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9 may 2020

Pandemia y pandemónium


Un texto de  Alberto Ramos Garbiras (*)
La palabra pandemónium tiene dos acepciones en el diccionario: Capital imaginaria del reino infernal. Y, lugar en que hay mucho ruido y confusión. Evaluando la cadena de hechos negativos a nivel nacional e internacional cualquier observador  se encuentra con una peste globalizada; escenarios de muertes masivas y sucesivas; caos gubernamental, choques institucionales entre gobernantes de las regiones con el Presidente, freno temporal en las ramas del poder público, desestabilización de los gobiernos; la Democracia en suspenso; autoritarismo sobre la población apoyados los gobernantes en los decretos emanados de los estados de excepción; los derechos humanos limitados en aras de prevalecer la salubridad que no encuentra sistemas de salud sólidos para lograrlo; encierro de los ciudadanos en las casas convertidas en prisión domiciliaria; revueltas sociales clamando asistencia alimentaria; paralización de la economía; ingobernabilidad global, los organismos internacionales de la ONU y de otras entidades multilaterales exhibiendo su inutilidad y burocratismo centurial, etc. Hoy, mayo 9 de 2020 en cuatro meses se han registrado 3.900.000 personas infectadas, y 275.000 muertos en el mundo; solo en EEUU el registro llega a 79.000 personas fallecidas en pocas semanas por el Coronavirus, Covid-19.

Donald Trump alteró la política internacional desde que llegó a la Casa Blanca, por su intrepidez, impertinencias, osadías e ignorancia. Una de esas osadías (la eliminación del iraní Queseen Soleimani), todavía no ha tenido plena respuesta; pero su negacionismo sobre la adecuación al cambio climático coloca en riesgo a la sociedad entera; y ahora la negativa a controlar oportunamente el virus Covid-19, lo desbordó y lo tienen tambaleando al frente de la economía nacional; se enfrenta a los gobernadores para levantar las cuarentenas sin haber aplanado la curva del crecimiento infeccioso. Todas las peleas que provocó las fue sorteando, o girando la posición, o reculando. La disputa con el norcoreano Kim Jong Un, sobre el tema de las armas nucleares y el peligro latente, construidas estas con ánimo disuasivo, amenazante, en defensa a ultranza de la soberanía estatal; los desafíos del terrorismo global y el tema Sirio con el cruce de la acciones de ISIS, más la complejidad del diferendo Kurdo relacionado con la posición de Turquía; las polémicas con otros estados y la misma Unión Europea respecto al cumplimiento del COP 21 de 2015 firmado en París; la polémica con los mexicanos respecto a la construcción del muro divisorio y xenófobo, entre otras acciones intrépidas. Ahora los microbios letales del Conid-19 actuaron más rápido que los otros enemigos y sin disparan misiles han dado de baja a más de 79.000 norteamericanos, 22 veces más muertos que en las Torres Gemelas derribadas por la acción suicida de Al Qaeda.

Trump está buscando lavarse las manos, según él los chinos son los culpables y la OMS figura como compinche. Pero de todas maneras no está claro cómo se manejó ese laboratorio de estudios sobre virus en Wuhan, con participación de EEUU. Nada está claro sobre el origen hay dos hipótesis: 1). la inoculación bacteriológica, 2). la alteración de ecosistemas en desmedro del a fauna silvestre que se mezcló y produjo la contaminación zoonótica. En este momento debería operar la ONU, pero también quedó al descubierto, no tiene cohesión. La OMS cooptada por las farmacéuticas y politizada, dirigida por un biólogo y no por un médico.

