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23 dic 2019

Bolívar y la presidencia fuerte

Por: Alberto Ramos Garbiras (*)

Terminó el viernes 20 de diciembre la presentación de la serie Bolívar producción de Neflix, que el canal Caracol programó a las 9 pm con 60 capítulos que los colombianos acogieron con agrado para conocer pasajes de la historia de Colombia. Los tres últimos capítulos destacan la incomprensión de muchos contemporáneos sobre el proyecto continental y de una presidencia fuerte que Simón Bolívar comenzó a diseñar desde 1826 para evitar la disolución o desbaratamiento de la gran República que el concibió, previendo que la derrota de los españoles debía reafirmarse con un Estado grande y fuerte para no ser retomado nuestro territorio como había ocurrido en 1815 cuando se produjo la reconquista y el extermino que trajo Pablo Morillo con 12.000 militares para someter a los patriotas de la primera fase de la guerra de independencia (1810- 1815). Un rumor difundido con perfidia extendió la versión de querer Simón Bolívar convertirse en dictador. Voy a intentar explicar por qué no fue Bolívar un Dictador como se entiende la palabra hoy.

A la altura de 1826, con El Libertador ocupado en las labores que ejecutó en Perú y Bolivia, ya habían hecho propalar la especie de que Bolívar era un militarista desbordado con ínfulas de autoritario que, quería hacer retroceder “lo mejor” de la Constitución de 1821. El denostado militarismo de Bolívar no debe entenderse como la intención de hacer primar los valores, posiciones y privilegios militares, por encima de los civiles, sino como un celo y cuidado que tuvo El Libertador para tratar de conservar lo alcanzado al vencer a los españoles, porque el ejército seguía siendo la institución que había consolidado la independencia y la fundación del Estado. Y como quiera que a los militares no les estaba vetado hacer política: los políticos eran militares y civiles, también. Además, como el Estado se hallaba en período de construcción, los militares ocupaban un doble papel: eran defensores de la institucionalidad creada y políticos en ascenso. La campaña sucia para desprestigiar a Bolívar la hicieron difundiendo la especie sobre su interés para restablecer los intereses monárquicos, lográndolo encasillar como un ‘godo’, mote de la época para señalarlo de conservadurista.

En la constitución para Bolivia, que pretendió se adoptará en Colombia, él incluyó los controles suficientes para no caer en la dictadura, compensando así la figura de la presidencia vitalicia que invocaba para lograr la estabilidad institucional, y no por pretender establecer un cesarismo ni una monarquía constitucional, pero si un gobierno fuerte. El Libertador avizoró rápidamente que las elecciones traían intrigas y actos de violencia, también por esta razón planteo la presidencia vitalicia.

La decisión de Bolívar de concentrar poderes se debió  a la   forma como se estaba manejando el Estado que él fundó; esto se explica por la precipitud de muchos al tomar decisiones sin saber de administración pública y a la exultación excesiva al tener un territorio liberado con sus propias instituciones sin poseer experiencia, desgreñando la hacienda pública.

Cuando tomó decisiones unilaterales su conciencia impelía a reconocerlo en público y la transitoriedad de las medidas denotaban su espíritu democrático; además la concentración del poder siempre le produjo desazón, por eso lo entregaba, lo cedía o lo compartía.

El Historiador alemán, Gerhard Masur, escribió: “Sólo aceptó retener su autoridad hasta que los peores peligros del Estado hubieran pasado... su dictadura fue de preparación, que intentó madurar a un pueblo no desarrollado. Su dictadura no puede compararse con el abuso de poder que caracteriza a los totalitarios de nuestros días... fue sólo dictador a medias, jefe únicamente de territorios conquistados por él en la parte oeste del país... Bolívar fue conducido a la adopción de medidas tan extremas no sólo por la amenaza política interna, sino también por la situación militar existente”.

Después de 1821, ante los desequilibrios del orden institucional que sufriría la naciente República, Bolívar previó que había que dotar al Ejecutivo de instrumentos jurídicos excepcionales para el manejo del orden público y las agresiones externas. En uno de sus escritos políticos reclamando atribuciones para el Presidente expresó: «... conectémosle al Ejecutivo la autoridad suficiente para que logre mantenerse luchando contra los inconvenientes anexos a nuestra reciente situación, el estado de guerra que sufrimos y a la especie de los enemigos externos y domésticos».

Desde el 10 de febrero de 1824, cuando el Congreso del Perú decide nombrar a Bolívar como dictador buscando evitar la hecatombe, le correspondió actuar con mano dura y erradicar el poder español impuesto por la fuerza; colaboró con la presencia de cuatro mil hombres colombianos, entre marzo y mayo de 1823, en calidad de jefe del Ejército de la Gran Colombia; simpatizó con Riva Agüero cuando éste tenía el firme propósito de extirpar la presencia de los ibérico - borbónicos, y lo atacó hasta someterlo cuando Riva pretendió congraciarse con los españoles. Con las batallas de Junín y Ayacucho libertó al Perú. Aún faltaba someter a las tropas del Callao. La mano dura permanece sólo hasta que triunfa, y allí decide renunciar a la investidura dictatorial.

