste sino en trajinar por todos los extremos de la reacción autoritaria, rehusando toda transacción, como incompatible con vuestra existencia política; el que solicita un gradual ensanche de las instituciones seccionales y municipales, cuando vosotros habéis implantado un centralismo de hierro y destruido la vida autónoma de los municipios; el que preconiza la sustracción del poder electoral a la dependencia directa del ejecutivo”. (Uribe Uribe, 1896)

   Para entender a Rafael Uribe Uribe, hay que conocer y entender el desenvolvimiento del partido liberal en el curso del siglo XIX, y las causas de las guerras civiles desde 1839, también conocer la evolución de las variadas reformas constitucionales. En virtud a su experiencia negativa en 4 guerras civiles se aparta de las iniciativas violentas y clama por el progreso y la concertación; por eso elaboró un discurso intermedio, pero con elementos de la seguridad social europea, sin que aquí avanzara al mismo ritmo el desarrollo de la burguesía, ni del proletariado, ni los dirigentes acoplaran los progresos europeos a la realidad nacional, como lo expone José Fernando Ocampo.

    En 1904 dijo Uribe Uribe que profesaba el socialismo de arriba para abajo, por la amplitud de las funciones del Estado. El socialismo de Estado propuesto se reduce a un intervencionismo de Estado que permitiera ampliarle las funciones económicas y políticas al poder ejecutivo. Esbozó una posición intermedia entre el socialismo y el capitalismo, una primera aproximación al Estado del bienestar, a la social Democracia. Se apartó del socialismo real marxista. Ya había leído a los socialistas europeos de mitad del siglo XIX, como en su momento lo hizo José María Melo, a Fourier. Sant-Simon, Blanc; y seguramente había tenido acceso a los textos marxistas (Marx escribió profusamente entre 1850 y 1883), pero se abstuvo de citar a Marx.

    Podemos mirar a Rafael Uribe Uribe, como el último liberal radical del siglo XIX y el primer liberal renovador del siglo XX. Un doctrinante, todos los jefes y presidentes liberales del siglo XX lo citaron en sus discursos o en las plataformas programáticas, sus textos sirvieron de cantera ideológica para Olaya Herrera, López Pumarejo, Eduardo Santos, Jorge Eliécer Gaitán, Lleras Camargo, López Michelsen y Luís Carlos Galán. Ese liberalismo primigenio con la impronta y aceptación de ideas foráneas que trasladó y adaptó Simón Bolívar para fundar el Estado (no Francisco de Paula Santander, cómo equivocadamente se ha sostenido), el pensamiento de Bolívar les sirvió a quienes lo habían acompañado y abandonado, luego convertidos en  liberales reformistas y conversos en la mitad del siglo (José Hilario López, Tomás Cipriano de Mosquera y José María Obando), para modernizar el Estado después del gobierno de Mariano Ospina Rodríguez. Y a José María Melo, él más intrépido para inyectarle ideas socialistas al liberalismo, 1854. Y luego les sirvió a los liberales miembros del Olimpo Radical, Murillo Toro y el mosaico de dirigentes (1863-1885), posteriormente el radicalismo se fue disolviendo no por falta de ideas sino por las persecuciones bélicas, inicialmente la guerra civil de 1885 provocada por el cierre de todos los espacios políticos, y las otras dos del fin de siglo.

       Durante la retoma del poder, después de 44 años de estar por fuera de la dirección del Estado, el liberalismo durante la Republica liberal (1930/1946), con las presidencias de Olaya Herrera, López Pumarejo, Eduardo Santos y Alberto Lleras, aplicó parte del ideario de Uribe Uribe como lo explicó Otto Morales Benítez, en el ensayo aquí citado. En 1946 ante la pérdida de las elecciones por la división liberal entre Gaitán y Turbay Avinader, se presentó otra racha de violencia contra el gaitanismo (decenas de líderes asesinados), Laureano Gómez extrapoló las formas de la guerra civil española con la persecución violenta contra los rojos (falangismo/fascismo). Y durante la violencia de los años 50s, reducido el liberalismo a sangre y fuego; luego transmutado durante el Frente Nacional (1958/1974), de manera bicéfala (liberales y conservadores amartelados) por hibridación e hibernación, desideologizándose, hasta desperfilarse totalmente en el postfrente nacional por los pactos de consocios (volviendo a lo andrógino de La Regeneración 1886-1905), conducta replicada durante el republicanismo (1905/1930). Después del Frente Nacional, definitivamente el liberalismo se desperfiló y se volvió amorfo con cantidad de fracciones personalistas o de microempresas (1974-1990), y después de la Constitución de 1991, en un partido neoliberal, agenciando intereses corporativos, privatizador y sin vocación de poder, sin realizar gobiernos de partido, y permisivo (Gaviria y Samper); dos de sus hombres Uribe Vélez y Santos, se retiran, nace una constelación de partidos, personalizan el poder y dejan el liberalismo expósito y al garete.

    El gran analista, escritor e investigador social Ignacio Torres Giraldo, fundador del partido socialista y autor de varios libros, entre ellos “Los Inconformes”, “María Cano, mujer rebelde”, “La histórica huelga de las bananeras”, reconoció que se nutrió del pensamiento de Uribe Uribe, leyéndolo en Pereira, así lo escribió en el periódico “El Martillo”. La evolución del pensamiento de Torres Giraldo, lo llevó de esa primera atracción por el liberalismo radical y socializante de Uribe Uribe a convertirse en uno de los socialistas y luchadores en pro de la clase obrera,  más importantes de Colombia.

(*) Magíster en Ciencia Política (Universidad Javeriana); PhD en Derecho Público con énfasis en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); profesor de las cátedras: derechos humanos y derecho internacional, en la Universidad Libre.

Bibliografía.

Morales Benítez Otto. EL Pensador Uribe Uribe. Citando a Cabanellas. Revista Derecho del Estado N. 10, www.dialnet.uniroja.es, diciembre 2001.

Ocampo José Fernando. Prólogo al libro Escritos políticos. Publicación El Ancora Editores. Primera edición. Preparación litográfica: Servigraphic Ltda. Bogotá, 1984

Suárez Pinzón Ivonne. “Rafael Uribe Uribe y Aureliano Buendía en “Cien años de soledad”. Laboratorio de investigaciones ES 3224, Fance.   www.historia-actual.org, año 2009.