Existen epidemias controlables y a las pandemias inmanejables por la dimensión del problema sanitario extendido. En esa crisis hemos visto también la miopía de ciertos gobernantes que creen será de fácil sorteo la situación o que puede manejarse en áreas no infectadas, apartando a los contagiados como se apartaba a los leprosos. Hasta gobernantes de países fuertes se han pifiado: Boris Johnson (Inglaterra), Donald Trump (EEUU) y Jair Bolsonaro (Brasil). Tres populistas de derecha que han privilegiado la economía sobre la salud de la población, y se han estrellado contra la magnitud y las evidencias por los estragos de la Pandemia. Nueva York y otras ciudades en pocos días ya cuentan con más muertos que Italia en dos meses; Bolsonaro ha recibido un in rechazo de varios sectores porque no comprendió la dimensión del problema, y terminó destituyendo al ministro de salud;  Boris Jonhson estuvo con un respirador en una UCI de Londres. AMLO en México no supo actuar a tiempo, un populista de izquierda que se ha compenetrado con la población pobre, ante el Covid-19 se enredó invocando y mostrando imágenes religiosas sin actuar vía sanitaria para aislar a la población oportunamente. Los tres primeros por ignorancia y codicia, o no querer soltar el liderazgo, y el mexicano por desconfiar de la ciencia, también. Esto prueba que en ciertos temas como el medio ambiente y la salud, los gobernantes tienen que apoyarse y basarse en el conocimiento científico, y no en la intuición o en la ambición.

Esta peste Globalizada la tienen que manejar los gobernantes, las instituciones internacionales, consultando a epidemiólogos, virólogos, infectólogos y expertos en asuntos sanitarios, no en asesores de segunda categoría o con orates palaciegos. Esta peste virosa producirá, al salir de la crisis, un cambio ineluctable del sistema de salud en Colombia, y un cambio de las políticas públicas en ciertas áreas, y de las formas de manejar el aparato del Estado de cierta clase política que devastó el sistema de salud por la corrupción galopante sobre la red hospitalaria, y por convertir las EPS en un sector financiero o en intermediación amañada para desjugar y desviar los dineros.

Se ha presentado un estancamiento de la economía porque el frenazo en la producción trae la recesión y la depresión de la economía. Muchas empresas terminan en la quiebra y el desempleo para sus trabajadores, como consecuencia ineluctable. En toda América Latina están repercutiendo los efectos de la pandemia, Daniel Titelman, de la CEPAL, argumenta que son 5 impactos. 1) Los daños en la economía de China y EEUU (disminución del comercio y las remesas); 2) La caída de los precios de las materias primas, esto acarrea menos entrada de dólares por las exportaciones; 3) La interrupción de las cadenas de producción a nivel global; 4) La menor demanda de servicios turísticos; 5) La fuga de capitales y la devaluación de las monedas (la deuda púbica presiona, mientras la economía se paraliza).

Postcoronavirus seguramente surgirá un nuevo orden mundial, pero aún no está claro cuál será el modelo económico que lo caracterizara y adoptaran muchos países ante el derrumbe del modelo neoliberal que está siendo socavado por esta peste globalizada. Puede ser un capitalismo verde; o un capitalismo humanizado y progresista; o una tercera vía más avanzada; o la socialdemocracia remozada; o el socialismo real redivivo, o el populismo constitucional moderado; cualquiera que sea el modelo económico que encaje en las democracias occidentales a reformar; el neoliberalismo terminará derrotado por la inequitativa concentración de la riqueza que propició y los precipicios sociales que abrió. El filósofo Zizek de manera nebulosa dice que podría ser un nuevo comunismo para ese nuevo orden mundial, con enfoque colectivo y coordinación; con intensa cooperación entre el gobierno y una vigorosa movilización de la ciudadanía desde lo local, esto garantizaría que todos estemos bien. Atilio Borón dice que no ha terminado el capitalismo sino el neoliberalismo.

Se deduce que el nacionalismo aumentará ante la búsqueda de más protección sanitaria interna de las naciones. Y el populismo de izquierda y derecha rebrotará porque el socorrismo, el asistencialismo y el samaritanismo es una vía para todos los presidentes (o aspirantes a serlo), para figurar ofreciendo y entregando lo que no habían dado o proporcionado a los sectores subalternos; y la forma de sofrenar o contener las revueltas sociales que pueden llegar hasta explosiones sociales. Revueltas de famélicos, otro tipo de rebelión sin ideología y sin propósito de tomarse el poder, una rebelión por marginalidad total, pidiendo comida porque les impidieron salir a trabajar en el rebusque diario. En Colombia han colocado un trapo rojo en las ventanas señalando que allí hay carencias. Muchas ciudades han visto estas expresiones de indignación, desespero y rabia porque las ayudas no llegan y se han enterado de los sobrecostos, el acaparamiento y los negociados montados en medio de la crisis. La gente se seguirá desesperando y saldrán a saquear supermercados, graneros y tiendas. Vamos a ver las ayudas dosificadas a cuantos de la masa poblacional irredenta logran calmar.

