Un texto de Alberto Ramos Garbiras (*)
La palabra pandemónium tiene dos acepciones en
el diccionario: Capital imaginaria del reino infernal. Y, lugar en que hay
mucho ruido y confusión. Evaluando la cadena de hechos negativos a nivel nacional
e internacional cualquier observador se
encuentra con una peste globalizada; escenarios de muertes masivas y sucesivas;
caos gubernamental, choques institucionales entre gobernantes de las regiones
con el Presidente, freno temporal en las ramas del poder público,
desestabilización de los gobiernos; la Democracia en suspenso; autoritarismo
sobre la población apoyados los gobernantes en los decretos emanados de los
estados de excepción; los derechos humanos limitados en aras de prevalecer la
salubridad que no encuentra sistemas de salud sólidos para lograrlo; encierro
de los ciudadanos en las casas convertidas en prisión domiciliaria; revueltas
sociales clamando asistencia alimentaria; paralización de la economía;
ingobernabilidad global, los organismos internacionales de la ONU y de otras
entidades multilaterales exhibiendo su inutilidad y burocratismo centurial, etc.
Hoy, mayo 9 de 2020 en cuatro meses se han registrado 3.900.000 personas
infectadas, y 275.000 muertos en el mundo; solo en EEUU el registro llega a 79.000
personas fallecidas en pocas semanas por el Coronavirus, Covid-19.
Donald Trump alteró la política internacional
desde que llegó a la Casa Blanca, por su intrepidez, impertinencias, osadías e
ignorancia. Una de esas osadías (la
eliminación del iraní Queseen Soleimani), todavía no ha tenido plena
respuesta; pero su negacionismo sobre la adecuación al cambio climático coloca
en riesgo a la sociedad entera; y ahora la negativa a controlar oportunamente
el virus Covid-19, lo desbordó y lo tienen tambaleando al frente de la economía
nacional; se enfrenta a los gobernadores para levantar las cuarentenas sin
haber aplanado la curva del crecimiento infeccioso. Todas las peleas que
provocó las fue sorteando, o girando la posición, o reculando. La disputa con
el norcoreano Kim Jong Un, sobre el tema de las armas nucleares y el peligro
latente, construidas estas con ánimo disuasivo, amenazante, en defensa a ultranza
de la soberanía estatal; los desafíos del terrorismo global y el tema Sirio con
el cruce de la acciones de ISIS,
más la complejidad del diferendo Kurdo relacionado con la posición de Turquía;
las polémicas con otros estados y la misma Unión Europea respecto al
cumplimiento del COP 21 de 2015 firmado en París; la polémica con los mexicanos
respecto a la construcción del muro divisorio y xenófobo, entre otras acciones
intrépidas. Ahora los microbios letales del Conid-19 actuaron más rápido que
los otros enemigos y sin disparan misiles han dado de baja a más de 79.000
norteamericanos, 22 veces más muertos que en las Torres Gemelas derribadas por
la acción suicida de Al Qaeda.
Trump está buscando lavarse las manos, según él
los chinos son los culpables y la OMS
figura como compinche. Pero de todas maneras no está claro cómo se manejó ese
laboratorio de estudios sobre virus en Wuhan, con participación de EEUU. Nada
está claro sobre el origen hay dos hipótesis: 1). la inoculación
bacteriológica, 2). la alteración de ecosistemas en desmedro del a fauna
silvestre que se mezcló y produjo la contaminación zoonótica. En este momento
debería operar la ONU, pero también quedó al descubierto, no tiene cohesión. La OMS cooptada por las farmacéuticas y
politizada, dirigida por un biólogo y no por un médico.
Existen epidemias controlables y a las
pandemias inmanejables por la dimensión del problema sanitario extendido. En
esa crisis hemos visto también la miopía de ciertos gobernantes que creen será
de fácil sorteo la situación o que puede manejarse en áreas no infectadas,
apartando a los contagiados como se apartaba a los leprosos. Hasta gobernantes
de países fuertes se han pifiado: Boris Johnson (Inglaterra), Donald Trump
(EEUU) y Jair Bolsonaro (Brasil). Tres populistas de derecha que han privilegiado
la economía sobre la salud de la población, y se han estrellado contra la
magnitud y las evidencias por los estragos de la Pandemia. Nueva York y otras
ciudades en pocos días ya cuentan con más muertos que Italia en dos meses;
Bolsonaro ha recibido un in rechazo de varios sectores porque no comprendió la
dimensión del problema, y terminó destituyendo al ministro de salud; Boris Jonhson estuvo con un respirador en una
UCI de Londres. AMLO en México no supo actuar a tiempo, un populista de
izquierda que se ha compenetrado con la población pobre, ante el Covid-19 se
enredó invocando y mostrando imágenes religiosas sin actuar vía sanitaria para
aislar a la población oportunamente. Los tres primeros por ignorancia y
codicia, o no querer soltar el liderazgo, y el mexicano por desconfiar de la
ciencia, también. Esto prueba que en ciertos temas como el medio ambiente y la
salud, los gobernantes tienen que apoyarse y basarse en el conocimiento
científico, y no en la intuición o en la ambición.
