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22 ene 2018

Trump, primer año

Desde los primeros días del año 2017, apenas  posesionado Donald Trump, escribí dos columnas para el Diario Occidente y la revista Caja de Herramientas (www.viva.org.co), tituladas “Trump y el populismo”, y “Formas de populismo”, unas reflexiones sobre la conducta, las mentiras o técnica de la postverdad que utilizó durante la campaña  y en prospectiva lo que sería el gobierno de este magnate inmobiliario y populista televisivo que, posaba de presidente electo.

Y todo ha salido como se expuso, o más grave aún por los despropósitos que ha cometido con temas en exceso como adelantar  la prolongación de un muro xenofóbico  en la frontera con México, impedir la entrada de musulmanes confundiéndolos con terroristas de la Jihad islámica , desmontar el Obamacare, tratar con desdén a los inmigrantes calificando a algunos países con términos coprológicos; o peor, el manejo del tema nuclear frente a Corea del Norte e Irán, o el dislate de reconocer a Jerusalén como capital de Israel congelando de ipso facto el proceso diplomático del reconocimiento de los dos Estados , única solución a la violencia prolongada.

Como observador de su conducta no era necesario que pasara el primer año para decirlo después de los hechos consumados, bastaba utilizar de la ciencia política los métodos deductivo, el  comparativo y el método conductista, analizar sus discursos de campaña, las frases dispersas en Twitter, y haber leído sus disparates pronunciados en un reality de televisión que el orientaba, pero sobre todo su lenguaje soez contra Hillary Clinton y sus referencias machistas contra las mujeres, como lo había hecho contra la reina venezolana Machado.

Donald Trump no es un hombre ponderado, no es un diplomático, no es estadista, no conoce la historia universal, ni había administrado los asuntos públicos en ninguna gobernación de EEUU; no tiene una sólida formación académica, no sabe de política internacional, y menos de derecho internacional,  inicialmente confundió a Turquía con Egipto. Los testimonios recogidos por Michael Wolff para el libro “Fire and fury”, confirman su enorme desgano para leer, por lo tanto tampoco se puede esperar que analice con detenimiento cada situación, quedando en manos de asesores. Ahora el  problema que tiene la clase política y el mundo es como defenestrarlo, el procedimiento existe pero es engorroso.
Por| Alberto Ramos Garbiras