El mercado no puede seguir siendo quien determine la conducción del Estado. La misma privatización de los servicios públicos que el neoliberalismo trajo, dejó, a la postre indefenso e inútil al Estado con la llegada de un desastre, en este caso una pandemia, las empresas privadas no responden solidariamente ni renuncian a las ganancias para resolver la crisis, le toca solo al Estado enfrentarla y lisonjear a los empresarios. El capitalismo dentro del neoliberalismo como modo de producción quedó cuestionado, y en vilo el manejo del capital financiero. Los que han usufructuado el sistema neoliberal no resuelven las urgencias de la población porque la concentración de la riqueza en pocas manos los infla de egocentrismo, no invierten en lo social: viven despreocupados respecto a las necesidades de los nadies. Ni los empresarios ni sus agentes dentro del aparato del Estado se inclinan por las inversiones en mejores servicios públicos comunitarios, ni en los programas de salud, educación y protección social. Al contrario, han desmantelado los programas de protección social, obstaculizan el avance en la materialización de los derechos sociales del Estado Social de Derecho, prueba de ello es la reducción en los programas de sanidad. O desde las empresas montadas saquean los recursos de la salud. Privatizan los hospitales o hacen alianzas con el capital extranjero. La Alcaldesa de Bogotá, Claudia López, trata a horcajadas de paliar el drama alimentario y se opone con razón al desescalamiento apresurado del aislamiento y las operaciones comerciales, como lo expresó frente a la apertura del aeropuerto El Dorado y a la activación del sector manufacturero, invoca gradualidad mientras se activan los protocolos de seguridad para evitar más infecciones.

 La Banca o el sistema bancario es necesario para darle irrigación a la economía porque el manejo de los negocios en efectivo, de toda la población sería arcaico, parecido al trueque, pero con billetes. La crítica al sector financiero se centra en el retorcimiento y manejo de las operaciones, la exacción que hacen, la usura, el anatocismo: el cobro excesivo de intereses sobre intereses. Eso se llama esquilmar. Entonces el Coronavirus colapsó el modelo neoliberal porque evidenció todas las llagas que se cubrían al aflorar la extrema pobreza de capas poblacionales en la informalidad y sin salud. Lo mínimo que los desvalidos y asfixiados por el sistema financiero pueden pedir hoy en medio de la grave crisis es la cesación de pagos, la condonación o la humanización del capital bancario. El precariado y sus diferentes capas no pueden cumplir una larga cuarentena sin ingresos.

Los estragos de la Pandemia y la crisis del neoliberalismo. Precisamente en mi columna titulada, ingobernabilidad Global”, planteó que la falta de instituciones efectivas, de los organismos internacionales y las flaquezas del derecho internacional, obstaculizan la solución a los problemas globales e impiden la corrección de los defectos de las instituciones nacionales, dejando sin ayudas a los sectores vulnerables, por lo tanto la salud, la educación y otros derechos sociales siguen sin cumplirse como derechos sociales. Y los negocios manejados por los particulares hacen invivibles las economías familiares: estos dos servicios debe asumirlos el Estado para darle cobertura a toda la población que los requiera. Y esto no es socialismo y menos comunismo. Sería el paso concreto para mostrar un capitalismo humanizado o, edulcoradamente: un capitalismo progresista.

 La privatización de esos dos servicios públicos (salud y educación), no solo enriquece a los empresarios sino a sus cómplices, la clase política corrupta, y empobrece la economía de todas las familias de la clase media y baja. El Coronavirus como plaga Planetaria, desenmascaró a los ambiciosos y codiciosos enquistados en las ruedas del neoliberalismo: sin un sistema de salud efectivo la población está expuesta a morir en los andenes como lo estamos viendo en las noticias sobre Ecuador; a ser desconectados o desentubados por falta de respiradores, cómo está sucediendo en Italia y España; a descalificar como pacientes atendibles a la población anciana, aplicándoles la eutanasia inmediata, para atender solo niños, jóvenes y adultos;  al no poder siquiera realizar las pruebas a los potenciales portadores del virus porque no hay dotaciones y material disponible para el testeo.

(*) Magíster en Ciencia Política (Universidad Javeriana); PhD en Derecho Público con énfasis en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); profesor de derecho internacional en la Universidad Libre.