Esta peste Globalizada la tienen que manejar
los gobernantes, las instituciones internacionales, consultando a
epidemiólogos, virólogos, infectólogos y expertos en asuntos sanitarios, no en
asesores de segunda categoría o con orates palaciegos. Esta peste virosa
producirá, al salir de la crisis, un cambio ineluctable del sistema de salud en
Colombia, y un cambio de las políticas públicas en ciertas áreas, y de las formas
de manejar el aparato del Estado de cierta clase política que devastó el
sistema de salud por la corrupción galopante sobre la red hospitalaria, y por
convertir las EPS en un sector financiero o en intermediación amañada para
desjugar y desviar los dineros.
Se ha presentado un estancamiento de la
economía porque el frenazo en la producción trae la recesión y la depresión de
la economía. Muchas empresas terminan en la quiebra y el desempleo para sus
trabajadores, como consecuencia ineluctable. En toda América Latina están
repercutiendo los efectos de la pandemia, Daniel Titelman, de la CEPAL, argumenta que son 5 impactos.
1) Los daños en la economía de China y EEUU (disminución del comercio y las
remesas); 2) La caída de los precios de las materias primas, esto acarrea menos
entrada de dólares por las exportaciones; 3) La interrupción de las cadenas de
producción a nivel global; 4) La menor demanda de servicios turísticos; 5) La
fuga de capitales y la devaluación de las monedas (la deuda púbica presiona,
mientras la economía se paraliza).
Postcoronavirus seguramente surgirá un nuevo
orden mundial, pero aún no está claro cuál será el modelo económico que lo
caracterizara y adoptaran muchos países ante el derrumbe del modelo neoliberal
que está siendo socavado por esta peste globalizada. Puede ser un capitalismo
verde; o un capitalismo humanizado y progresista; o una tercera vía más
avanzada; o la socialdemocracia remozada; o el socialismo real redivivo, o el
populismo constitucional moderado; cualquiera que sea el modelo económico que
encaje en las democracias occidentales a reformar; el neoliberalismo terminará
derrotado por la inequitativa concentración de la riqueza que propició y los
precipicios sociales que abrió. El filósofo Zizek de manera nebulosa dice que
podría ser un nuevo comunismo para ese nuevo orden mundial, con enfoque
colectivo y coordinación; con intensa cooperación entre el gobierno y una
vigorosa movilización de la ciudadanía desde lo local, esto garantizaría que
todos estemos bien. Atilio Borón dice que no ha terminado el capitalismo sino
el neoliberalismo.
Se deduce que el nacionalismo aumentará ante la
búsqueda de más protección sanitaria interna de las naciones. Y el populismo de
izquierda y derecha rebrotará porque el socorrismo, el asistencialismo y el
samaritanismo es una vía para todos los presidentes (o aspirantes a serlo),
para figurar ofreciendo y entregando lo que no habían dado o proporcionado a
los sectores subalternos; y la forma de sofrenar o contener las revueltas
sociales que pueden llegar hasta explosiones sociales. Revueltas de famélicos, otro tipo de rebelión sin ideología y sin
propósito de tomarse el poder, una rebelión por marginalidad total, pidiendo
comida porque les impidieron salir a trabajar en el rebusque diario. En
Colombia han colocado un trapo rojo en las ventanas señalando que allí hay
carencias. Muchas ciudades han visto estas expresiones de indignación,
desespero y rabia porque las ayudas no llegan y se han enterado de los
sobrecostos, el acaparamiento y los negociados montados en medio de la crisis.
La gente se seguirá desesperando y saldrán a saquear supermercados, graneros y
tiendas. Vamos a ver las ayudas dosificadas a cuantos de la masa poblacional
irredenta logran calmar.