Continuó ejercitando el poder del Perú hasta 1825, rechazó las dádivas ofrecidas por el Congreso y se dedicó a definir las instituciones para el Perú, atando la idea de este nuevo territorio liberado para avanzar hacia la gran unión de naciones en una sola: una Federación de Estados Suramericanos. Sus enemigos, que no entendieron el proyecto panamericano, vituperaron y denostaron contra él. Un pliego de cargos rayano en la infamia está expuesto en la novela de Fernando Cruz Kronfly, La ceniza del Libertador, versión lúcida, contiene todos los dicterios y calumnias contra Bolívar:

Aunque el General Bolívar recibió mucha influencia de la conducta de Napoleón, rechazó siempre las propuestas de proclamarse emperador o de mantenerse como dictador. Las medidas que tomó deben ser valoradas en las diferentes épocas (1813, 1824, 1826, 1828), como excepcionales o transitorias para resolver las crisis frente a los españoles, o los conflictos internos. La convicción de tener un Estado fuerte dentro del sistema republicano, la dejó entrever Bolívar desde su discurso de Angostura. En 1828 Bolívar utilizó las medidas de excepción para salvaguardar el orden establecido, frente a los constantes hechos conspirativos como secuela de la noche septembrina.

En varios de sus textos políticos, Bolívar mencionaba la necesidad de acudir a normas de emergencia para enfrentar situaciones delicadas en el manejo del gobierno. Su decreto de estado de sitio (1828), revestido de poderes supremos, lo utilizó para conjugar las conspiraciones y las disputas intestinas lideradas por la fracción santanderista; este decreto cumplió funciones constitucionales hasta 1830, a la manera de un acto institucional. Vladimiro Naranjo, citando a Pierre Lenoir, dice: «Los romanos oponían la dictadura a la tiranía; aquella estaba limitada en el tiempo y tenía una finalidad específica, en tanto que esta era indefinida en el tiempo y en los objetivos». Bolívar con ese decreto, más que un estado de excepción, dio un auto golpe necesario, entendió la dictadura transitoria a la manera romana, sin el ejercicio de la tiranía.

El Libertador Bolívar a partir de la guerra de independencia y luego con el diseño constitucional logró fundar un enorme Estado llamado en los libros de historia, La Gran Colombia, fundado por partes. Liberó la Nueva Granada (hoy Colombia), con las Batallas de Gámeza, Pantano de Vargas y Boyacá (1819); luego Venezuela con la batalla de Carabobo (1821), y después liberó a Ecuador con las batallas de Bomboná y Pichincha (1822); extendió las instituciones definidas en la Constitución de Angostura (1819) aplicadas en considerable medida a la Constitución de Cúcuta (1821), y durante su vigencia aplicó algunas normas con sobresaltos en el Perú (País que terminó de liberar con las batallas de Junín y Ayacucho), expidiendo normas durante los años 1824 hasta 1826; luego redondea y ajusta las instituciones en la Constitución de Bolivia (1826) que buscó homologar en el Perú y luego en la Gran Colombia con la más cuestionada figura de la presidencia vitalicia para poder controlar los 5 estados, por ello propuso un plebiscito que permitiera la unión de los 5 Estados, con el fin de bloquear definitivamente a los españoles ya derrotados pero con deseos de regresar.

La guerra espaciada que Bolívar sostuvo desde 1811 hasta 1824 permite afirmar a la manera de Norbert Bobbio que llevó a cabo la guerra como fuente del derecho, creía que esa guerra era justa o necesaria para lograr independizarnos de 300 años de sometimiento y vejámenes. Colombia nació de una guerra de liberación y para ensanchar o ampliar el Estado grande que él deseaba, lo hizo con una guerra subcontinental, y para sostener ese Estado en crecimiento necesitaba del uso de la fuerza pública, con el ejército guerrillero que organizó, lo llevó a ejército patriota y al gobernar lo convirtió en ejército institucional, o Fuerza Pública estatal, ejército al que él consideraba en verdadero fundador del Estado. Al hacer actuar la Fuerza Pública con medidas fuertes para evitar el desorden, buscaba conservar la unión de las 5 regiones, hoy 5 estados, para evitar la secesión o separación, como en efecto se empezó a dar y se consumó después de su muerte.

(*) Magíster en Ciencia Política (Universidad Javeriana); PhD en Derecho con énfasis en Política Latinoamericana, Universidad Nacional de Madrid (UNED- España); profesor de derecho internacional en la Universidad Libre.