El mercado no puede seguir siendo quien
determine la conducción del Estado. La misma privatización de los servicios
públicos que el neoliberalismo trajo, dejó, a la postre indefenso e inútil al
Estado con la llegada de un desastre, en este caso una pandemia, las empresas
privadas no responden solidariamente ni renuncian a las ganancias para resolver
la crisis, le toca solo al Estado enfrentarla y lisonjear a los empresarios. El capitalismo dentro del neoliberalismo como modo de
producción quedó cuestionado, y en vilo el manejo del capital financiero. Los
que han usufructuado el sistema neoliberal no resuelven las urgencias de la
población porque la concentración de la riqueza en pocas manos los infla de
egocentrismo, no invierten en lo social: viven despreocupados respecto a las
necesidades de los nadies. Ni los empresarios ni sus agentes dentro del aparato
del Estado se inclinan por las inversiones en mejores servicios públicos
comunitarios, ni en los programas de salud, educación y protección social. Al contrario,
han desmantelado los programas de protección social, obstaculizan el avance en
la materialización de los derechos sociales del Estado Social de Derecho,
prueba de ello es la reducción en los programas de sanidad. O desde las
empresas montadas saquean los recursos de la salud. Privatizan los hospitales o
hacen alianzas con el capital extranjero. La Alcaldesa de Bogotá, Claudia
López, trata a horcajadas de paliar el drama alimentario y se opone con razón
al desescalamiento apresurado del aislamiento y las operaciones comerciales, como
lo expresó frente a la apertura del aeropuerto El Dorado y a la activación del
sector manufacturero, invoca gradualidad mientras se activan los protocolos de
seguridad para evitar más infecciones.
La Banca
o el sistema bancario es necesario para darle irrigación a la economía porque
el manejo de los negocios en efectivo, de toda la población sería arcaico,
parecido al trueque, pero con billetes. La crítica al sector financiero se
centra en el retorcimiento y manejo de las operaciones, la exacción que hacen,
la usura, el anatocismo: el cobro excesivo de intereses sobre intereses. Eso se
llama esquilmar. Entonces el Coronavirus colapsó el modelo neoliberal porque
evidenció todas las llagas que se cubrían al aflorar la extrema pobreza de
capas poblacionales en la informalidad y sin salud. Lo mínimo que los
desvalidos y asfixiados por el sistema financiero pueden pedir hoy en medio de
la grave crisis es la cesación de pagos, la condonación o la humanización del
capital bancario. El precariado y sus diferentes capas no pueden cumplir una
larga cuarentena sin ingresos.
Los estragos de la Pandemia y la crisis del
neoliberalismo. Precisamente en mi columna titulada, “ingobernabilidad Global”, planteó que la falta de
instituciones efectivas, de los organismos internacionales y las flaquezas del
derecho internacional, obstaculizan la solución a los problemas globales e
impiden la corrección de los defectos de las instituciones nacionales, dejando
sin ayudas a los sectores vulnerables, por lo tanto la salud, la educación y
otros derechos sociales siguen sin cumplirse como derechos sociales. Y los
negocios manejados por los particulares hacen invivibles las economías
familiares: estos dos servicios debe asumirlos el Estado para darle cobertura a
toda la población que los requiera. Y esto no es socialismo y menos comunismo.
Sería el paso concreto para mostrar un capitalismo humanizado o, edulcoradamente:
un capitalismo progresista.
La
privatización de esos dos servicios públicos (salud y educación), no solo
enriquece a los empresarios sino a sus cómplices, la clase política corrupta, y
empobrece la economía de todas las familias de la clase media y baja. El
Coronavirus como plaga Planetaria, desenmascaró a los ambiciosos y codiciosos
enquistados en las ruedas del neoliberalismo: sin un sistema de salud efectivo
la población está expuesta a morir en los andenes como lo estamos viendo en las
noticias sobre Ecuador; a ser desconectados o desentubados por falta de
respiradores, cómo está sucediendo en Italia y España; a descalificar como
pacientes atendibles a la población anciana, aplicándoles la eutanasia
inmediata, para atender solo niños, jóvenes y adultos; al no poder siquiera realizar las pruebas a
los potenciales portadores del virus porque no hay dotaciones y material
disponible para el testeo.
(*) Magíster en
Ciencia Política (Universidad Javeriana); PhD en Derecho Público con énfasis en
Política Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España);
profesor de derecho internacional en la Universidad Libre.